El Ente

5 1 0
                                    


Tras la muerte del Presidente y su familia, el ejército ha iniciado una infructuosa búsqueda del ente siniestro que está sembrando el terror en la población del mundo, pues en todos los rincones del planeta se están tomado estrictas medidas de emergencia para evitar que las personas estén expuestas; muchos países han cerrado sus fronteras y se alistan para enfrentar un enemigo desconocido.

Los radares no han podido detectar hacia dónde se ha ido, mientras que los enfermos bajo el control del ser siniestro, destrozan todo a su paso como animales enfurecidos; atacan a la personas sanas solo con el afán de despedazarlas. Las familias se encierran en sus casas intentando esconderse de la amenaza, pero son encontrados con facilidad y terminan siendo mutilados en minutos. El movimiento militar es arduo en las calles, han comenzado a disparar a todos los afectados, que han denominado como "poseídos", pero los intentos son infructuosos, pues por más impactos de balas que reciben, estos continúan con vida. El llamado oficial es a refugiarse en subterráneos y sitios de difícil acceso.

El Río Rahue, principal afluente que atraviesa la ciudad, está contaminado por completo. El ente, al sumergirse en sus aguas, ha acabado con la escasa vida que quedaba en el cauce y ahora la mortandad de peces y animales forman parte del paisaje que se distingue desde los helicópteros que vigilan desde lo alto.

Kilómetros más al noreste de la ciudad, en uno de los riachuelos cercanos al Lago Ranco, el ser se materializa otra vez; el agua se revuelve en un espeso líquido rojizo que emana vapor y se levanta como un remolino dando forma a su cuerpo. Se estira para sentir sus extremidades y su respiración es como un rugido; mira sus manos temblorosas y percibe que le falta energía para continuar con su propósito. Sus ojos comienzan a encenderse y se revuelven como lava incandescente, luego conecta su mente con los poseídos y sonríe de forma macabra.

—Viene por ti —susurra como un mantra.

Los poseídos enloquecen al sentir la presencia de quien los domina y, por un instante, dejan de atacar a la población; los militares observan con atención sus movimientos.

El ente agita sus brazos y los poseídos se mueven al compás de sus actos, diminutos destellos se desprenden de los deteriorados cuerpos y vuelan en dirección al amo que dirige este suceso. Tras alimentarse de la energía de sus súbditos, vuelve a emitir un estridente sonido que espanta las aves del lugar, el ser malévolo empuña sus manos y las agita en lo alto, luego permanece inmóvil por un breve instante, está sintiendo lo que ha hecho a la distancia; pues un gran número de los poseídos caen fulminados, mientras que el resto convulsiona en el suelo regresando a su estado antes de la posesión.

Los militares, atónitos, corren a socorrer a los enfermos, pero muchos de ellos ya no tienen signos vitales; el ente los ha eliminado.

En las cercanías del Lago Huishue en la cordillera de los Andes, Demian y sus amigos han llegado al refugio. Un enorme portón de madera se abre para que ingrese la camioneta, todo el recinto está cercado y en su interior hay una decena de enormes domos construidos en forma circular, en el centro se distingue entre las antorchas encendidas lo que parece ser una pileta. Un grupo de personas se acerca a saludar a los recién llegados.

—Son puros cuicos, mi perro —murmura Pipo a Demian, el que responde con un codazo para que no lo repita.

—No me digan que es un Spa... me quedaré aquí —afirma Marco asombrado por las instalaciones en medio de la montaña.

Eva y Octavio descienden y saludan al pequeño grupo que se ha asomado a recibirlos. Sopla un poco de viento y la temperatura de la noche se hace notar. Todos visten de manera deportiva y las mujeres lucen cuerpos bien cuidados, a diferencia de algunos hombres que se parecen a Octavio.

El matrimonio los presenta al resto y les ofrecen alojamiento en uno de los domos para los visitantes. Luna y Marco sienten que han llegado a un resort de vacaciones, recorren el lugar que les han facilitado y se tienden sobre las camas con los brazos extendidos.

—¡Amigo, necesitaba una cama así de suave! —exclama Luna sumergida como en una nube.

—Weona, el edredón es de plumas de Eider... son los que usa mi abuela —afirma Marco tocando el edredón.

—¡Y esa weá qué significa, perrin! —grita Pipo junto a Demian, mientras los miran regocijándose en la cama.

—Es de los más caros del mundo —responde Marco sentándose en la cama con cara de felicidad.

Demian y Pipo se ríen en complicidad, buscan ropa limpia para ir a cenar; pues los anfitriones les han solicitado que asistan al comedor en un rato más. Tras ducharse y ponerse lo único limpio que cada uno tenía, deciden salir en dirección al domo utilizado como comedor; caminan por senderos de piedra iluminados por antorchas, se escucha una suave música y el bullicio de las personas desde el salón.

Los cuatro ingresan al comedor y todos voltean a verlos, unas cuantas risas se escuchan entre los murmullos, pues están vestidos como excursionistas y los demás están con ropa blanca de lino.

—¡Disculpen, pero no traemos nada para la ocasión! —se excusa Demian con la manos en los bolsillos.

Varias mujeres los miran con curiosidad, pues los tres jóvenes les parecen atractivos; sus maridos dirigen la vista hacia Luna, la que no suelta la mano de Pipo.

—Pasen, guapos, sean bienvenidos y siéntanse en casa —invita Eva mostrándoles la mesa en donde tienen todo servido—. Ya mañana podrán conocer bien todo lo que hacemos en nuestro refugio. —Sonríe mientras acomoda a Demian en su silla.

La mesa llena de comida casera humeante los hace olvidar por un momento los malos ratos pasados y se unen a la grata conversación de las personas que se les acercan para darles la bienvenida, incluso hacen un brindis con kombucha en honor a los visitantes. Tras un rato de relajo y risas en el comedor, cerca de la medianoche, comienzan a apagar las luces y antorchas para que puedan dirigirse a sus domos a descansar. Respiran aliviados, necesitan reponerse una noche sobre una cálida cama.

AJENJODonde viven las historias. Descúbrelo ahora