El Encuentro

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¿Qué es amor? Sin duda alguna una pregunta que todos los humanos se han formado en los confines de su paradójica mente. Algunos afirman el haber contestado esta pregunta, y aseguran que su respuesta es correcta. Pero jamás, nunca, en la infinidad de la existencia terrenal un humano podrá comprender que es el amor. El amor es como los inventos de un científico incomprendido que intenta revolucionar la época en la que vive, apesar de que sus inventos podrían llevarlos a la gloria, nadie lo comprende, sólo su creador. Es por eso que ningún humano comprende el amor, sólo el amor mismo se comprende. El amor se creo a si mismo para otorgarles a los humanos otra dictóma, como luz y oscuridad, ángeles y demonios, cielo e infierno. Pero no es odio y amor, es amor y amor. Su alma se ve tironeada por fuerzas antagónicas todos los días, pero ambas fuerzas no son más que amor. Si vemos detrás de una guerra, encontraremos a un hombre enamorado, a una Helena atrapada entre el cielo y la tierra. Amor no es solamente esa parte linda que los humanos desean encontrar, ese beso en una playa en el alba, o ese primer beso lleno de la ingenuidad más grande, lleno de ilusión. El amor tiene una cara que a los humanos no les gusta ver, el amor es la luz de un corazón, pero es la oscuridad que amenaza constantemente en destruirlo. Complejo sentimiento es el amor. No sé, y no entiendo el por qué a una raza tan paradójica como la nuestra, se le otorgó este sentimiento. El amor es ese sentimiento que te enloquece, que hace que tu alma se sienta inmortal, y lo es, pero no lo creías posible hasta ese instante, ese choque de miradas que se mezclan en el aire y forman una sola, y en esa simple mirada cabe el universo. Amor es ese sentimiento que destroza al alma, que la encierra en el más profundo abismo, y no podemos culparlo después de todo los humanos se ven tan atraídos por la crueldad de los abismos como por la majestuosidad de un paraíso. Glorioso sentimiento es el amor, poderosa fuerza mítica que nos eleva y nos destruye. Quizás todas las palabras que hace minutos mencioné suenen ridículas para ustedes, quizás piensen, afirmen, que yo, Drake Brown soy sólo un chico de 16 años que no sabe de lo que habla. Que son sólo palabras ingenuas y tontas al haber perdido el amor una vez, se equivocan. Sí, talvez sea sólo un chico de 16 años que vive en un pueblo de Estados Unidos que parece atrapado en el tiempo por la falta de tecnología y débil señal de los teléfonos celulares. Pero yo no soy sólo Drake Brown, yo soy ese chico que conoció al amor, un amor que me hizo trascender, un amor que me destruyó y me fortaleció. Soy el humano que conoció a los Hoscullum. El que entregó todo por amor sin esperar nada a cambió. Ésta es mi historia, todo empezó cuando nos mudamos a Boorshtown, un pueblo tan distanciado de cualquier ciudad grande en América.

El gran reloj al estilo inglés que se encontraba en los límites del pueblo de Boorshtown marcaba la media noche, un ruido sonoro interrumpió el apacible y siniestro silencio que en volvía al pueblo todas las noches y días. Era verdaderamente una tortura el vivir en este pueblo que lo más que podías conseguir era una pequeña rayita de red en tu teléfono celular. Desperté de súbito y con el corazón latiendo muy de prisa, otra pesadilla más había invadido mis sueños y como siempre ese reloj antiguo me despertaba salvandome de la desgracia que me esperaba en los sueños. Siempre el mismo sueño, siempre a punto de morir, siempre salvado por ese reloj. Mi sueño era algo muy extraño pues me encontraba en un lugar que estaba completamente seguro de que no conocía, ni había escuchado hablar sobre el. Había una gran entrada con paredes de un cristal hermoso como espejos pero no podías reflejarte en ellos, al entrar por esas puertas de cristal de un tono perla, me hallaba en un corredor de un color amarillento, un amarillo pálido pero resplandeciente. Continuaba con mi caminar por ese infinito corredor hasta encontrarme en una calle repleta de casas en ruinas, abandonadas. Pero la que sin duda alguna me llamaba la atención y me hacía detenerme era una cuyas paredes se encontraban resquebrajadas y parecía echa del más fino mármol. Había un muro que sobresalía y éste a diferencia de toda la fachada se encontraba en perfectas condiciones. Por alguna extraña razón que siempre tuve en la mente, yo decía unas palabras extrañas e incoherentes "Ahí hay una puerta secreta" pero no sonaba a mi voz, era una voz distinta y más hermosa y melódica, superaba la voz de un ángel. Y justo en ese momento de paz, de tranquilidad aparecía un gran tornado en el momento en que yo tocaba el muro de mármol. Siempre, a pesar de saber lo que ocurría tocaba el muro y todo a mi alrededor se destruía y con todos los escombros de mármol mi propia alma moría en el desastre. Claro no moría, sólo exagere un poco... ya que el reloj siempre me despertaba en el momento exacto para salvarme del gran escombro que se abalanzaba sobre mí en esos instantes. Me senté en la cama viendo por el gran ventanal, la única vista que tenía desde mi habitación era el gran reloj. Deje escapar un suspiro al ver al reloj que me había salvado otra noche, me levanté y comencé a caminar por la habitación tratando de sacar de mi mente ese sueño. Tomé mi móvil y conecté los auriculares para escuchar un poco de música y distraerme. Caminé distraído por la habitación escuchando música, siempre tuve un poco convencional tipo de música preferida, los violines expresando una cruel melancolía en sus notas y las arpas causando estragos al sonido para hacer que todas las almas se fueran entristeciendo con su melodía. No sé en que momento, pero sucedió, me dormí, ahí de pie junto a la gran ventana viendo el reloj inglés. Desperté por la mañana al sentir unos ligeros rayos de sol chocar contra mi rostro, fue algo molesto, me incorporé y decidí hacer lo que hace mucho no hacía. Curiosear, sí, siempre fui ese tipo de chicos que les interesaba saber todo, no importaba que tan ridículo fuera. Debía investigar la razón de ese reloj inglés, debía descifrar mi sueño, y la mejor manera de hacerlo sería curiosear en ese reloj. Me vestí rápidamente con el uniforme escolar y tomé mi mochila mientras me invadía una emoción enorme pero entre mezclada con un temor por ver que había en el reloj. Bajé las escaleras de madera que parecía que se desplomarian al pisarlas, escuché el crujir y di un salto pasando por encima de los últimos cuatro escalones. Al caer escuché como el piso se quebró, miré a todos lados y corrí hasta la puerta de entrada. Miré el piso desde ahí y vi como había un pequeño y estrecho agujero, sonreí nervioso y abrí la puerta para salir.

Una Noche MásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora