Capítulo 4.

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Jack.

—Hola bombón de nieve ¿estás libre hoy por la tarde?

—Ya te dije que sí, Frost, y no digas eso en voz alta, parece que me estás invitando a salir cuando solo vamos a hacer el trabajo de Coordinación de Políticas Públicas.

Me reí ante la respuesta de Elsa y la observé guardar sus libros, mientras seguía sentado sobre su escritorio.

—¿Dónde están Hipo y Astrid? ¿No se supone que es trabajo grupal?— Inquirió.

—Oh, sí, ellos están... eh... tenían que... ¿hacer algo?— Ella levantó una ceja y sonrió sarcásticamente.

—Ya. Supongamos que te creo y que ellos no harán nada ilegal—. Levantó los hombros—. Llegarán a tiempo para ayudarnos a terminar el trabajo ¿cierto?

—Sí, señora—. Respondí, bajando del escritorio y haciendo un saludo militar. Aunque realmente dudaba que nuestros amigos llegaran.

—De acuerdo...— Caminó hasta quedar detrás de mí y apenas pude mantenerme en pie cuando todo su peso cayó sobre mi espalda—. Ahora ¡ARRE UNICORNIO!

Me reí ante su repentino cambio de actitud, hacía solo un par de segundos había actuado como una majestuosa reina, y ahora me usaba de corcél... Tal vez debería replantearme seriamente la estabilidad mental de mis amistades.

Caminé con la platinada encima mío hasta las escaleras de la universidad, las cuales decidió bajar por sí misma "por seguridad". Noté que varias personas que nos habían visto susurraban cosas entre sí pero, siendo sincero, no me importaba. Mi relación con Elsa era amistad pura. Si bien molestaba con ser coqueto y juguetear, jamás la había visto como algo más que una amiga; la respetaba y quería como si fuese la hermana que nunca tuve. Realmente me importaba un comino lo que otros pensaran, mientras nosotros supiéramos la clase de relación que teníamos, todo estaría bien.

—Oye ¿podríamos pasar por mi departamento antes de ir hasta tu casa? Mis padres llegaron a la ciudad ayer en la tarde y olvidé dejarles algo—. Preguntó mientras subíamos a mi auto.

—Claro ¿por qué no?

Encendí el vehículo y me dirigí enseguida hacia su dirección. Durante el trayecto comenzamos a hablar de cosas triviales, hasta que ella me preguntó por nuestro apellido.

—¿Nunca te pusiste a pensar que podríamos ser primos lejanos?— Dijo con inocencia, aunque realmente estaba tocando un tema bastante sensible para mi.

—Eh... realmente no.

—Soy muy buena con mi genealogía ¿Cómo se llaman tus padres y tus abuelos?— Mi corazón se contrajo, pero no iba a culparla, ella no tenía por qué saber que acababa de echarle sal a mi mayor herida.

—No lo sé...— Respondí algo cabizbajo—. No mucha gente lo sabe pero, no conozco mi familia.

—¿Qué?— Su tono de voz había cambiado por completo y tenía una expresión preocupada—. Perdón, no debí preguntar.

—No importa—. Traté de sonreír—. No recuerdo nada de cuando era pequeño, asique supongo que no me afecta tanto.

—¿Por qué?

—No lo se... Mis primeros recuerdos son solo oscuridad, una niña gritando mi nombre y luego despertar en casa de Hipo—. Esbocé una media sonrisa—. Un drag- su madre me encontró y me llevó allí—. Me corregí antes de meter la pata, aún no sabía qué tan seguro era contarle sobre Berk y su secreto.

—Lo siento mucho Jack, de verdad—. Murmuró, apoyando su mano sobre mi hombro.

—No importa, en algún momento lo recordaré... supongo—. Comenté, terminando de estacionar.

Mejores amigos *Hiccelsa*.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora