Hoscullum

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Drew sostenía bajo su brazo una clase de túnica blanca con pequeños bordados dorados. Sentí una corriente de aire recorrer mi cuerpo y mis vellos se erizaron. Bajé la mirada y observé mi cuerpo desnudo. Levanté mi vista y miré a Drew; estaba sonriendo ladinamente y sus mejillas se ruborizaron.

—Tranquilo, Drake. Es normal, tu vestimenta se encuentra en tu habitación.

Me estiró su brazo y tomé la túnica intentando cubrir mis partes íntimas con una de mis manos. Me coloqué la túnica y cerré los broches dorados. No podía apartar mi vista de ese par de ojos tan emblemáticos, simplemente no quería dejar de verlos, era el paisaje más idílico que alguna vez contemplé. No puedo explicar cómo es que sentía un torbellino de emociones invadir mi cuerpo al verlo.

—Mi abuelo quiere verte.

—¿A mí por qué? —pregunté un poco confundido.

—Él es uno de los pocos habitantes de La Otra Tierra, que conoció a Lord Jahess, y quiere conocerte. Quiere ver sí aquél hombre sabio, bondadoso, comprensivo, rígido, sensible, soñador, innovador, el único hombre que estuvo a un paso de alcanzar la perfección terrenal en una sola vida humana, sigue siendo el mismo.

Escuché las palabras de Drew con atención, no podía creer que ese hombre del que se encontraba hablando, era yo. No me imagino siendo el hombre que salvó a toda una raza, a un mundo entero.

—Sigues siendo el mismo hombre. La modestia sigue siendo una de tus mejores virtudes.

Aquéllas palabras habían sido vociferadas por la voz de un anciano. Al inicio no comprendí de dónde había venido la voz. Pero al instante vi a un hombre; de piel tan blanca como la más fina nieve, de ojos color oro rutilante y un par de labios carnosos de un color rosado. Drew miró al hombre y le sonrió con la sinceridad más grande que existe. Observé ese hermoso brillo en los ojos del anciano y sorprendentemente reconocí su rostro, su nombre, y no sólo eso; su color favorito, su platillo preferido y su día de nacimiento.

—Curioso no lo crees, Oshreed. —hablé en un tono como si conociera al anciano desde siempre—. La primera vez que estuve en este lugar, creí que tenías razón, que los Hoscullum eran más perfectos que los humanos, pero no es así. El error de los humanos se debe a la gran cantidad de emociones que experimentan en un simple segundo, y son las emociones las que controlan sus acciones, pero ustedes, los Hoscullum, no tienen idea de lo que son las emociones, jamás han experimentado emociones negativas, su vida siempre ha estado regida por felicidad y armonía, pero permíteme decirte que es una felicidad falsa, ¿Cómo saber que estás feliz, sí nunca has experimentado la tristeza? ¡Eso es lo reconfortante!, saber que no importa cuanta tristeza sientas llegará un instante de alegría inmensa.

No sé qué fue lo que me sorprendió más, el haber hablado de esa forma o el haber recordando parte de mi estadía en La Otra Tierra como Jahess.

—Lord Jahess, usted sólo está analizando uno de los muchos puntos que se deben tomar en cuenta para determinar si en verdad los humanos son más o menos perfectos que nosotros los Hoscullum. —respondió Oshreed con total serenidad—. Usted más que ningún humano conoce que nuestra raza no está corrompida por ese virus del egocentrismo, en cambio los humanos no pueden vivir sin él. Siempre tan preocupados por su cuerpo, y sabés bien que el cuerpo es sólo un traje que el alma usa para estar en estos mundos, cuando el traje se rompe, se estropea o envejece, el alma deshecha el traje y va por otro, y así hasta el final de los tiempos. Entonces, por qué preocuparse por la apariencia de las personas, por qué es que tiene que influir su físico para determinar como debe ser tratado. Y de ahí radica el peor de los defectos humanos; la indiferencia, sí la apariencia de un humano no es "atractiva" como ustedes lo llaman, simplemente son ignorados, incluso su posición social influye para determinar el trato. Cuando aprendan a ver el alma, vean sin necesidad de abrir sus ojos, sólo entonces estarán más cerca de encontrar la perfección terrenal.

