Prisionero

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Despertó. Estaba solo

No sabía cuánto tiempo había pasado, tampoco sabía en donde estaba pero mientras recuperaba la consciencia noto que era un lugar oscuro. Parecía que todo le daba vueltas y su visión estaba nublada, trató de moverse pero sintió que algo restringía su movimiento, además escuchó un ruido metálico...

De pronto se dio cuenta... Estaba en un calabozo, miró a sus alrededores, las paredes de ladrillo se perdían por la altura, se escuchaba como las ratas caminaban por los rincones y entre las sombras se podían distinguir esqueletos humanos

No sabía cómo había llegado hasta ahí, lo último que recordaba fue que estaba en el pueblo y que vió unos ojos que lo hipnotizaron y después nada más...

La puerta se abrió...

- Ah! Ya despertaste... -una mujer entró, tenía un plato de comida que puso frente a él- Tienes hambre? Toma, espero que te guste

-En dónde estoy?

-Aquí es donde vivo

-Por qué me trajiste aquí? –no respondió, la mujer se fue, y lo dejó en la oscuridad- NO! NO! Espera! –miró hacia la puerta, suspiró... No había salida, se recostó en posición fetal y se quedó dormido

Era medianoche, entró al calabozo. Tenía una lámpara de aceite, la dejó a un costado y se arrodilló para verlo dormir... Le acarició el pelo y luego el rostro y sus dedos se deslizaron hacia su pecho...

Abrió los ojos y se miraron en silencio, metió su mano dentro de su camisa para tocar su pectoral, trató de no reaccionar pero su respiración se entrecortó y ella sonrió... Sacó su mano, agarró la lámpara y se fue...

Su corazón estaba acelerado, trató de calmarse y volver a dormir

Sintió sus besos y sus caricias de nuevo, era de día, algunos rayos de sol entraban por los tragaluces, había una nueva bandeja, está vez con una manzana y un vaso de leche

-Debes comer algo... Toma- agarró la manzana y le dio un mordisco, la mujer lo miraba y sonreía, tragó y le dijo con seriedad

-Por qué me trajiste aquí?

-Me preguntaste lo mismo anoche... No te lo diré...

-Por qué no?

-Acaso importa? Te he seguido por mucho tiempo.. Puedes jurar que eras tan feliz en esa pocilga donde vivías como para querer volver? –se quedó callado- Por qué no te quedas aquí conmigo?

Se le acerco y su mano acarició su entrepierna, lo besó, su toque se hacía más intenso, los besos también, subió a su regazo y le sujeto las manos contra la pared. Le corrió la cara, así que se levantó, se acomodó la ropa y se fue, dejándolo agitado y muy duro adentro del pantalón

Pasaban las horas y demasiadas dudas surgían en su mente... Era cierto que su vida no era la más feliz, pasaba frío y soledad y a duras penas podía comprar comida, pero eso no significaba que quería pasar el resto de su vida en un calabozo y ser su juguete personal

También era cierto que nunca le había hecho daño y siempre le traía comida, y cosas peores le esperaban al volver "a casa"

El ruido de la puerta lo devolvió a la realidad, puso la bandeja frente a él, ahora era un tazón de sopa, se sentó a su lado...

-Está empezando a hacer frío

-Sí, gracias –empezó a comer, lo miró un instante y notó la grasitud en su pelo y el olor a humedad en su ropa

-Tengo una sorpresa... Cierra los ojos

-Qué?

-Confía en mí –Cerró los ojos y escuchó ruidos metálicos, diferentes a los anteriores... Abrió los ojos al notar que lo ayudaba a levantarse- Ven conmigo

Salieron del calabozo después de mucho tiempo, unas escalinatas los condujeron hasta los salones, que eran tan majestuosos que cortaban la respiración, había escaleras por todos lados, como laberintos infinitos. Llegaron a los baños, los cuales eran por sí solos más grandes que la casa donde vivía

Se paró frente a él, lo ayudo a desvestirse y a meterse en la bañera

El agua estaba caliente, se mojó la cara y los hombros, la mujer se apoyó en el borde y pasó sus dedos por el agua, se sacó su ropa y se metió también

Tomó una toalla húmeda y comenzó a limpiar su cara y su pecho, frotando con cuidado, mientras se acercaban, la detuvo, la tomó del rostro y se besaron, mordiéndose los labios y abrazándose con fuerza, acariciando sus cuerpos. Se separaron, se miraron a los ojos y después siguieron con el baño entre risas

En la habitación, se puso ropa nueva, mientras se preparaba para bajar a cenar tocaron la puerta, se miró una vez más en el espejo y se fue...

Al bajar al comedor se encontró con una gran mesa, con mucha comida, en especial carnes de todo tipo... Una mano toco su hombro, se sonrieron y se sentaron a comer

Tenía mucha hambre, no probaba una comida tan deliciosa en años, la carne en particular destacaba por su gusto intenso

-Todo está delicioso

-Me alegro de que te guste –se paró detrás suyo y lo abrazó acariciando sus hombros- No quiero que te vayas... Quédate y se mío...

-De verdad quieres que me quede?

-Sí, jamás volverás al calabozo – lo tomó del rostro y se besaron- Te deseo... - lo tocó por encima del pantalón, él cerró sus ojos y se rindió a su toque- Vamos a la cama...

Subieron a la habitación, se sentó en la cama y levantó su vestido, descubriendo sus piernas

Se sacó la camisa y el pantalón, estaba desnudo, se sentó y la acercó mientras se besaban, bajó el cierre de su vestido

Se levantó y se lo sacó, quedando solo con sus bragas, lo recostó y lo esposó al respaldo de metal, empezó a tocar su pecho, su abdomen, sus muslos y sus partes blandas, acariciando sus testículos hasta llegar a su pene para masturbarlo y cuando se puso erecto se sacó lo último que le quedaba, se le subió encima e hizo que la metiera

La sintió estrecha y profunda, como hacía movimientos cortos y circulares, como sus pechos botaban, estaría tocando todo su cuerpo si no fuera por estas malditas esposas...

Así siguieron un buen rato hasta que ambos se vinieron, ella mojando todo su pubis y el llenándola de sus semen. Lo soltó y se acostó junto a él, después de besarse un rato más se quedaron dormidos

Despertó al notar que ya era de día, estaba solo en la cama, bajó a los salones y vió una luz a lo lejos... La puerta principal estaba abierta...

Salió, se cubrió la cara, la luz del sol lo encandiló, parecía que el lugar estaba en medio de un bosque y no parecía haber pueblos o aldeas cerca. Podría tratar de escapar ahora e intentar volver a su casa, donde a pesar de sus penurias sería un hombre libre...

Sin embrago... Una vida sin la mujer que amaba no valdría la pena...

Miró una vez más el paisaje, respiro el aire fresco y entró, cerrando la puerta detrás suyo... Después de todo... No volvería a un calabozo, sino a su habitación

PASIONES OSCURAS. Cuentos De Terror, Fantasía y Romance (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora