El Refugio

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Apenas el sol salió, comenzaron a levantarse los integrantes de la comunidad; algunos hombres cortan leña y la llevan hasta la cocina para que los encargados puedan preparar las diferentes comidas del día. Las mujeres, en su mayoría, se dedican a realizar meditaciones guiadas por Eva. Se reúnen a un costado de los domos y extienden sus mantas sobre el césped para conectar con la divinidad. Otros se dedican a las diversas tareas para que la comunidad funcione; la primera parte de la mañana la destinan a sus deberes hasta cerca de las ocho cuando ya el buffet de desayuno es servido.

El sonido de una campana desde la puerta del comedor, anuncia que es hora de comer y con esto despierta Luna de un brinco; observa a su alrededor y sus amigos recién comienzan a abrir los ojos, han tenido un sueño cómodo y reparador. Pipo se levanta y va a saludar a la chica con un beso, mientras que Demian y Marco se extienden en sus camas.

—¡Qué vergüenza, creo que ya todos están levantados! —exclama Luna abrazada a Pipo.

—Sí, es mejor que vayamos a ver en qué podemos ayudar —sugiere Demian, sentándose al borde de la cama.

—¿No les diremos que estamos acá escapando de la peste que hay en la ciudad? —consulta Marco somnoliento.

—No, mi rey, si quieres seguir en este hotel de viejos con plata es mejor quedarse piolita —sugiere Pipo y le lanza una almohada.

Entre risas se levantan con prisa y se acercan hasta el comedor en donde la mayoría está terminando su desayuno. Al entrar se sienten avergonzados, las miradas de todos los presentes están sobre ellos, pero Eva les invita a pasar y se dan cuenta de que no están siendo juzgados; algunos les hacen bromas y se les acercan a saludar mientras comen. Marco se siente extasiado al beber una taza de humeante café de grano, una de sus bebidas favoritas.

Luego del desayuno, el grupo parece estar en libertad de realizar la actividad que más gusta a cada uno. De pronto el portón se abre, es la camioneta de Octavio quien salió del recinto antes del amanecer para comprar provisiones a los lugareños que acostumbran vender sus productos. El hombre se baja del vehículo y hace unas señas llamando a su esposa, la cual corre para ver qué le sucede; él parece decirle algo serio, pues Eva lleva una de sus manos hasta su boca y mueve la cabeza como negando lo que escucha. Algunos observan atentos la situación y se acercan a ellos para saber qué ha sucedido. Octavio se ha enterado de la noticia de la terrible muerte del Presidente y su familia, además de la aparición del temible ser malévolo que ha atemorizado a la población. Muchos lamentan el deceso y manifiestan que eran adeptos del mandatario, por lo que el ánimo decae por unas horas en la comunidad.

Mientras las horas pasan, Demian hojea el viejo diario de su abuelo y repasa cada palabra para ver si encuentra algo nuevo que pueda ayudar; a su mente viene el momento en que Luna le advirtió de algo en el texto y fueron interrumpidos por la aparición de militares en la cabaña de Pipo. Busca entre las líneas del amarillento cuaderno y encuentra un par de letras remarcadas.

—Omiun —murmura Demian pensativo.

Se encuentra sentado en un banco debajo de un gran árbol, intenta descifrar qué puede ser esa palabra, mientras observa a las personas en sus diversas actividades; sus amigos están ayudando a un grupo cerca de una bodega.

—¡Perrito, ven a ayudar! —le grita Pipo a todo pulmón—. ¡Mi rey aquí no ayuda mucho! —añade indicando a Marco que está algo complicado.

Demian guarda el diario en su bolsillo y corre hasta donde se encuentran apilando leña; Marco parece no estar a gusto con su tarea y es evidente que no lo ha hecho nunca, pues carga de uno en uno los trozos que debe apilar dentro de la bodega, mientras que los demás llevan mucha más carga entre sus brazos. Luna les da ánimo y en ocasiones presta ayuda, está más entusiasmada viendo los brazos de Pipo y riéndose de Marco realizando tareas pesadas. Los cuatro pasan un par de horas ordenando el lugar, en conjunto con otros hombres y hablando de lo que ocurre en el país; intentan obtener más información acerca de qué hacen en la comunidad y por qué fueron llamados "raritos" por el lugareño que les contó sobre su existencia.

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