Habían pasado algunos días desde que Kaigaku y Kokushibo hicieron el trato pero Kaigaku no se había presentado aún lo que tenía a Kokushibo de malas. Los clientes volvían a ser pocos y lo peor de todo es que no había visto a su bello violinista otra vez.
— Tengo que ir por él. — Zohakuten lo vio con una ceja levantada — Las cosas Irán en picada si no vuelve. —
— Tus celos Irán en picada si no vuelve. — Bromeó el más bajo con un tono serio — Te diría "dale tiempo, todos tienen sus propios problemas" pero escuché que estaba trabajando en el bar de los Hashiras —
— Sí... También lo escuché, ese maldito enano. — El hombre de traje se levantó dispuesto a ir a otro lugar.
— ¿Qué harás? — Zohakuten conocía ese rostro, sabía que las palabras no serían lo único que usaría para traer a Kaigaku de vuelta.
— Lo que sea necesario — Acomodó su traje y salió del bar, Zohakuten solo podía suspirar y esperar a ver que pasa.
Los hermanos adoptivos se mantenían en casa, Kaigaku practicaba con el violín mientras Zenitsu terminaba una tarea. Repentinamente alguien tocó la puerta por lo que el menor de la casa fue a abrir, grande fue su sorpresa al ver a un tipo alto de cabello largo, traje y una mirada seria.
— ¿Dónde está Kaigaku? — Preguntó amenazando, causando un escalofrío en la espalda del rubio.
— ¿Qui... Quién lo busca? — A pesar de haber tartamudeado trató de verse como alguien valiente... Claramente fracasando.
— Más te vale que venga o... —
— ¿O qué? — Ambos voltearon al oír la voz de un joven de cabello negro y una mirada ligeramente furiosa.
Kokushibo entre cerró los ojos para verse más amenazante. Movió al Rubio con el brazo derecho y se acercó a Kaigaku, el cuál se mantenía firme y aparentemente enojado.
— Teníamos un trato. — El hombre sonaba firme.
— Y lo voy a cumplir, pero necesito tiempo. —
— ¿Tiempo de qué? Ya te han visto en el bar de los Hashiras, no necesitas tiempo de nada. —
— Emm... Kaigaku. —
— ¡Claro que sí, tengo una vida y muchas responsabilidades que cumplir! —
— ¡El bar de las Lunas es una de ellas! —
— Kaigaku. —
— ¡Pero no es una obligación! —
— ¡CLARO QUE LO ES! —
— ¡KAIGAKU! —
— ¿QUÉ? — Ambos pelinegros voltearon al oír el llamado del rubio, quien veía la puerta con inquietud.
— El abuelo se está acercando. — Advirtió, sin quitar la vista de la calle.
— Carajo. — Kaigaku vio a todos lados, esa situación nunca se la esperó por lo que no tenía plan alguno, pero debía ser rápido y silencioso.
Tomó al más alto del brazo y lo llevó escaleras arriba, de un empujón lo metió a su habitación, dejando al contrario totalmente confundido.
— ¡No te muevas de aquí! — Cerró la puerta y corrió hacia abajo.
Para su suerte su abuelo aún no llegaba
Cerró rápidamente la puerta y ambos fingieron que no había pasado nada, que no había un hombre, enemigo de su abuelo, en la habitación de Kaigaku: al momento de que Jigoro entró, ambos se levantaron, Zenitsu lo abrazó como siempre hacía y Kaigaku solo dejó que el anciano acariciara su cabeza.Jigoro parecía muy feliz, habían tenido muchos clientes por lo que fue un día cansado. Subió a su habitación dejando a los dos hermanos en la sala, hermanos que soltaron un gran respiro lleno de alivio. Kaigaku subió a su habitación y rápidamente entró y cerró la puerta, encontrando a Kokushibo sentado en la cama y admirando su violín, violín que dejó de lado al darse cuenta de su presencia.
— ¿Qué carajos? — Fue lo único que preguntó el más alto.
— No lo entenderías, ahora largo. — Ni siquiera lo vio, solo tomó su violín y lo guardó en su respectivo estuche.
— No he terminado contigo. — Dicho eso, jaló del brazo a Kaigaku atrayendolo a él, pegando su cintura contra su abdomen.
— ¿Qué estás haciendo? — Trató de no gritar, estaba realmente confundido y a la vez con una idea de que estaba pasando. Tampoco era tan imbécil.
Kokushibo no perdió tiempo y comenzó a besar el cuello de Kaigaku haciendo que este se estremezca, puso ambas manos en los hombros del más alto para tratar de alejarlo pero este lo tenía bien agarrado de la cintura y era aún más fuerte que él. Pronto comenzó a jadear, su cuerpo se comenzó a calentar y de repente sintió como Kokushibo lo besó: sus labios eran suaves, carnosos, calientes y comenzaban a ser húmedos.
La intensidad del beso era tanta que la lengua del mayor se abrió paso a la del menor, creando una danza entre ambas lenguas. Kaigaku en todo momento trataba de alejarse pero poco a poco se iba perdiendo, perdiendo fuerza y conciencia, tanta que su cuerpo inconcientemente se acercó más al de cabellos largos, abrazando débilmente su cuello.
Respiró profundamente en busca de aire cuando sintió que por fin su boca era libre pero de un momento a otro estaba sobre la cama boca arriba y con el tipo de traje sobre él, con una mirada penetrante pero las mejillas levemente rosas y con la respiración agitada.
— Te quiero ver mañana en ese maldito bar — Amenazó con voz firme y ronca, para luego alejarse de Kaigaku y salir de su habitación.
Kaigaku estaba tan descolocado que esa cabeza fría y calculadora se había apagado por unos segundos hasta que escuchó la puerta principal cerrándose. Se levantó rápidamente y al bajar solo vio a Zenitsu viendo fijamente a la puerta mientras temblaba.
Kaigaku suspiró de forma cansada, aunque trataba de negarlo, le había gustado, no, le había fascinado. Tal vez tenía razón, tal vez ya sea hora de llevar a cabo ese plan que le había contado a su "hermano" de todos modos parecía que Michikatsu de verdad estaba desesperado, no por los clientes, no por la música, si no por él. Sonrió, sonrió ampliamente pues ya tenía algo más a su favor, algo que podría beneficiario tanto.
Zenitsu lo veía, ver esa sonrisa le daba escalofríos pues sabía que su hermano tenía cosas a su favor y haría cosas estúpidas que aunque traían un gran bien, también traían grandes consecuencias que si no se cuidaban, podrían cobrarles.
Hola, JAJAJA.
Perdón por no haber subido capítulo, estuve ocupado y con poca imaginación pero miren el lado positivo, hubo acercamiento carnal, yupi.
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☾ ˚𖥔 🎻 𝐄𝐥 𝐕𝐢𝐨𝐥𝐢𝐧𝐢𝐬𝐭𝐚 | 𝐊𝐨𝐤𝐮𝐤𝐚𝐢 ਏਓ ~
Sonstiges•|♔| 𝕴𝖒𝖆𝖌𝖎𝖓𝖆 𝕰𝖘𝖙𝖔: |♔| • ᭬᭳᭫⃟⸾⃟🌙Vas a un bar por algo de beber y al entrar eres recibido por la melodía de un violín, pero no solo eso, si no que también eres recibido con la belleza de un chico de unos 17 años que buscaba una forma de l...