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𝑳𝒊𝒓𝒊𝒐𝒔✧･ﾟ•̩̩͙ |𝑃𝑖𝑙𝑜𝑡𝑜.
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¿Lo que más me gusta? Las flores.
Hoy llega un nuevo cargamento de tulipanes y margaritas para la tienda, han comenzado a venderse con frecuencia en las últimas semanas, por lo que quedan casi pocos en macetas pequeñas y algo vistosas.
El camión se detuvo frente a mí, llegó antes de lo habitual. Ayudé a bajar la carga como suelo hacer, algo bastante monótono, en mi opinión. Sin embargo, es un acto que el Sr. Nakano me agradece con gratitud; mi distribuidor de confianza. Ya está en esa edad que cargar una simple caja podría afectarle su columna, algo a lo que el hombre, tanto adulto como terco, no da importancia, afirmando que sigue como en sus "Días de juventud". Sin embargo, siempre es agradable verlo todos los domingos por la mañana.
Una a una fui sacando las cajas del camión para meterlas dentro de la tienda, mi tienda. Solo han pasado unos años desde que abrió, lo mejor de todo es que siendo el único lugar que vende flores tan diversas o difíciles de encontrar en el área, se volvió bastante "concurrido" por llamarlo de alguna manera pacífica. Tanto las personas nuevas que se mudaban al vecindario, como las mismas mujeres de cuarenta años propietarias del café al otro lado de la calle, venían a contemplar todas las flores del exterior, o simplemente, platicábamos un poco sobre nuestro día.
Después de tanto, solo me faltaba la última caja, contenía varios tipos de semillas y macetas de diferentes tamaños y colores. Estuve a punto de llevármela con las demás, sin embargo, mi mirada se desvió sobre unos rizos que parecían danzar gracias a la brisa mañanera, además de ser iluminados por los rayos del sol como si fuera algo de gran magnificencia. Estaba mirando y oliendo algunos lirios de una gran maceta en la entrada. No podía quitarle los ojos de encima y seguí caminando, algo bastante estúpido ya que terminé chocando con algo que no podía ver, porque la caja no me lo permitía.
Manos pequeñas y frías detuvieron hábilmente el objeto en mis manos antes de que cayera. Miré por encima de la caja a la chica de antes con una media sonrisa flotando alrededor de sus labios, felices como una mariposa brillante alrededor de una flor. Me miraba fijamente con un brillo singular.
—¿Estás bien? Pareces ser algo despistado. —Comentó con gracia. Sus ojos eran enormes y sus mejillas parecían pintadas de un rosa cálido.
Al no obtener una respuesta de mi parte debido al pequeño trance que tuve por unos segundos, cuando volví a la realidad hice una pequeña reverencia como disculpa.
—Descuida, no tienes que disculparte.
Sus labios se abrieron en una sonrisa amistosa, a la que no respondí, manteniendo mi habitual expresión neutra. Parecía que iba a decirme algo, excepto por el grito de un hombre de mediana edad exhausto que se acercaba sin aliento, como si hubiera corrido una cuadra entera sin descanso.
—Por fin la encuentro, señorita Fujiwara. —Exclamó con una mano en el pecho regularizando su respiración— Por favor, no vuelva a desaparecer así.
La risa de la joven llenó nuestros tímpanos como el cantar de un pájaro por la mañana. —Lo siento, Sato. Es que vi estos lirios tan bonitos que no pude evitar venir a olerlos. ¡Mira!— Con su dedo índice señaló las flores antes mencionadas, parecía una niña de primaria debido a su emoción infantil.
El hombre suspiró mientras se limpiaba el sudor de su frente con un pequeño pañuelo que sacó del bolsillo de su traje bordo.
—Sí, muy bellos, pero debemos irnos ya, señorita. Su padre la está esperando. —Con un gran y pesado suspiro, la chica cedió a sus palabras y volteó a verme, no sé por qué seguía allí, parece que mis piernas no querían moverse en ningún momento.
—Bien, debo irme. Pero espero verte pronto. —Musitó con alegría. Yo en cambio, la miré sin cambiar de expresión— ¡Nos vemos, chico despistado!
Tanto el hombre bien vestido como la chica de pelo largo y ondulado se alejaron hasta que ya no se les podía ver ni a lo lejos. Todavía estaba allí, de pie sin poder moverme como si estuviera atrapado en el suelo. De repente me vino una duda a la cabeza.
Fujiwara. Creí haber escuchado ese apellido antes, pero no sé dónde. De todos modos no tiene sentido querer recordarlo. Seguramente no volveré a verla por aquí.
Sostuve la caja con firmeza y la llevé con las demás dentro, continuando así con mi trabajo sin más contratiempos.
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