—Iré al Gran Salón, Darwin estará ahí para encontrar una solución contra los Rashween. —dijo Drew haciendo un ademán con su mano para despedirse y se alejó con paso firme y decidido.

—¿Quiénes son los Rashween?

—Los Rashween son la razón por la que estás aquí. —respondió Oshreed—. Son Hoscullum que han sido afectados por El Brote. Nuestra raza está en guerra —negó con su cabeza y continuó—. Es algo imposible o almenos eso creía.

—No puedo creer lo que estás diciendo, Oshreed, los Hoscullum no experimentan el odio, y es el odio el que origina las guerras.

—En eso estás equivocado, Jahess, Drake, o como prefieras que te llame, el odio no es un sentimiento, no es una emoción, es simplemente en lo que se transforma el amor. Y es que hay dos tipos de amor: el terrenal y el espiritual. El espiritual es ese con el que compartimos toda la existencia, ese que barre con todo, no importa que cuerpo este habitando el alma, siempre estarán juntos en todas las vidas. El amor terrenal es distinto, es un alma distinta en cada vida. Los Hoscullum sólo sentíamos el amor espiritual, por eso nunca habíamos experimentando el odio, pero cuando salvaste nuestro mundo, alguien se enamoró terrenalmente de ti. Eras tan perfecto que hiciste que una señorita de estas tierras sintiera un amor que iba contra su naturaleza, pero tú te encontrabas en una vorágine de amor espiritual con la señorita Zohar. Y así nació El Brote, gracias a tu perfección.

Yo había salvado a una raza pero al mismo tiempo la había condenado, la había contaminado y ahora se encontraban al borde de la destrucción igual que los humanos. Pero había algo que me dejaba aturrullado, que me hacía quedar sin palabras para poder transmitirle mi inquietud, y sí, estoy hablando de esa revolución de flashes que vi al caer de las escaleras en el reloj inglés.

—Veo que quieres hablar de algo. —Oshreed sonrió ladinamente.

—Nunca considere correcto el que me leyeras la mente, Oshreed. —respondí con serenidad y le devolví la sonrisa para poder continuar pero él me interrumpió.

—Lord Jahess Brown, sabé usted muy bien lo que nosotros los Hoscullum hacemos. Más que leer los pensamientos, escuchamos los gritos de horror que el alma intenta soltar pero no puede. Nosotros atendemos al llamado de esos gritos de auxilio que el alma nos refleja, más no indagamos en una mente, eso sería demasiado imprudente. —me sonrió con ironía haciendo que recordara lo sucedido con madre.

—Hace unas horas caí de unas escaleras, iba a morir, pero no lo hice. Yo siempre creí que en esos momentos el alma proyectaba todas las vidas que había vivido para hacer una autoevaluación sobre que tan cerca estuvo de lograr la perfección. Pero en lugar de eso... vi a parejas demostrando amor.

Oshreed soltó una ligera risa y me miró con alegría, le causaba gran emoción mi absurda confusión.

—En efecto, eso sucede cuando estás a punto de morir, pero tú estuviste al borde de la muerte justo después de ver a tu amor espiritual.

—¡Drew! —respondí sin titubeos.

—Pensé que no lo sabrías, que la masa corporal humana te afectaba. —comentó Oshreed.

Era verdaderamente extraño como seguía teniendo la ingenuidad de Drake acompañada de la sabiduría de Jahess. Ahora comprendía el por qué me sentía tan atraído a Drew, él es mi amor espiritual. Fue en ese momento de mi existencia donde comprendí que, el amor que yo sentí, siento y sentiré por Drew jamás se verá amenazado por el amor terrenal que pueda llegar a sentir.

Una Noche MásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora