9. Directa al suelo

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Fred

Era la hora de la comida, y habían pasado tres días desde el baile. Tres días, los cuales no pude borrar de mi mente ese beso, y mucho menos el vals. No podía obviar, ni aunque así quisiera, quien era ella. Arlene, esa endemoniada de cabellos dorados y ojos más profundos que el jodido océano. Dumbledore no consiguió nada lanzando ese supuesto hechizo super efectivo.

Podría encasillar esa noche como la mejor de mi vida. Al igual que el mejor beso de mi existencia. Fue como si el tiempo se detuviera durante un momento y todo lo que importaba era la conexión entre ella y yo. Todo lo que importaba era ese momento. En ese momento lo sentí todo: la nerviosidad, la emoción, la felicidad y la pasión. Fue como si mi mundo se detuviera por un momento y nada importara más que ese beso. Fue algo que nunca olvidaré y que siempre recordaré, hasta el final de mis días.

He encontrado mi estrella, desde ese baile de máscaras, o mejor dicho, desde que la vi.. Ella es la belleza y el encanto. La elegancia y la bondad. Mi alegría en invierno y verano, en todas las estaciones en general. Es valiente y fuerte. Audaz y seductora. A ella le gustaba el universo, y a mi me gustaba ella. Ya era imposible negarlo.

Parecía broma que la misma chica con la que compartí un momento tan íntimo y especial, estuviera a escasos metros de mi. Charlando con los demás en la misma mesa. Dirigiéndome alguna que otra mirada fugaz. No sabía si ella era realmente consciente de que yo era el chico con el que estuvo porque no había tenido oportunidad de confirmar que fue ella la de la nota, pero a mi no me hizo falta mucho para saberlo. Con su simple tropiezo ya lo sabía. No podía ser otra que ella. Pero ella no se comportaba igual que antes, no, me rehuía, como si no quisiera verme ni en pintura. Me evitaba a toda costa. Era verme e intentar huir, apenas me decía hola.

Quise concentrarme en lo que hablaban para inmiscuirme en la conversación pero no podía dejar de mirarla. Arriesgándome a que más personas de las que ya lo sabían lo descubrieran. Descubrieran que ella era la chica por la qué me moría.

En ese momento pude escuchar algo— Arlene, no te vayas, por favor, aún no —le pedía su hermano mientras sujetaba su mano—. Come algo, lo que sea.

—Harry, estoy bien —decía, con voz calmada. Había algo raro, algo que iba a suceder sin poder evitarlo.

—Arlene, por favor —seguía suplicando Harry.

—Harry, te prometo que... —comenzó a tambalearse, hablando con dificultad— Estoy completamente bien —sus palabras no concordaban con su cuerpo. Sus ojos comenzaron a titilar. Y su cuerpo también.

—Arlene —me levante rápidamente de la mesa, viendo como le costaba mantenerse de pie—, Arlene, que te sucede —no pudé evitar que mi tono no tornara a una preocupación visible mientras veía como cada vez le costaba mantenerse más mantenerse en pie.

Harry se levantó de inmediato— No puede pasar de nuevo... —se quedó callado un momento— Que alguien me ayude, por favor, acaba de desmayarse —su voz sonaba casi rota.

—¿Qué? ¿Harry, qué? —pregunté en un tono realmente desesperado, ella se desplomó en el suelo— No —dije casi gritando, sujetándola al vuelo. Todos estaban realmente expectantes, preocupados. Qué mierda estaba pasando.

Yo la mantuve en mis brazos, sujetándola, con todo su peso estaba sobre mí— Arlene, despierta —dije desesperado—, por favor.

—Fred, tenemos que llevarla a la enfermería —me dijo Harry—, así no conseguirás nada.

Tenía razón. Al darse cuenta de lo que sucedía, Dumbledore y McGonagall se levantaron rápidamente y acudieron a nuestra ayuda. Con el miedo representados en sus ojos y expresión. Sobre todo McGonagall.

Praying to the moon [Fred Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora