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La mansión Alt se inundaba de llantos.

¿Por qué?¿Por qué a mí?

El castaño lloraba, estaba devastado, no sabía que hacer, le quitaron a su hijo, le habían quitado a su niño.

La policía estaba afuera de la mansión, querían detalles de lo que habia pasado. El castaño les contaba todo a detalle.

La noche había llegado, los dos castaños estaban disfrutando de una cena deliciosa. Riendo y jugando.

Llegó la hora de dormir, el mayor acostó a su pequeño en su gran cama, prendió la lámpara de la mesita que estaba alado de su cama y arropó al pequeño.

No tardo mucho para que el menor cayera en un profundo sueño. Su padre decidió ir a tomar un ducha para después ir a dormir.

En medio de su ducha escucho algunos ruidos, pensó que era su pequeño, pues aveces se solía despertar y buscaba algo para comer.

El mayor se apresuro para poder ir a ver a su niño, ya vestido salió del baño y se dirigió al cuarto del menor.

No estaba.

Bajo rápidamente al segundo piso.

No estaba.

Bajo al primer piso.

No estaba.

No lo encontró por ningún lado, se estaba poniendo nervioso.

Bobby mi amor, sal porfavor -dijo el mayor con lágrimas en sus ojos, estaba asustado ¿Donde estaba su hijo?- Bobby campeón, vamos no me está gustando tu juego, es hora de dormir- dijo con la voz entrecortada, queria pensar que era solo una broma de su pequeño.

No había señal del pequeño.

El castaño llamo a la policía y a sus padres, no sabia que hacer.

Lloro, lloro mucho, su garganta le dolía gritaba el nombre de su pequeño pero no hubo respuesta.

Jaiden consolaba a su hermano, lo intentaba calamar aunque era imposible los dos estaban llorando, era su niño, ¿que habia pasado? ¿Donde estaba?

La policía hablo con Roier, llevándolo a la habitación de su hijo.

Habían encontrado unas pastillas tiradas, la ventana estaba abierta, rastros de vidrios, por la lámpara de mesa, y algunas gotas de sangre.

Cuando escucho lo último, le entró miedo y esperanza.

Esperanza, por qué si esa era sangre del secuestrador, lo encontrarían mucho más rápido.

Miedo, por qué talvez la sangre sería de su pequeño, no quería pensar que el secuestrador había dañado a su hijo.

La familia de Roier se quedó toda lo noche con el, la policía estaba revisando el cuarto y algunas habitaciones más, para saber cómo el secuestrador entro a la casa.
Era imposible entrar al cuarto del niño desde afuera, Bobby tenía su cuarto en el tercer piso, nadie pudo haber subido hasta ahí.

Entro por la puerta de atrás, había forzado la cerradura.

Vigilaba todos los movimientos de Roier, al ver que entro al baño aprovecho y entro llevándose al niño.

[...]

Pasaron ya 10 semanas desde la desaparición de su hijo, Roier cada día estaba peor, lloraba todo el día, no comía, no dormía y la policía...pues no ayudaba mucho.

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