CAPITULO 7

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CAPÍTULO 7
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Mayo 7, 1921

Las afueras del hogar de Pony estaban decoradas con listones y globos que variaban de diferentes tonos de rosa. En la parte de enfrente de la iglesia habían varias mesas cubiertas de manteles y regalos de cumpleaños. Era el siete de Mayo, el dia donde Candy había sido encontrada, y fecha cual habían usado para celebrar su cumpleaños.

Mientras Albert y Archie se encargaban de poner las decoraciones afuera con la ayuda de los niños mas grandes, Candy y Annie estaban en la cocina decorando el pastel con betún rosado, y formando pequeñas flores en los bordes.

—Candy —la voz de la hermana Lane se escuchó desde el marco de la puerta—, adivina quién ya está aquí.

Candy dio un salto en su sitio al reconocer la risa de su novio, saludando a los niños que se le habían aferrado a las piernas. Era la primera vez que veían a Terry en persona, pero podían reconocerlo gracias a las fotografias que Candy les habia enseñado. Las niñas en especial estaban mas emocionadas, pues en sus ojos, Terry era igual a el principe azul de un cuento de hadas.

La Pecosa dejó a su mejor amiga para correr a verlo, y al encontrarse reflejada en los ojos de él, una sonrisa emocionada se plasmó en sus labios.

—Niñas, suelten a Terry por favor —pidió la monja, arrodillandose para ayudar al castaño a escapar de los pequeños abrazos. Una vez libre, recibió a Candy en sus brazos, estrechándola amorosamente.

—Feliz cumpleaños, Pecosa... Veo que estabas decorando el pastel —río, limpiando de la mejilla de Candy el betún embarrado, para luego chuparse el dedo—. Ya puedo decir que está quedando muy bien. —La atrajo de nuevo hacia él y dejo un tierno beso en sus labios.

Unas risitas juguetonas interrumpieron el momento, y para gran diversion de la pereja, se trataba de las niñas espiando en ellos desde el marco de la puerta. Al darse cuenta de que habian sido descubiertas, todas salieron corriendo.

—Ya entiendo por que eres tan traviesa —bromeó Terry—. Ah, casi lo olvido... —Terry levantó una caja de regalo al nivel de la vista de Candy, y en cuestion de microsegundos, el rostro de ella se iluminó—. Este es el primero...

—¿Hay más?

—Hay otro más, pero ese te lo daré mas tarde —respondió, guiñandole un ojo. Ante el gesto coqueto, Candy se enrojeció, ya que no sabía qué podía esperar de Terry.

—¿Puedo abrirlo ya?

—No necesitas mi permiso. Anda, descubre lo que es —alentó a la curiosidad de Candy. Ella no tuvo que escucharlo dos veces para desenvolver su regalo. Debajo del envoltorio, se hallaba una fotografia enmarcada. La rubia enfocó la mirada en la imagen, y se sorprendió al reconocer el lugar.

—¡Es el Mauritania! —exclamó.

—Sí, y si miras bien, hallarás a una pequeña Pecosa aquí... —Terry señalo a una dama caminando por la capota del barco al lado de un señor. Candy se reconoció a sí misma junto a George—. Y si miras a esta otra esquina... —Terry deslizó su dedo hacia el otro lado de la fotografia, y señaló a un joven mirando a direccion del mar. Era él—. Supongo que esta foto tomó lugar unos dias antes de habernos conocido. Es curioso cómo en ese momento no teniamos idea de que ambos estariamos aquí, juntos.

Sr y Sra Granchester La Historia DefinitivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora