1. Can I get a kiss?

3K 214 135
                                    

Spreen se considera una persona impulsada principalmente por la curiosidad. Le da curiosidad conocer hasta dónde puede llegar su propia fuerza y la de sus contrincantes, tiene que descubrir hacia dónde llevan los pasadizos rocosos de las cuevas que explora, y saber cuántas peleas puede aguantar sin recibir un solo golpe. Todo por pura curiosidad y diversión.

Es curioso, sí, pero no chusma, aunque el concepto se preste a confusión. Para él, en realidad, es más simple que cualquier otra cosa. No le saca el cuero a las personas, no le da muchas vueltas a los asuntos personales del resto, ni a sus problemas ni a lo que les preocupa o sucede. Le gusta que respeten su intimidad así que él también lo hace con los demás.

Por otro lado están sus amigos.

A ellos sí que se los puede considerar chusmas. Y su nuevo pasatiempo favorito es indagar en su relación con su mejor amigo Carre, tanto así que lo tienen harto.

—Y son como muy cercanos ustedes, ¿no? —pregunta Mariana un día como cualquier otro, mientras exploran un bosque junto a Roier. Supuestamente están en busca de una nueva dungeon ultra peligrosa, o eso le habían dicho para convencerlo de ir.

Spreen voltea a mirarlo con una ceja arqueada, comprendiendo al instante las intenciones de su amigo. No le hace falta preguntar a quienes se refiere para saber que es a él y a Carrera.

Con precaución, responde un acotado—: Sí, nos llevamos bien —de la forma más casual de la que es capaz. Sin embargo, ante su respuesta, sus amigos comparten una mirada. La sonrisa que tienen en el rostro no le augura nada bueno al híbrido de oso.

—¿Y qué se siente ser tan cercano a un Omega masculino? Digo, yo la verdad que es la primera vez que conozco uno. Son muy raros, ¿verdad, Spreen? Sexys, diría.

—Eso es cierto, y a ti sí que te mantiene contento el Carrera, ¿no, Spreen? Lo mantenías oculto porque lo querías sólo para ti, picarón —agrega Roier, codéandolo y moviendo las cejas.

Spreen resopla con fastidio y tarda un segundo en treparse al árbol más cercano y perderse de vista. Era obvio.

Es un escape rápido, pero no deja de escuchar las carcajadas escandalosas del dúo. Le reclaman su huida y le repiten que ay, si no era para que te pusieras así, Spreen, pero él sólo apura el paso y vuelve al pueblo con el ceño profundamente fruncido. Antes, los hubiera golpeado para que prometieran nunca más preguntarle cosas de su amigo, pero debido a que últimamente ni eso servía para callarlos, no le quedaba otra que marcharse y evitarlos.

No entiende en qué momento se volvió costumbre que lo carguen con Carrera. Sabe que desde que todo el mundo se enteró del subgénero de su amigo, no paran de chusmear al respecto, y por alguna razón decidieron agarrársela con Spreen, que encima no ayudaba para nada poniéndose todo colorado y nervioso cuando hacían alusión a lo cariñoso que era su amigo con él, a lo especial que era siendo el único Omega hombre de ambos pueblos, a lo suertudo que era Spreen por haber ganado su corazón, y otras cosas mil veces peores que ya no quería escuchar porque lo incomodaban profundamente. Era su amigo del que estaban hablando.

De tan ofuscado que estaba se equivocó de portales y fue a parar al Pueblo Verde.

Refunfuña por lo bajo al notarlo pero no da la vuelta. Sigue su camino por las calles renovadas del pueblo vecino hasta que distingue una figura familiar a lo lejos.

—¡Amigo! —dice Carre cuando lo ve, con ese tono meloso suyo que hace que las orejitas de Spreen se levanten en contra de su voluntad.

—¿Qué onda? —saluda Spreen, su tono neutro a pesar de todo, y deja que Carre lo envuelva en un abrazo. Devuelve el gesto inclinándose un poco y palmeándole ligeramente la espalda. Casi por costumbre inhala su aroma dulzón y se le cierran los ojos.

Cupid hit me with precision | happybearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora