CAPITULO 2

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        La mayoría del tiempo, tener una chica como mejor amiga es asombroso.

        Entre las mejores cosas están:

        1.- Al ser una persona daltónica no tengo que preocuparme de salir por la puerta luciendo como un payaso triste.

        2.- El filtro de agua Brita siempre es reemplazado a tiempo.

         3.- A Parker realmente le gusta lavar ropa por diversión, y solo se queja cuando coloco mis cosas junto a las de ellas, casi el 30 por ciento del tiempo.

        Oh, y como la aventura de esta mañana demostró, ella es una excelente excusa cuando una persona necesita librarse de una aventura de una noche. 

        Pero hay partes no tan geniales. Como cuando pasa treinta y cinco minutos mirando lámparas.

        —Solo lleva esa —digo, levantando mi mano para señalar una lámpara de pie al azar, mientras los sonidos horribles, usuales de IKEA, llenos de gritos de niños, me ahoga.

         Casi ni observa la que señalé.

        —Se ve como un útero.

        —¿Cómo demonios luce un útero?

        —Como esa lámpara. Y, honestamente, tanto tiempo que pasas tanteando la ropa interior de mujeres, realmente deberías familiarizarte con sus partes.

        —¿El útero es el... —Hago una pausa, buscando una palabra adecuada para describir los recuerdos al azar de mi clase de educación sexual en octavo grado.

        Parker levanta sus cejas.

        —¿La cueva del bebé?

        Como cualquier chico normal haría, hago una mueca.

        —Cristo, ¿por qué debería saber eso? Uso condones.

        —Usas muchos, juzgando por el estado de tu habitación —dice, inclinando su cabeza para estudiar a la lámpara verde lima en sus manos—. ¿Crees que esta quedará bien con los cobertores de mi cama?

        —¿Le preguntas al chico daltónico? Además, ni siquiera sé de qué color son tus cobertores.

        —¿De verdad? No actúes como si nunca los hubieses visto. Hace dos noches cuando fuiste a mi cama con tu ropa de entrenamiento sudorosa, tuve que lavarlos dos veces para sacar el olor a hombre apestoso.

       Sacudo la cabeza.

        —Pobre Lance, ¿le haces usar una bolsa de plástico cuando follan así no deja olor a hombre apestoso en tus sábanas?

       —Lance no huele a hombre apestoso. 

       Frunzo en ceño.

        —Espera. Si yo apesto, Lance también.

       —No.

       Abro mi boca para discutir, pero en su lugar me encojo de hombros. Esta es otra cosa que aprendí teniendo una mejor amiga. Tú eliges tus batallas.

        —Tienes dos minutos más para elegir tu lámpara —digo—. Muero de hambre.

       Parker acomoda la tirilla de su bolso en su hombro.

        —Oh, no compraré una lámpara. Solo estoy viendo.

        Inhalo profundamente para evitar decir las mujeres apestan cuando la veo sonreír.

Blurred LinesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora