Crea Literaria SL

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-          Buenos días

-          Buenos días señor Campos-


Como todos los días sus empleados lo saludaban amigablemente al entrar por la puerta de su oficina. Sin embargo cuando las puertas se cerraban tras de él los murmullos se apoderaban de la oficina y las críticas llenaban cada rincón del desvencijado ático que era la sede oficial de la empresa: Crea Literaria SL. Él lo sabía, pero no le importaba. Al contrario, estaba encantado con esa imagen de jefe duro, estricto e intolerante que se había creado entre sus empleados. Era una forma más de tenerlos bajo control, y de lograr que rindiesen al máximo nivel, pues al saberse controlados en todo momento, no solían permitirse momentos de debilidad en su puesto de trabajo.


Cerró la puerta tras de él, y sobre su mesa vio el montón de papeles  inmenso de todos los aspirantes que habían optado al puesto que estaba vacante. A un lado estaban los que su asistenta había seleccionado como los candidatos más idóneos, y en otro montón los que habían sido desechados en primera instancia. Se sentó, y echó un vistazo a los primeros del montón pensando que le esperaba una mañana muy larga.


Pese a que era el director, gerente y propietario de un importante holding empresarial le gustaba encargarse él mismo de la selección de recursos humanos de Crea Literaria. Había sido la única empresa del grupo en la que su madre había participado activamente y supo desde muy pequeño transmitirle su pasión por la misma. La gestión de la mayoría de las otras empresas se la dejaba a su vorágime de asesores y consejeros pero nunca cedería el control de este pequeño rincón de su maraña de empresas. Crea Literaria invertía en talento literario y el talento literario recurría a ellos para ayudarlos a documentarse, ellos hacían el trabajo más difícil de la creación literaria: la investigación. Ellos hacían el trabajo sucio mientras que los autores recibían sus informes y los hacían apetecibles al público, rodeaban sus documentaciones de argumentos, personajes, tramas.... creaban la magia. Ellos ponían la chispa y los escritores hacían el fuego.


Hacía poco más de un mes que Aldo se había puesto en contacto con ellos. Quería documentarse sobre un escenario muy concreto, sobre las historias de sus gentes, sus tradiciones su forma de vida. Nunca había mandado a ninguno de sus investigadores de campo a esa zona y en este preciso momento no podía enviar a ninguno de ellos a cubrir este proyecto. Así que decidió contratar a alguien nuevo. El contrato apenas le daría para los gastos de contratación, desplazamiento y dietas pero como bien le había enseñado su madre, un cliente contento es una publicidad impagable. Además, creía en la historia que Aldo le había esbozado en apenas 20 páginas y quería invertir en ella, y lo más importante, si la cosa no salía bien él no ponía ni un euro. Todo era pagado por el propio autor, por el contrario si la novela se convertía en un éxito de ventas, un porcentaje de las mismas iría a parar directamente a su cuenta de ahorro. ¿qué más podía pedir?


- Sr. Campos, los aspirantes han comenzado a llegar, ¿los reúno en la sala?- interrumpió su secretaria tras un ligero toque en la puerta.

- Por supuesto, ya sabes lo que tienes que hacer. Todo como de costumbre.


La selección había comenzado. Encendió la pantalla del ordenador y se preparó para una buena sesión de ciencias sociales en su más estado puro.






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