Capítulo I: Pesadilla - Romina

28 3 0
                                    

Todo estaba oscuro, Romina sentía cómo se ahogaba, sabía que seguía con conciencia. Logró dar una bocanada de aire y abrió los ojos, todo seguía oscuro.

Sonó un interruptor junto a pequeños golpes, poco a poco se fueron encendiendo grandes focos colgados del techo. Frente a Romina ahora se encontraba un búnker iluminado, con varias máquinas por sus paredes y tubos de ensayo sobre mesas.

«¿Dónde estoy?» pensó mientras avanzaba por el pasillo que separa las mesas. Hubo un rechinido, la chica se volteó para ver que una mesa había sido arrastrada, su cuerpo se paralizó.

—¡Romi, no sigas avanzando! —gritó una voz que le pareció conocida.

La chica volvió a voltearse para ver a su abuelo junto a otra persona sobre lo que parecía un escenario.

—¡Cállate! ¿No ves que la puede asustar? —dijo la otra persona—. Pequeña, no le hagas caso y sigue avanzando.

El desconocido golpeó el abdomen de su abuelo, dejándolo caer de rodillas.

¿Era esto real? Lo último que recordaba era haberse quedado dormida en su habitación.

—Romina, no debes tener miedo, acércate, tú abuelo quiere pedirte algo.

La chica se quedó mirando la escena, era todo irreal.

Con un sentimiento de temor, se comenzó a acercar.

Subió las escaleras, quedándose frente a ambos hombres.

—Gigi, hay historias que pueden llegar a ser ciertas, aunque por mucha curiosidad o ilusión que podamos sentir, nos debemos mantener alejados, por lo que en este momento debes despertar. No vayas a mi casa, quédate en la ciudad, con tus padres.

Gigi, hace tiempo su abuelo no le decía de esa forma.

—¡Ese no era el trato! —Pateó al abuelo, dejándolo caer con un gemido de dolor—. Aunque, a decir verdad, me acabas de dar la información que necesitaba. —Se volteó a mirar a Romina, quién comenzó a retroceder—. Ya no eres necesario, solo la necesito a ella.

—¡Ella no tiene nada que ver!

—¿En serio? —Volvió a voltearse hacía el abuelo de la chica—. Entonces dime por qué ella no debe acercarse a la entrada —le volvió a patear—. Según veo, le explicaste y ella en alguna parte de su mente sabe lo que necesito.

El hombre alzó su brazo sobre la cabeza, haciendo aparecer una especie de guadaña en su mano. El sujeto dejó caer con fuerza su brazo, decapitando al abuelo de la chica.

Romina despertó de un salto mientras sonaba la alarma del teléfono, eran las siete de la mañana, se tenía que arreglar para buscar a su amigo e irse a clases.

—Hija, acuérdate que mañana temprano irás con Elion donde tú abuelo.

—Mamá, lo sé, por eso cuando vuelva de clases ordenaré mi maleta.

—Está bien, pero no te quiero mañana a última hora ordenando tu maleta para tomar el bus.

—Sí mamá...

La chica pensó en lo real que se sintió, pero no debió ser otra cosa que una pesadilla.

Romina ya vestida, y tomada de desayuno, salió del apartamento y bajó por las escaleras de emergencia un piso, se dirigió a la puerta donde vive su amigo, tocó el timbre, de adentro se escuchó como alguien se acercaba.

Una señora de edad avanzada abrió la puerta.

—Hola señora Juana.

—Mi niña —dijo la señora—. ¿Cómo durmió? Acabo de lograr que Elion se levante, ya sabes cómo es él. —La señora se quedó callada, con rostro pensativo—. Oh mi niña ¿qué haces ahí afuera? Entra, entra, toma asiento, voy a colocar la tetera para que tomemos un té.

La señora se dirigió a la cocina, Romina ingresó al apartamento, cerrando la puerta detrás de ella.

—¡Máááááá! — gritó Elion mientras cruzaba del pasillo a su baño, aún en pijama y con un cepillo de dientes en la boca—. Terminaré de arreglarme en el baño, si llega Romina... —el chico se fijó en su amiga, y corrió al interior del baño, encerrándose—. ¡Mááááá! ¿Por qué no me avisaste que Romina ya llegó?

—Lo siento mi niño, sólo que acaba de llegar —dijo la señora en voz alta desde la cocina—. Estoy colocando la tetera para que tomes desayuno.

Los tres se sentaron a la mesa.

Romina vio al reloj de la pared y dijo:

—Elion, no nos queda mucho tiempo para llegar a clases —el chico sólo sacudió la cabeza de arriba abajo—. También espero que hayas ordenado tu maleta para nuestro viaje de mañana.

—Hijo, Romina tiene razón, les queda poco tiempo para ir a clases, y sobre lo de la maleta, está toda tu ropa limpia, para que la guardes apenas llegues en la tarde.

—Sí, sí, todo estará listo en la tarde —comentó Elion.

El último día del primer semestre, varias presentaciones con nota, despedidas de profesores, que quizá no volveríamos a ver al regreso del próximo semestre, o por lo menos, así es comúnmente con los profesores de filosofía de todos los semestres, no suelen durar más que eso. Esta vez sería el turno del profesor Frederic, de quién, no se sabe mucho más que no es de la ciudad y además del español, habla un idioma extraño.

Romina sin saber si era suerte o qué, pero la última clase del día era con Frederic, el mismo que se iría para no volver para el próximo semestre.

Al finalizar la clase, el profesor le pidió a Romina quedarse un rato más.

—Romina, has destacado bastante en mi clase, y te propongo un reto para que me traigas la respuesta el próximo semestre.

—Está bien.

—El mundo es enorme, igual que la literatura y de dónde viene la lengua, pero quiero que me cuentes una forma de la que puede venir todo, y el cómo está compuesto, tomando en cuenta cosas como culturas antiguas —la chica asintió—. Ahora, descansa y ten unas buenas vacaciones, cuídate.

—Igual profe.

Travesía a lo DesconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora