Capítulo 3

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Hoseok bien sabía que no debía precipitarse, al fin y al cabo, no tenía prisa. Después de haber esperado a que fuera el omega quien se acercara, carecía de sentido mostrarse impaciente. Total, no tenía nada mejor que hacer.

Como si se tratase de uno de esos vividores sin oficio ni beneficio que se paseaban por allí, Hoseok bebió de su copa, mostrándose indiferente, como si todo cuanto ocurriese a su alrededor le importara un comino. Cuando le convenía sabía muy bien recurrir a los clichés de la clase alta para su beneficio. Nadie mejor que él para saber que por mucho que madrugaras, trabajaras o estudiaras, no había nada que cambiase la opinión de los que pensaban que al ser hijo de un alfa de negocios multimillonario no hacía nada por la vida y vivía dedicado a los placeres de la vida, amparado por el dinero, la influencia y los contactos de su familia.

Nada más lejos de la realidad.

Y no solo porque a Hoseok no le gustara esa forma de vivir, sino porque desde cachorro lo educaron para ganarse las cosas. Sería un ingenuo si pretendía subsistir de una generosa asignación familiar.

Sus padres jamás se lo permitirían. Sin contar que bien aprendió de su padre alfa que el trabajo duro lo es todo, pues el de sangre azul era su papá omega, y aún así logró montar un imperio junto al abuelo.

Pero ahora no era el momento de esos pensamientos.

—Veo que tienes buen apetito —comentó Hoseok sonriéndole.

De vez en cuando ver a un omega comer sin remover la comida en el plato un número indefinido de veces resultaba alentador.

—Estaba con tanta prisa que no me ha dado tiempo de desayunar —admitió el pelinegro de pasada, sin mirarlo. El omega estaba más pendiente de lo que podía comerse durante el breve descanso; no estaba para dar conversación a nadie sino para hacer su trabajo.

—Ya veo —dijo Hoseok dejando que recobrara fuerzas.

El alfa dejó en un lado de la mesa la copa de champán que le había estado haciendo compañía y se cruzó de brazos mientras pensaba en algo que decir para así avivar la conversación—. Una profesión poco común para un omega, ¿no? —comentó señalando la cámara fotográfica con la mirada.

El omega tragó un bocado y pensó cómo responder, otra vez, a esa pregunta, porque estaba más que harto de que cuestionaran su profesión.

Y como tema para iniciar una conversación era de lo más usado. Al menos el alfa podía haberse esforzado un poco.

—¿Por qué? —preguntó el omega a su vez en tono poco amable, evidenciando lo mucho que lo cansaba la cuestión.

—Dímelo tú. —Hoseok se dio cuenta de que no debía seguir por ese camino y prefirió jugar un poco al despiste.

El omega se planteó dar una contestación educada, típica y que zanjase el asunto, sin embargo, no era el mejor día para comportarse de ese modo, por lo que respondió con aire impertinente:

—Prefiero no dar explicaciones. Hago lo que me gusta. Aunque a veces resulte difícil —se defendió y, para evitar soltar alguna tontería más y ofenderlo, se metió otro bocado a la boca. Masticó deprisa, sabiendo que luego podía terminar con hipo, pero no disponía de mucho tiempo antes de volver a colocarse tras la cámara.

—¿Difícil? ¿Alguien te ha impedido hacer tu trabajo? —inquirió Hoseok frunciendo el ceño.

Una cosa era considerar inusual su ocupación y otra bien distinta entorpecer su labor. No era que le inquietara particularmente el campo de la fotografía, pero como le interesaba el omega bien podía mostrarse levemente atraído por la cuestión.

A media luz ➳ HopeVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora