8; un tormento que llega a su fin.

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El pequeño intercambio de miradas entre mi hermana y mi cuñado comenzaba a colmarme la paciencia.

Lo único que habían hecho desde que llegaron era evadir el tema e intentar cambiar el rumbo de la conversación, como si existiese alguna posibilidad de que yo lo olvidara.

—Bueno, ya. ¿Van a hablar o tengo que averiguar todo por mi propia cuenta? —Pregunté, harta de la situación–

—Sara, entiende que para nosotros no es facil hablar de un tema como este —Se excusó mi hermana—

—¿Y creen que para mi es facil lo que estoy viviendo? Por dios, Norma.

Nada podía ser peor que los escenarios que mi cabeza se había encargado de construir durante los últimos cuatro años. Nada podía ser peor que todos los pensamientos que habían rondado por mi cabeza sobre Franco dejando de amarme.

Por momentos, pensé que lo mejor era quedarme con la nula información que tenia, y aceptar la ausencia de Franco, pero ahora que había regresado, yo no podía seguir con mi vida normalmente sin conocer la verdad, sin saber como seguiría todo entre nosotros dos.

Franco parecía haber construido barreras alrededor de él, una barrera que al menos por ahora, era impenetrable, y yo debía aprender como derribarla todos los muros que construyese a su alrededor.

—Franco ha estado en prisión los últimos cuatro años, Sara.

La abrupta manera en la que Juan habló tomó por sorpresa tanto a Norma como a mi, en especial a mi.

Mi primera reacción fue reir, estaba claro que aquello no era más que una broma de mal gusto por parte de Juan.

—¿Querias la verdad? esa es la verdad. —Prosiguió con calma mi cuñado—

—Juan, por dios, ¿Como Franco podría haber acabado en prisión sin que yo lo supiera? estamos casados, de alguna manera me hubiera enterado.

Mi cuñado y mi hermana regresaron a su intercambio de miradas, por la forma en que Norma miraba a Juan, me preocupé, pero seguia sin querer creer en sus palabras, aquello era un sinsentido.

¿Como podía creer que Franco había estado preso? ¡Si no era capaz de hacerle daño ni a una mosca sin un verdadero motivo!

—Sarita, lo que Juan dice es verdad –Confirmó mi hermana con suavidad—

No.

Aquello no podía ser la verdad. Definitivamente no.

Por mucho que lo intentara, mi cabeza no podía siquiera formar una imagen de Franco en esa situación, no era capaz de imaginarme a la persona más dulce que había conocido encerrado en una celda, simplemente no tenia sentido.

Le di vueltas a aquella explicación en mi cabeza, pero no encajaba. Franco no se había mostrado nervioso en sus últimos días en la casa, ¿distante? por supuesto, pero nunca demostró tener miedo de algo, y sin duda, de saber que lo encerrarian, hubiese estado aterrado.

—Eso no puede ser –Me negué, levantandome de mi asiento— Franco es incapaz de hacerle daño a alguien.

—Nadie ha dicho que Franco hiciera algo malo, Sara.

Esa oración fue la que logró hacer un click en mi cabeza.

Franco era la persona más dulce que yo conocía, incapaz de dañar a alguien, pero también la más ingenua, con un corazón de oro, dispuesto a cualquier cosa para ayudar a los demás...

Incluso, aunque eso significara terminar metido en un problema que no era suyo.

Recordé el miedo en sus ojos cuando la policía intentó llevarselo, y la manera en la que se alteró al oir sobre la discusión en la sala, como si no quisiera regresar a algún lugar que el conocía demasiado bien.

from her pov (sarita y franco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora