La entrevista

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Los aspirantes fueron entrando uno por uno en la sala. Olaia fue de las primeras en llegar y tan pronto entró se quedo boquiabierta contemplando las comodidades que allí se escondían. Aquello tenía más lujos que su pequeña vivienda. Claro está que sus padres no podían permitirse lujo alguno.

La secretaria les había indicado que se sentasen mientras les proporcionaba a las 30 personas que había en la sala una carpeta para firmar su consentimiento a formar parte de la selección. "Por protección de datos" les dijo. Olaia se apresuró a firmar la hoja sin apenas leerla y a dársela a la chica. Cuando todos hubieron firmado, la secretaría se fue y cerró la puerta tras de ella no sin antes decir que en breve tendrían una visita del Sr. Campos, responsable de la selección.

Cuando la mujer salió, Olaia no pudo evitar echar un vistazo a los demás ocupantes de la sala. Todos parecían estar en el mismo estado de nervios que ella. Algunos caminaban a grandes zancadas por la sala, otros sacaban sus smartphones, e incluso alguno parecía repasar mentalmente alguna clase de consigna que parecían saberse de memoria. Ella optó por sentarse en una de las sillas de la sala observar y esperar apartada de la mayoría de ellos. Un chico se sentó a su lado.

Desde el despacho principal, Mario Campos observaba toda la escena con cuidada atención. Aquel era el primer filtro. Desde que había visto la película "El Método" de Marcelo Piñeyro no podía evitar hacerlo. Reunía a todos los aspirantes seleccionados para la fase final y los observaba sin ser visto durante una hora. Sus comportamientos, sus palabras, sus gestos, incluso su ropa eran examinados al milímetro. Esas cosas decían mucho de la personalidad de sus futuros empleados. Al cabo de una hora eliminaba a aquellos que le habían causado una mala impresión. A los demás le otorgaba una nota provisional que podría ser modificada en razón de las demás fases. Rara vez se equivocaba.

Observó detenidamente a los aspirantes mientras su secretaria entraba en el despacho con la carpeta de las autorizaciones. Ella le explicaba quien era quien y le daba una primera referencia si así se lo solicitaba. Si no se limitaba a esperar sentada en la mesa pareja a la suya. Ella había sido la primera contratada bajo el Método Grönholm de la empresa y sabía perfectamente lo qué se enfrentaban los chicos, aunque él siempre lograba sorprenderla con alguna nueva triquiñuela.

Cinco minutos después llegó el primer requerimiento.

- Maika, me puede decir quién es el.

- Si señor. - Cogió la carpeta de los currículums y buscó hasta que encontró el del chico señalado- Se llama Marcos Pergo tiene 24 años. Es licenciado en periodismo. Italiano. Vino a España a través de una Beca Erasmus y decidió quedarse. Ha trabajado en varios periódicos como becario, pero nunca ha tenido un contrato profesional.

Los altavoces de la sala de los aspirantes se encendieron. Una voz masculina clara y sin vacilaciones levantó de sus cavilaciones a los que allí se econtraban.

- Pergo Marcos - El susodicho se levantó presuroso mientras por el altavoz se escuchaba, salga de la sala y tome la puerta a su derecha.

Olaia observaba la escena desde su asiento. El tal Marcos Pergo había sido de los que había optado por sacar su smartphone. Por sus movimientos y sus gestos dedujo que estaba jugando. Ella no podía permitirse un teléfono de esas características. Tenia que conformarse con su más que jubilado Nokia 3310. Cuando trabajaba casi la totalidad de su sueldo se iba en colaborar con la casa y cuando su padre enfermó, apenas le quedaban unos euros libres. Ahora no tenía nada y la pensión de enfermedad de su padre a duras penas les daba para comer.

La puerta del despacho principal se abrió y Marcos Pergo entró dubitativo sin saber muy bien a que atenerse.

- Buenos días- dijo sin mucho convencimiento.

Recuerdos BorradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora