IV.- Fantasmas

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-Por aquí. -La desconocida los llevó a la entrada de un ducto de ventilación; y después de ayudarlos a pasar, cerró la reja tras de sí.

Six la miraba de reojo, no podía evitarlo, la chica frente a ella era un fantasma, ¿O sería mejor llamarla un ángel? Llevaba una simple camiseta blanca y unos pantalones grises manchados de tierra y sangre, un listón rojo adornaba su trenza, que se agitaba en su pecho mientras caminaba.

- ¿Cómo te llamas? -finalmente preguntó Six, con su voz temblando. Carraspeó, llegando a temer que en su voz se escucharan los latidos de su emocionado corazón

- ¿Hm? Ah...Pueden llamarme Rain. ¿Ustedes?

-Yo me llamo Mono, y ella es Six.

Al oír el nombre, la chica de trenza se detuvo.

- ¿Six? -susurró, girando hacia la chica de impermeable, con los ojos llenos de lágrimas. - ¿Six?

La mencionada asintió. - ¿Eres la chica del Nido?

Rain asintió. Y pasaron segundos de silencio, hasta que la chica de la trenza dio un cuidadoso paso adelante, y envolvió a Six en un abrazo, la cual correspondió a éste aferrándose al simple vestido blanco de Rain.

Mono las miraba unos pasos detrás de ellas, sintiendo un vacío en el estómago. No sentía celos, se sentía más bien...solo. Oh, que envidia sentía, ¿Por qué el no podía tener un amigo así? ¿Qué lo recordara con cariño, y se preocupara por él?

-Será mejor que continuemos. - dijo Rain, rompiendo su abrazo con Six, pero en seguida le extendió la mano a la niña, quién la tomó encantada. -Mi compañero se pondrá feliz al verlos.

- ¿Hay más? -preguntó Mono, ladeando la cabeza, mirando detenidamente el perfil del rostro de Rain.

-Sólo somos él y yo. Pero ahora que los conocí, quizás...quizás seamos más.

Siguieron caminando, sus pasos resonaban por las tuberías, de vez en cuando se escuchaban los rechinidos de las llantas del Guardia, o los gruñidos de las miniaturas. Six apretaba la mano de Rain con miedo; aunque también sentía curiosidad de aquel chico que ella mencionaba.

- ¿Cómo...? -Titubeó. - ¿cómo sobreviviste?

- ¿Qué?

-Yo te vi caer, vi como tu impermeable. - tocó su propio impermeable. - Salía a la superficie

-Caí al agua, pero la Pretendiente no llegó a atraparme.

- ¿Pero el impermeable?

-No me dejaba nadar, tuve que quitármelo, pero nunca morí.

Six relajó los hombros, habían pasado solo un par de años desde la vez que creyó verla morir, pero parecían a la vez horas, y siglos.

Finalmente, llegaron a lo que parecía una malla de metal, que Rain abrió para dejarlos entrar a un cuarto cálido y acogedor.

- ¡Reina!¡Llegaste! -Se escuchó una voz alegre, de las sombras apareció un chico de chamarra azul, cabello negro que le caía sobre los ojos, en sus manos traía un cuenco humeante, y en su tobillo, un grillete de metal. - ¿Quiénes...?

El cuenco cayó al suelo, haciendo eco por las tuberías.

-Tu. - susurró con la mirada fija en Six. El odio en su voz era tan palpable que la niña dio un paso atrás, instintivamente protegiéndose del inminente peligro frente a ella.

- ¿RK? ¿Qué pasa? -Preguntó Rain, soltando la mano de Six para acercarse a su compañero, éste, sin dejar de mirar a Six, se entabló en una pelea de susurros con la chica.

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