4. Clase de vuelo

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Cuando Hooch llegó al campo de Quidditch todos los alumnos de primer año ya estaban allí, cambiados ya de sus zapatos habituales a las gruesas botas con cordones, ya que había llovido la noche anterior y el terreno se encontraba lodoso. Algunos alumnos, la mayoría nacidos de muggle, estaban mirando las decenas de escobas tendidas en el campo con un poco de fascinación, o miedo en su defecto. Otros estudiantes simplemente optaron por ignorarlas, siendo indiferentes para ellos; y, los estudiantes que habían crecido con escobas de lujo entre sus manos, criticando las viejas y descuidadas escobas del colegio, como si no fueran suficientes para ellos.

— Buenos días, clase. — Alzó la voz la profesora mientras llegaba al terreno y se ponía en una de las esquinas de la fila de escobas para poder ver a todos los niños.

— Buenos días, señora Hooch. — Respondieron todos los alumnos casi a la vez.

La señora Hooch era una mujer de una edad no tan avanzada como otros profesores que ya habían conocido, con unos ojos impactantes amarillos como el sol y un pelo plateado que cubría toda su cabeza. Lucía un poco estricta, pero a su vez amigable, era extraño. La profesora los miró a todos, sonriendo, antes de comenzar a dar la clase. — Bienvenidos a vuestra primera clase de vuelo. — Tenía un toque de emoción en la voz. — Bien, ¿a qué esperáis? — Dijo al observar dónde estaba cada alumno. — Todo el mundo al lado izquierdo de una escoba. — Todos los alumnos se colocaron al lado izquierdo de una escoba, algunos luciendo más seguros o emocionados que otros. — Extended la mano sobre la escoba, y decir, "arriba". — Indicó Hooch.

La clase no tardó más de un segundo en llenarse en gritos de "arriba", algunos eran inseguros y en tono bajo; otros demasiado fuerte, como si le estuvieran gritando todos los pecados del mundo a la escoba; otros lo hacían en un buen tono, pero con demasiada impaciencia... Arcturus extendió su mano en un movimiento natural, como si lo hiciera cada segundo de su existencia, y dijo "arriba" en un tono como si estuviera estableciendo una conversación con la escoba, seguro de sí; provocando que la escoba subiera rápidamente a su mano, lo que originó que una sonrisa orgullosa se esbozara en su cara. Draco tampoco se quedó atrás, ni con la rapidez ni con el orgullo, haciéndolo con la misma elegancia y arrogancia que cualquiera se hubiera esperado de él. En cambio, aunque Emily hubiera conseguido que la escoba se elevara al primer intento, esta se dedicó a tratar de ayudar a su compañera que tenía a la derecha, Olivia, la cual aunque lo estuviera intentando con calma, la escoba apenas se movía unos centímetros de un lado para el otro.

— Una vez que hayáis agarrado la escoba, —comenzó a decir la profesora una vez que vio que casi todos los estudiantes ya tenían la escoba en la mano. — quiero que os montéis. Sujetaos bien, no os vayáis a deslizar hasta el extremo. — Todos los alumnos comenzaron a poner la escoba entre sus 2 piernas y agarrar con firmeza la escoba. — Cuando haga sonar mi silbato, quiero que cada uno de vosotros dé una fuerte patada al suelo. Mantened firmes las escobas, elevaos un instante, y descender inclinándoos ligeramente hasta tocar el suelo. — La profesora recorrió todos los ojos de los alumnos con los suyos, asegurándose de que todos lo habían entendido. — Al toque del silbato. Tres, dos... — Un niño comenzó a elevarse antes que cualquier otro, tenía cara de asustado y de no saber qué estaba haciendo. Neville Longbottom.

El niño comenzaba a elevarse más y más, a pesar de que tanto la profesora como algunos alumnos le dijeran que descendiera en ese mismo instante. Y, cuando paró de elevarse lentamente, y ya estaba bastante elevado, la escoba comenzó a volar rápidamente sobre el campo de Quidditch. Involuntariamente, juzgando por la cara del niño.

El niño comenzó a chocarse contra las torres de las gradas y a dar vueltas sobre sí, mientras que la cara del mismo cada vez se hacía más asustada, miedosa. Se chocó con torres y torres, con casi cualquier objeto que estuviera por ahí, hasta que finalmente se quedó enganchado en una de las mismas torres. Estaba colgado a una gran altura por una simple túnica. Se veía venir que la túnica no iba a aguantar su peso. Se escucharon algunos gritos silenciosos entre los niños, presas de la preocupación por su compañero, la mayoría de ellos Gryffindor. Comenzó a descender, chocándose con más cosas en el suceso, hasta finalmente terminar chocándose con el césped en una caída no muy agradable.

The Black Heir - Arcturus Orion BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora