22. REALIDAD.

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Segundos luego, Minho sonrió y echó brevemente su rostro hacia atrás, para poder ser mojado por el agua que caía de la ducha sobre ellos.

"Minho... Suéltame, por favor."

No obstante, el más grande acercó nuevamente su rostro al de Yang, y este lo miró expectante, quedándose quieto, sin saber lo que podría hacer.

"Tu tienes la respuesta a mis preguntas?"

El otro preguntó seriamente, y Jeongin arqueó una ceja, confundido.

"Nunca me gustaron tanto los chicos como las chicas..." empezó a decir, tomando de la mejilla de Yang con su mano, que en ese entonces ya estaba húmeda por el agua que caía. "Y si me gustaban... Era sólo para algo casual y ya."

Agregó, provocando que Jeongin lo observase atento.

"Sin embargo, por qué no puedo dejar de mirarte?" Preguntó retóricamente, negando con la cabeza. "Por qué no puedo dejar de pensar en tí, Jeongin?"

Rio entre dientes, mordiendo posteriormente su labio inferior.

"Vivimos juntos hace un montón de tiempo. Nunca me pareciste atractivo, y mucho menos me caíste bien."

"Minho, detente." El menor dijo, apartándose de su agarre, sonando molesto.

"Es decir, mírate! No eres la gran cosa." Continuó, sin prestarle atención, hablando demasiado drogado. "Apenas si tuviste tu primera cita hace unos días... Y ni siquiera te animaste a—"

"BASTA!"

Yang gritó, interrumpiendolo, percatándose a los pocos segundos que lágrimas caían de sus ojos con velocidad.

Antes, lo hubiese lastimado o herido físicamente. No le hubiese importado en lo más mínimo que le dijese aquellas cosas. Pero ahora, todo era diferente.

Yang se sentía vulnerable ante las palabras del otro, casi como si estas pudieran golpear su cuerpo.

De todas maneras, Minho estaba mal viajando en ese entonces, y no tenía conciencia de sus actos, mucho menos de lo que decía.

"Eres una mierda. Un inútil que terminara muriéndose." Jeongin respondió sin siquiera mirarlo, a continuación, levantándose de donde estaba, para poder dejarlo solo segundos más tarde.

Había dudado desde un principio en si acercarse a su hermanastro era una buena idea.

Claramente, se había equivocado.

[...]

Al día siguiente, el mayor despertó a eso de las cuatro de la tarde, y notó que, todo el viaje que había tenido drogándose la noche anterior, le estaba pasando factura en ese entonces.

Se sentía débil físicamente, y si bien su cabeza no dolía, podía ver como le pesaba el cuerpo y como este se encontraba entumecido en ciertas partes.

Por suerte, antes de dormirse había logrado regresar a su habitación, más su ropa apestaba, por lo que decidió tomar un baño para lavarse.

Seguidamente, se vistió con prendas limpias y, muy lentamente, todavía bastante inestable con su cuerpo, salió de su habitación para poder buscar a Jeongin.

Claro que lo que había pasado hacia unas horas había sido un desastre, y se sentía mal por ello, ya que en cierto modo, no había podido terminar de explicarse como realmente hubiese querido.

Con lo que había llegado a decir, Minho había maltratado verbalmente a Jeongin, pero eso no era lo que pretendía.

Sin embargo, en ese momento, parecía ser un poco tarde como para intentar disculparse.

Y cuando Minho quiso hacerlo, se percató que Yang no estaba en la casa.

Suspirando de mala gana, llamó a su celular y de entrada, le salió el buzón de voz, por lo que colgó rápido, molestandose por ello.

[...]

El mismo día, horas antes por la mañana, Jeongin le preguntó a Felix si podía ir a su casa a pasar el día, ya que no quería tener que discutir con Minho e interactuar con él.

Este, todavía dormido, le había dicho que si, con la condición de que lo ayudase a cocinar, ya que su hermana Olivia y él eran los únicos que estaban en la casa, más su hermana era pésima en la cocina.

Yang aceptó y se marchó a eso de las once, sin siquiera ver si Minho se encontraba bien, y llegó a la casa de los Lee a los pocos minutos.

Felix lo recibió con el pelo desordenado, recién salido de la cama, y lo hizo ir a su cuarto con él, para luego poder tirarse de nuevo en su colchón. Recién a la media hora fue capaz de poder tener una conversación.

"Así que... Minho se drogó y te dijo cosas malas?" el peli rubio preguntó, queriendo entender todo lo que Jeongin acababa de contarle.

"Sí. Y honestamente ya estoy harto de su actitud... Desde que nuestros padres se fueron, no ha dejado de comportarse como un idiota. Me molesta mucho, y siento que tengo que cuidar de él todo el tiempo." El menor suspiró cansado, dado que, no le había contado todo a su amigo.

Obviamente, había omitido la parte de los besos, y de lo raro pero bien que se había sentido besar a Lee.

No quería parecer un loco admitiendolo, por lo que decidió guardarselo.

No obstante, Felix era bueno ayudándolo, e intento ser lo más preciso y honesto posible.

"Conociendo mas o menos como es Minho... Creo que lo mejor será que te alejes de él. Es decir, que vuelvas a intentar vivir como vivías antes de que tus papás se fueran de viaje." Opinó. "Tu hermano es un chico que siempre busca meterse en líos y, con el tema de las drogas, es probable que quiera arrastrarte a tí también a eso, si sigues estando cerca suyo."

El australiano agregó, haciendo una mueca con su boca segundos más tarde.

"Claro que también podrias intentar llevarte bien con Minho... Pero por lo que me has dicho, creo que no está funcionando, verdad?"

"Somos muy opuestos, sí..." Yang respondió, dándole la razón, sintiendo un sabor amargo en su boca.

En ese entonces, pensó que lo mejor sería hacerle caso a su mejor amigo e intentar desligarse de Minho, aunque fuese difícil.

A su vez, Jeongin creyó que, necesitaba conocer a alguien románticamente para poder ignorar todo aquello que había sentido al besar al otro.

Es un plan que no puede fallar, pensó.

𝐈 𝐇𝐀𝐓𝐄 𝐘𝐎𝐔, 𝐇𝐘𝐔𝐍𝐆 | 𝐦𝐢𝐧𝐣𝐞𝐨𝐧𝐠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora