Es una situación totalmente irregular, pero lo extraordinario del tema lo demanda.
Normalmente, un presidente de club no va a las prácticas para fichar posibles jugadores para comprar en el mercado de pases. De eso se encarga el DT o los ayudantes de campo, sobre todo en cuestión de inferiores. Pero estamos ante un equipo de Primera División, y la cosa se complica más aún, siendo su figura fácil de reconocer. Por eso hoy optó por una gorra con visera, anteojos negros y barbijo para pasar desapercibido, aunque el auge del COVID ya pasó hace bastante.
Martín Demichelis pasó de ser un director técnico campeón en River Plate para luego retirarse un año y volver, a sus cuarenta años de edad, como presidente del club. La victoria en las elecciones fue avasallante. Más del noventa por ciento de los votos fueron a favor de 'Micho' y ninguna duda que su amor por los colores llevaría al club aún más lejos en cuestión de infraestructura y preparación.
Sentado en las gradas de cemento junto a Javier Saviola, el actual director técnico de River, también disfrazado cómicamente con un bigote falso y anteojos, Martín observa la práctica junto a algunos periodistas en el predio. Usan pases especiales, a fin que no puedan ser descubiertos, aunque la mayoría de los empleados a esta altura ya sepan de quienes se tratan.
— Es aquél ¿ves lo que te digo? —comenta Saviola, apuntando con el mentón—. El nueve. Es un desperdicio acá.
—¿Y por qué volvió a Argentinos si estaba en Europa? —la pregunta se responde sola, pero necesita saber lo que el común de la gente comenta sobre el tema.
—Por lo que tengo entendido, no se llevaba bien con el equipo. Lo cual es difícil de creer porque por lo que entiendo, los compañeros lo adoran. —agrega el DT, fregándose las manos.
Los ojos de Martín se centran en el susodicho.
El joven de veintiocho años se llama Diego Rodolfo Placente y ya está grande para que lo compren de afuera nuevamente. Situación que a River le vendría como anillo al dedo. Hoy su visita tiene como destino descifrar la incógnita de si deben monopolizar al jugador para los Millonarios o no. El presidente observa la precisión de sus pases, sus largas y musculosas piernas que en un par de zancadas pueden volver loco a cualquier rival. El control que lleva de la pelota es increíble. Puede maniobrar de la manera que sea para tenerla siempre a su merced sin importar la cantidad de rivales que lo acechen. Su mirada siempre atenta a sus compañeros, rápido en la toma de decisiones. En un momento, se escucha la carcajada de Demichelis detrás del barbijo.
—¿Lo viste? ¡Acaba de hacerle un caño a un compañero! —exclama Saviola, igual de divertido.
Efectivamente el pelilargo con un arito de plata en la ceja derecha le metió un caño a un rival a fin de sacárselo de encima y encarar hacia el arco, haciendo un pase magistral para que otro de sus compañeros pueda marcar el gol.
—Ahí está el otro. El cinco. —señala Saviola con una mano, al muchacho que festeja el gol con Placente y los demás.
El jovencito también tuvo su fichaje con una temporada en el Real Madrid y apenas un año en el F. C. Barcelona. Con veintisiete años, Juan Román Riquelme es el cinco de Argentinos Juniors, quien regresó a su país luego de una depresión que lo obligó a volver a su casa. Extrañaba demasiado su hogar, su tierra, su gente y sus amigos. El club pudo recuperarlo sin perder demasiado dinero, pero el mercado internacional perdió interés en él y decidió quedarse en el plantel del club que lo vio nacer.
—¿Vos decís que los dos van bien? —pregunta Demichelis, bajándose el barbijo para poder respirar un poco del aire fresco del atardecer.
—Sí, no me queda duda. El cinco es un desperdicio acá también. Te darás cuenta por qué. —Saviola reposa sus codos en las rodillas y niega con la cabeza—. Tienen que venirse con nosotros.
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Variante de Cambio (Demichelis x Placente)
FanfictionMartín Demichelis es el flamante Presidente de River Plate y busca nuevos talentos para el club. Su interés se centra en dos jugadores de Argentinos Juniors: Diego Placente de 28 años y Juan Román Riquelme de 27. Las cosas se complican cuando algo m...