Preludio

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FEBRERO 2029

La noche se siente cálida. Han sido áridas jornadas poco comunes de un verano que ha azotado con rudeza los cultivos del sur de chile. En uno de los tantos fundos que bordean el lago Llanquihue, los trabajadores se retiran de sus labores un poco más tarde de lo habitual, tras un festejo organizado por el hijo menor de los dueños del predio, quien habiendo quedado a cargo de las faenas mientras su familia se encuentra fuera del país, decide cerrar el día previo al fin de semana derrochando alcohol y comida para los hombres que por años han sido su principal mano de obra, pero el motivo principal no es solo ser un patrón cercano con su gente, si no que gracias a esto, tiene la excusa perfecta para invitar a la hija mayor del jefe de obras, una joven dotada de belleza y sensualidad, a la cual día a día contempla desde lejos mientras reparte los almuerzos de los trabajadores. La mirada y murmullos de casi todos los obreros son parte de la rutina cada vez que la chica de largo cabello azabache aparece en el predio con sus diminutos vestidos ondeándose al viento.

Por su parte, aquella noche, la chica por fin cumplirá su sueño, pues al haber sido invitada junto a su padre a la celebración se le da la oportunidad de compartir de manera sutil miradas furtivas con el patrón, pues su corazón le pertenece desde que era una adolescente y lo veía llegar cada verano a pasar sus vacaciones en el fundo. A diferencia de los años anteriores, por primera vez el fornido joven arriba a la zona soltero y a cargo de las obras. Es la ocasión perfecta para coquetear con tan bella muchacha, por lo que durante el festejo se arma de valor para hablarle cuando su padre ya se encuentra ebrio y desparramado sobre un mesón. Las risas y roces de sus manos al son de la fuerte música y alboroto de los trabajadores, los acercaba cada vez más sin poder disimular la atracción que ejercen sus cuerpos.

El astuto muchacho, al verle tan entusiasmada con sus encantos no duda en hacerle una especial invitación a la que ella accede una vez que los trabajadores se llevan a su padre casi inconsciente de regreso a la casa en un sitio vecino. Ya no hay excusa para esconderse, pues estando a solas y pasados de copas; los besos y las caricias van en aumento en las cercanías del fogón que ya casi se extingue. Es el momento preciso para desplegar todos los encantos para que la joven se entregue y, siendo el patrón un experto seductor, se desabotona la camisa de forma pausada para provocar en ella lo que tanto desea. Luego de ver en los ojos de la chica el ardor que proviene de su interior, le tomó la mano y la lleva hasta una de las terrazas de la enorme casa en donde una exquisita tinaja humeante los espera. La luz de la luna llena ilumina con sus tintes plateados y se puede ver con claridad el diminuto estero que les provee el agua traída desde la misma fuente cercana: el apacible lago entre las montañas.

En medio del vapor sus cuerpos desnudos descienden en una danza de caricias al saber que no existe nada que pueda detenerlos, el sudor resplandece con la luna y las agitadas aguas desbordan la tinaja en donde están dando rienda suelta a sus pasiones. Sus cuerpos conectados como nunca imaginaron son interrumpidos por un fuerte destello anaranjado, seguido de un estruendo que hace vibrar el lugar. El corazón asustado de la joven la hace llevar su mirada hacia el lago desde donde le pareció que provino aquel extraño sonido, quiso detenerse para averiguar, pero el insaciable patrón le sugiere continuar insistiendo en que debe haber sido algún fuego artificial en el pueblo. Los musculosos brazos del muchacho la envuelven con fuerza mientras ella se contonea de placer, sin notar que desde el lago una siniestra mancha rojiza tiñe las aguas y avanza con la corriente por los ríos, esteros y también por el pequeño cause que conduce hasta la tinaja en donde sus extasiados cuerpos estallan en un orgasmo tras el cual se rinden en una tregua para tomar aliento, riéndose en complicidad. No obstante, la dicha termina de forma abrupta, pues en cuanto la joven mira a su alrededor se da cuenta de que ya no están sumergidos en agua; la tinaja parecía estar llena de sangre humeante. Se abraza aterrada a su acompañante, el que intentando parecer valiente mira de un lado a otro sin dar crédito a lo que pasa. Una presencia oscura emerge de entre las aguas sin darles tiempo para huir. Sus miradas espantadas se cruzan un instante: un susurro inentendible y macabro se deja oír, luego son succionados por una fuerza descomunal que los sumerge en las rojas aguas, mientras se resisten dando brazadas desesperadas. El silencio se apodera del lugar, sus cuerpos afloran inertes y deshidratados, como si hubiesen sido calcinados en un instante. La sangre en sus ojos refleja la terrible muerte de la que fueron víctimas, mientras una sombra se desliza por entre los arbustos y la mancha roja se diluye por los diferentes afluentes.

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