𝑮𝒊𝒓𝒂𝒔𝒐𝒍𝒆𝒔✧・゚•̩̩͙ | 𝑇𝒉𝑟𝑒𝑒

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𝑮𝒊𝒓𝒂𝒔𝒐𝒍𝒆𝒔✧・゚•̩̩͙ | 𝑇𝒉𝑟𝑒𝑒𝄄🌷_________________________

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𝑮𝒊𝒓𝒂𝒔𝒐𝒍𝒆𝒔✧・゚•̩̩͙ | 𝑇𝒉𝑟𝑒𝑒
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Aquí está la orden de girasoles, jóven Miya.

Con sumo cuidado de no caerse, el Sr. Nakado dejó una bolsa con centenares de semillas de girasol en el mostrador, listas para sembrarse en mi jardín exclusivo para cultivos. Los girasoles son flores muy llamativas, tener uno afuera de la tienda hará que resalte más, pues eso hacen los girasoles, resaltar.

Algo que también me llamó la atención estos días fueron los pedidos desorbitados de girasoles y gardenias, todo para una sola persona. No me malinterpreten, es satisfactorio ver que mis bellos retoños se venden tan rápido. Aun así, es muy curioso, ya que era tal cantidad como para completar media hectárea sin problemas.

Señorita Fujiwara, ya le dije que no necesita ayudarme. Es mi trabajo hacerlo. —Insistió el hombre a la joven que lo seguía con una bolsa más pequeña en las manos, luego la dejó sobre el mostrador y me saludó como todos los días que viene a verme.

Una completa testaruda.

Le agradecí al hombre mientras firmaba el papel que me correspondía. Luego se despidió de ambos con alegría para dirigirse a su camión, donde conduciría hasta su próxima parada.

Buenos días, Miya-san. —Dijo ella, con su típica sonrisa.

Buenos días. —Respondí sin mirarla, enfocándome en la lista que tenía en mi agenda. Tachando dónde dice "Semillas girasoles".

Sabes, quería preguntarte algo —Por el rabillo del ojo noté como caminaba hasta estar a mi lado—, aunque no se si te guste la idea.

Pues si no me lo dices, no sabrás si me interesa o no. —Respondí con obviedad.

Es verdad, que tonta soy. —Murmuró riendo con melancolía. Mientras que yo solo la observé con indiferencia.

Por alguna razón está más calmada que otros días, muy poco común viniendo de ella, pues siempre que la ves esta alegre y animada. Sin embargo, hoy parece más apagada.

Me deja desconcertado sin saber por qué, solo me hace sentir así.

Aunque ahora tengamos un poco más de confianza, no quiero incomodarla preguntándole porque sus ánimos son diferentes, es lo que menos quiero ahora. Le dí un leve golpe en la cabeza con mi agenda para llamar su atención, pues se quedó viendo un punto fijo como si estuviera en un trance.

Con una queja llevó su mano a la coronilla de su cabeza, sus ojos con el ceño fruncido se toparon con los míos, confundidos por mi acto repentino.

¿Ahora que te picó, Miya-san? —Cuestionó ella.

𝑺𝒖𝒔𝒖𝒓𝒓𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝒖𝒏𝒂 𝑮𝒂𝒓𝒅𝒆𝒏𝒊𝒂  𝄄 ᴼˢᵃᵐᵘ ᴹⁱʸᵃDonde viven las historias. Descúbrelo ahora