Temporada 2: [Capítulo 26]

341 27 23
                                    

Anteriormente en: Mi esvástica

—No, tu lo hiciste todo.

Ambos nos sonreímos mientras de mis ojos brotaban silenciosas lagrimas, nos envolvimos en un cálido abrazo y suspire cerrando los ojos mientras escucha los latidos de su corazón.

Urss... perdóname.





















29 de Diciembre de 1922
IMPERIO RUSO, RUSIA; MOSCÚ.
3:33 AM

El glorioso palacio estaba rodeado, no había ninguna escapatoria para el destino inminente. El gobernante del Imperio lo sabía, podía ver su muerte a través de las ventanas, con los gritos de la gente colérica, los ataques, las amenazas y el ferviente deseo de ver su sangre llegar hasta el río.

Los rebeldes, los revolucionarios contra el imperialismo estaban ganando la contienda y todo gracias a su líder; Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. El que antes era temido entre el pueblo, el mercenario sin corazón, despiadado y frío como el invierno, ese mismo ahora era quien había ganado la confianza de tanta gente que también aborrecían al infame Imperio Ruso.

Esta sería su última noche en el poder, el soviético quería tener su cabeza colgada en la pared y así sería, no importaba que, no importaba donde; cueste lo que cueste.

—El grupo omega que abra paso por la entrada lateral, rompan la barricada del jardín y escalen hasta el balcón. Grupo Beta, encárguense de la defensa superior. Grupo alpha conmigo.

—¡Да, господин СССР!

El líder comunista de la revolución se abrió paso entre los soldados imperiales, rompiendo la protección frontal del palacio. Miro al balcón lateral en espera de una señal que le mostrará como sus revolucionarios habían ingresado con éxito dentro de su hogar que fue tantos años su prisión.

Chiflo con sus dedos cuando lanzaron una bengala desde el techo del lugar. Esa era la señal que necesitaba, todo el ejército posterior corrió siguiendo al grupo alpha que era liderado por URSS. Las balas les rozaban y muchos caían con los cráneos abiertos por el impacto del plomo.

—¡CIERREN LAS SALIDAS! , ¡RETENGAN A LOS GUARDIAS! —ordeno el soviético.

Su respiración le quemaba la garganta. Estaban en pleno invierno, el frío era tan intenso que la tela de fibra se le pegaba a la piel por culpa del sudor y la sangre que brotaba de sus poros. Sacó el revólver que su propio progenitor le había regalado en su décimo octavo cumpleaños, disparando a diestra y siniestra contra la cabeza de los soldados enemigos.

Entre más avanzaban, la protección era aún más densa, estaban tan cerca del objetivo que no se podían rendir ahora. La gente daba su vida solo para conseguir la libertad de los demás, todos ponían todo de sí mismo, el soviético daba hasta lo que ya no tenía.

—¡DIVIDANSE! , ¡grupo sub-alpha conmigo!

Mientras otros retenían a los soldados, los demás se encargaban de romper las fortalezas del lugar, tirando las barricadas y tropas que rodeaban el lugar. El olor a sudor, sangre y lagrimas era abundante, los gritos de cólera eran la música del ambiente. El soviético le indicó a su grupo que se quedaran resguardando la entrada de la sala, el mismo acabaría con el malnacido de ese hombre que se hacía llamar su padre.

En mano izquierda su arma, en la derecha empuñó una espada que arrancó del pecho de un soldado degollado y de una estruendosa patada abrió las puertas principales de aquella enorme sala. Las balas cargadas de plomo salieron en dirección a su cabeza, que con un rápido esquive logró liberarse de ellas.

Mi esvástica: [LIBRO #1- TERMINADO]Where stories live. Discover now