El viaje promedio entre la estación de Bernal y el Correo Central de Buenos Aires con el colectivo 159 B/G es de 40 a 50 minutos si no vas por la autopista, si no es menos, y cuando no es la hora pico es como la luz o... bueno, bueno, eso ya me parece mucho. Lo que importa es lo que Adrián me contó hoy.
En ese colectivo va cuatro días a la semana a cursar a la facultad; toma, después del bondi, el subte B, va hasta Pellegrini y combina con la D, que lo lleva a la Facultad de Medicina, donde estudiamos. Más allá de lo colgado que es y de estar siempre escuchando a Soda Stereo o a unos que dice que se llaman Soulwax –¿quién le puede poner a su banda Soulwax?– o a Placebo o Nirvana... más allá de todo eso, siempre que está en el colectivo, cuando se pone atento, observa y recuerda caras, gente, miradas, comentarios repetidos (cuando se saca los auriculares por algo). En fin, todas esas cosas para las que él (fuera de un colectivo) y yo (sea donde sea) nunca fuimos muy memoriosos que digamos.
Eso sí, siempre se cuelga con las mismas cosas que yo: el de la bici, la del perro, el de traje que corre al colectivo, el que vende en su colectivo que es el mismo que el de hace dos días, el que se está durmiendo parado... pero después él se acuerda de lo que vio y escuchó mientras estaba ahí arriba, yo no retengo nada, ni arriba ni abajo, ni cerca.
Me dijo que había tenido una charla, si así se la puede llamar, muy rara con un tipo que estaba poniendo monedas en una de las máquinas tickeadoras de las calles Paseo Colón y México, un hombre al que ya había visto antes en esa esquina, al que recordaba. Me dijo que, además, hacía rato que le venía poniendo atención a esa esquina y que siempre que su colectivo pasa y él mira por la ventana, el mismo hombre con la misma ropa está poniendo las monedas en la tickeadora. Insistió en esto: no era ni siquiera que se estaba acercando a la máquina, o que bajaba del auto, o que estaba buscando en sus bolsillos la ficha para la tickeadora. No era eso. Siempre ve el mismo movimiento con la mano, la misma expresión durante la espera que precede a ese ticket, siempre ese mismo instante. Y lo que me hizo pensar que lo que me estaba contando era de verdad llamativo, salvo que esté teniendo visiones, es que él no cursa en los mismos horarios: un día a la tarde, uno a la noche, uno tarde y noche y otro por la mañana. Facultad complicada, trabajo alternativo, múltiple y variable.
Cuando hoy iba a la facultad le pasó lo mismo: vio la misma cara, en la misma cabeza, en el mismo atuendo, poniendo esa misma ficha –seguramente– en esa misma máquina. Pero esta vez se bajó del bondi. Fue a buscar al tipo, que ya estaba por cruzar la calle, y sin saber bien por dónde empezar, se decidió por algo simple dentro de las circunstancias: "Discúlpeme, siempre lo veo desde el colectivo justo cuando está poniendo la ficha en la tickeadora, me parece raro, ¿A usted no? Ya van muchas veces que lo veo haciendo lo mismo". El hombre, que me dijo tendría unos 55 años, lo miró sin ningún tipo de expresión extrañada ni sobradora, sin manifestar burla sino más bien "entendimiento" (palabras de Adrián), y le dijo que su oficina estaba muy cerca y que trabajaba entregando cosas, que podía ser unas de esas "coincidencias raras", pero que se quedara tranquilo, porque él no lo "está persiguiendo ni nada parecido".
Eso fue todo lo que pasó, Adri se disculpó y los dos se fueron. Después cursó, volvió a su casa, aunque en la vuelta no vio al hombre, como siempre pasa cuando vuelve.
Me calenté un poco porque no me había contado lo que le venía pasando, pero él me dijo: "¿Y qué te iba a decir? Que veía siempre al mismo tipo con la misma expresión en el mismo lugar. Suena a paranoico", y tiene toda la razón. Pero él no se convenció con la explicación de este hombre y yo tampoco. Lo veo muy cuerdo como para que la esté delirando. Lo conozco desde hace dos años, este año sólo cursamos dos días juntos, el miércoles, a la noche, y los viernes, tarde y noche. Los lunes me lo cruzo en los pasillos, pero siempre estamos a las corridas los dos, él cursa también los martes, pero yo no, y ninguno va los jueves. No sé la verdad, pero Adrián no cree en las coincidencias, menos en las que son raras. Yo no soy tan así, pero esto no es una coincidencia, no suena a eso.
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Historias robadas de sueños ajenos
Short StoryÉsta es una antología de cuentos de lo que se suele llamar género fantástico o extraño, aunque también hay algunos que no responden del todo a esa clasificación. Los personajes de estas historias son gente común, como vos y yo, pero a las que les t...