CAPITULO 1

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CAPÍTULO 1
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Terry corrió hacia la parada del tren que estaba por llegar a Nueva York, sosteniendo su bufanda y gorro cerca de su rostro para que no se le fueran volando con la velocidad en la que se apresuraba al encuentro con Candy. Faltaban pocos minutos para que la rubia llegara, pero los nervios se apoderaban de todo su cuerpo. Era una mezcla de alegría con un profundo miedo que le impedía poder quedarse sentado en uno de los muchos bancos. El momento estaba por llegar, vería a Candy de nuevo, a su Candy, con quien había soñado por cinco años, pero no sabía qué tipo de reencuentro esperar.

Miró innumerables veces el reloj que se ataba en su muñeca, contando cada segundo y cada minuto que faltaba. Quería disimular la ansiedad, pero por más actor que fuera, esta vez no pudo controlar las reacciones involuntarias de su cuerpo, como los temblores violentos y el sudor en sus manos.

«Todo estará bien», se aseguró a sí mismo, hundiendo una de sus manos en su bolsillo para poder aferrarse a su armónica.

Cuando el tren se detuvo enfrente de él, enderezó su espalda al instante, esperando verla salir por alguna puerta.

Las personas comenzaron a rodearlo, y él no hizo más que esconder su rostro debajo de la bufanda, disfrazándose entre todo el público. Subió un poco su gorra para poder echarle un vistazo a los rostros de los desconocidos, y fue entonces que la vio bajar. El corazón se le detuvo sin previo aviso, impactado por la vista. Ella ya era toda una mujer. Su cabello rizado estaba libre de lazos rosados y ahora posaban cortos sobre sus hombros. Su rostro era más delgado, pues aquellos cachetes de niña glotona se habían transformado para marcar la belleza de una mujer adulta. Sus ojos seguían siendo los mismos, aquellos ojos en los que él tanto adoraba sumergirse.

Terry no se dió cuenta de cuando, pero ella lo estaba mirando de regreso, tratando de descifrar si realmente era él. Esta vez, él se había asegurado de decirle lo que iba a tener puesto, pero de igual manera se le veía dudosa.

Terry la llamó, y Candy sostuvo su aliento y se quedó helada al reconocer su voz... Aquella voz que hacía que su corazón tamboreara desenfrenado pronunciaba su dulce nombre una vez más.

Ninguno supo cómo proceder después de eso. Sus mentes no asimilaban que la figura que estaba al otro extremo de la estación era la persona cuyos ambos corazones recordaban con tanto anhelo. Sin embargo, sus almas se reconocieron, e hicieron que sus piernas tomaran los primeros pasos para avanzar hacia su encuentro, para luego correr a prisa, temiendo que la visión del otro desapareciera como si se tratara de un sueño.

Candy alzó su brazo y lo agitó en el aire para que él no la perdiera de vista entre toda la multitud. Ella también llamó su nombre. Esa voz... Esa voz con la que él soñó tantas veces era real.

Sin embargo, antes de alcanzarse por completo, ambos redujeron la velocidad, como entrando en duda sobre el siguiente paso que debían dar. Lo que fuera que hicieran, podría cambiar muchas cosas. Fue un choque de la realidad.

Ella estaba frente a él.
Él estaba frente a ella.
Estaban juntos.

—Hola —susurró Candy, sin poder retener el temblor en su voz.

—Hola —replicó Terry, de inmediato reprochándose mentalmente. Había ensayado día y noche las palabras que le diría al verla de nuevo, pero su boca lo traicionó.

—¿Puedo... Puedo verte? —Candy preguntó, como si todavía sintiera miedo de que solo fuera un juego en su cabeza, una recreación de sus recuerdos.

En silencio, Terry la tomó de la mano y la guió a un lugar apartado, donde nadie podía verlos. Ella se dejó llevar por él, reconociendo el calor de sus manos, como él reconocía el de ella.

Sr y Sra Granchester La Historia DefinitivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora