Pasaron dos horas en que Nathan no tuvo el atrevimiento de entrar al departamento de música. Se había quedado sentado todo ese tiempo en un banco junto a la fuente porque tampoco sabía adonde ir. Decidido y abatido, se puso de pie y tomando su violonchelo, se levantó.
Fue al dar un paso cuando salieron dos compañeros del edificio: Cielo y Lyosha. Nathan se quedó helado, deseando no ser visto por ninguno. Para su suerte fue así, ya que ambos reían en una entretenida charla que congeló aún más al chico.
—Es un cobarde. —decía Lyosha— ¡Sabía que no se presentaría en clases! Le cayó el brillo por ser un presumido.
—Tienes razón. Se le cayó el brillo. Se lo merecía. —agregó Cielo, entre carcajadas. Luego suspiró— Una lástima siendo tan lindo...
—Pero, si es gay. —hizo una mueca de disgusto.
—¿Y eso qué tiene que ver?
—-¡Un gay fracasado!
Mientras los dos se empezaron a discutir, Nathan dejó de escuchar y caminó rápido hacia el otro lado del campus. Una vez lejos, se sentó detrás de un árbol y rompió a llorar.
Era la primera vez que hablaban así de él. Y lo peor era que Lyosha y Cielo eran los primeros en hablarle y halagarlo por sus logros. Casi los consideraba como amigos en vez de solo simples compañeros de clases.
¡Ja! Iluso.
Al final tampoco tenía con quien desahogarse.
Limpió su cara con las mangas de su campera. Aferró su violonchelo a la espalda y se puso de pie, caminando cabizbajo hacia la salida. Llegando a esta, escuchó una voz que lo llamaba. Era Eliel. Nathan se quedó inmóvil unos segundos antes de voltearse con una pequeña sonrisa.
—¿Terminaron tus clases?
Eliel, ya a su lado, lo observó con suma atención. Pareció dubitativo por un rato. Pero al final, carraspeando, habló.
—Te iba a pedir que me enseñes el centro. Digo, para no perderme por la ciudad.
—¿Me viste con cara de guía turístico? —le preguntó Nathan, pero agregó:— Sería interesante. Hay un arcade muy bueno en el centro comercial.
Eliel se mostró encantado con la idea. Sin embargo, Nathan no tenía ganas de hacerlo. Más por la sospecha de que el violinista no parecía que iba a decir eso. No obstante, si Eliel no lo mencionaba, no tenía porqué preguntarle.
—¿Cuándo iremos? —le preguntó— ¿Mañana?
—Mañana tene... Tengo clases.
—¿Y entonces? ¿Cuándo?
Eliel sonrió como si hubiera recibido una buena noticia. Nathan esperó por una explicación. Pero el violinista respondió:
—El sábado estaría bien.
° ° °
Llegó agotado a su casa, en el horario en que siempre solía llegar. Había estado dando vueltas por ahí, después de despedirse de Eliel, diciendo que iría a su siguiente clase. Dolía mentirle, pero no había otra forma. Eliel apenas lo conocía y tarde o temprano se enteraría de que no era más que otro fracasado. ¿Quién querría juntarse con uno?
Nathan entró a su casa, en silencio, cerrando la puerta con suavidad. Casi de puntillas, caminó fuera del recibidor en dirección a las escaleras. Sin embargo, las voces en el living lo detuvieron.
—Tú nunca le das importancia a estas cosas, Patricio. ¡Te lo tomas todo con calma! mientras yo tengo que dar la cara de vergüenza delante de mis amigas. Todo por culpa de él.
—Fue un momento de mucho estrés para Nathan. Ya habrá otra próxima vez...
Patricio respondía, agotado, desde el sofá. En sus manos sostenía un libro y fruncía el ceño cada vez que Bárbara elevaba el tono de su voz.
—Como si la hubiera. Como si nunca hubiese subido a un escenario y hacer las cosas bien. ¡Gastamos una fortuna para que toque el piano! ¿Para qué? ¿Para que nos deje así de mal parados? ¡Y hasta se atreve a ir a la universidad...!
—¿Qué sugieres, entonces? —Patricio al fin la miró a los ojos, cerrando el libro bruscamente— ¿Que deje de pagarle la matrícula?
Antes de que Bárbara pudiera responder, con impotencia y lágrimas asomando en sus ojos, Nathan se adelantó:
—¡Sí! Dejaré la universidad. ¡No voy a ser músico!
Y sin permitir una contestación, subió rápido las escaleras para encerrarse en su cuarto.
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La noche en que florecieron acordes.
Teen FictionDesconsolado por perder una competencia de piano, Nathan Lynch siente que todo a su alrededor pierde su sentido. Sin embargo, al conocer a Eliel Ramos, un violinista que vive al lado de su casa, conoce otro tipo de música que lo inquieta aún más. El...