12. Imbécil

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Narrador Omnisciente

Era casi medianoche, y Arlene se encontraba tendida en su cama, sin poder conciliar el sueño. Deseaba saber qué quería decirle Jacob, pero se preguntaba si ir a la biblioteca a estas horas era lo correcto. Si los pillaban no sería solo ella la perjudicada. En cambio, Fred se encontraba en su habitación, con los demás chicos durmiendo en sus respectivas camas, excepto él. No se fiaba en absoluto de aquel Slytherin, ni de él ni de ninguno en general. Sabía que iría en el momento indicado, y estaría ahí, por si ese bruto le hacía algo a la chica que le había robado el corazón. A la que adoraba ver poniéndose nerviosa con un simple gesto.

Ambos estaban nerviosos por la cita que acontecerá al día siguiente, sobre todo por parte de Fred. Deseaba que todo saliera a la perfección, era un romántico, aunque no lo demostraba por qué según él tiene una reputación que mantener.

El reloj no dejaba de mover sus manillas. Tic Tac. La hora se acercaba y Arlene dudaba. En el fondo ella sabía que iría, aún sabiendo que no era lo correcto. Aunque le daba igual, lo peor que podían hacer era quitarles cuanto, ¿5 puntos a Hufflepuff? Meh, eso ni llegaría a pasar. Eso quería pensar nuestra protagonista. Arlene se levantó de su cama y se miró en el espejo, no se iba a cambiar, estaba cómoda con lo que había llevado ese día. Miro su pelo rubio, y lo adoraba, pero desearía que no fuera así. No tenía nada en contra de su pelo rubio dorado, pero deseaba parecerse más a su padre, Sirius, ya que no conocía a su madre. Siempre pensaba que su madre no la amaba, y que por eso la abandonó. Era una pregunta la cual no podía evitar al final del día.

Pero retomando lo de antes, sí, a veces deseaba cortarlo por los hombros, y que su pelo fuera completamente negro. Aunque su padre siempre le dijese que no aceptaría nunca que hiciera eso. Cosa que de cierta manera la entristece.

Tic Tac. Cinco minutos. Arlene levantó la vista directa al reloj, y fue directa a la puerta, dándole la vuelta al manillar de manera lenta. Sin hacer ruido, salió al pasillo, directa a los pasillos. Fue de manera lenta y cautelosa hacia la biblioteca. Tras las tres veces en las que Harry casi muere por diferentes incidentes, los pasillos carecían de vigilancia, y los alumnos campaban a sus anchas por las noches. Era más fácil de lo habitual esquivar a Filch y a la Señora Norris.

Arlene llegó con éxito a la biblioteca, tras varios sobresaltos al encontrarse a varias parejas, varias de ellas besándose. Adolescentes y sus hormonas incontrolables. Fantástico. En realidad ella tampoco podía quejarse. Al fin y al cabo, no sabía cómo controlaba sus impulsos.

Tras llegar a la biblioteca, avistó a Jacob a lo lejos, apoyado en una mesa. Tenía una mirada seria, cosa que la asustó un poco. Pero no iba a dejarse ganar por el miedo. No creía que fuera a hacerle nada. Había venido a hablar con él, nada más.

—Hola, Jacob —lo saludó.

—Hola, Arlene —respondió Jacob, algo cortante.

—¿Puedo saber ya para qué me querías? —preguntó, algo incómoda. No le gustaba nada la situación, y apenas había empezado.

—¿Has besado a Fred Weasley? —le preguntó Jacob, con una mirada sombría. Dejando a Arlene algo impactada.

—¿Te importa eso? ¿En serio? ¿Por qué no me preguntas sobre cómo estoy? ¿Sabías que estuve más de un día en la enfermería? —le atosigaba de preguntas, estaba molesta.

—Sí, yo mismo pude ver como te desmayaste. Pero eso no tiene importancia. Responde mi pregunta —le respondió, con los brazos cruzados sobre su pecho.

Praying to the moon [Fred Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora