V.- Cucharada de Sal

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El fuego crepitaba, haciendo que las sombras parecieran criaturas que bailaban por encima de los cuatro niños. Cada uno con la cabeza en las nubes.

Six suspiraba al comer, hacía mucho tiempo que no comía una cena caliente. Tenía que aprovechar aquel momento al máximo antes de que acabara.

Mientras que Mono sentía un extraño dolor en el pecho que no lo dejaba disfrutar la comida.

Rain revisaba ideas, planes, futuros. Sabía que esa noche de paz terminaría, y cuando eso pasara, tenían que estar preparados para dar el siguiente paso.

Rk suspiró y dejó su plato vacío en el suelo. - ¿Qué sigue ahora?

-Los bucles. -Dijo Six, sin apartar la vista de su comida. -Un...alguien, nos dijo que todos estábamos atrapados en bucles. Yo, ustedes. Pero que si cambiamos nuestras...decisiones, rompemos los bucles.

Mono asintió. – Tenemos que buscar a los otros niños que viven en este mundo, y ayudarlos a romper sus bucles. Quizás así...podremos dejar de correr.

- ¿Y cómo hacemos eso?

Six se encogió de hombros. - Tendremos que investigar en este y otros lugares.

-En ese caso, será mejor que durmamos. - dijo Rain. - necesitamos energía para seguir avanzando mañana.

Les hizo señas para que la siguieran, y se dirigieron a un cajón que se encontraba en una esquina.

- ¿Qué es esto? - preguntó Six mientras recibía el bulto que le entregó la chica de trenza.

-Es un saco de dormir. Lo extiendes en el suelo, y te tapas con el. Así. - RK se dirigió a la esquina opuesta y sacando su saco de dormir, se metió dentro de él y volteó a ver a Six. - ¿Ves?

-Oh...bueno- contestó la niña mientras hacía lo mismo en otra de las esquinas del pequeño cuarto.

Rain puso su saco de dormir junto al de RK, y le dijo algo que Mono no alcanzó a oír. Sus ojos vagaron por la habitación, hasta caer en el saco de dormir de Six, donde ella ya se había escondido. Dudó un segundo, pero puso su saco de dormir en la esquina opuesta a Six, para no tener que estar cerca de ella.

Se quitó el fedora, y encerrándose en el saco de dormir como si fuera una oruga, se quedó inmediatamente dormido.

Esa noche, tuvo un sueño extraño.

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Se sentía ligero, como si fuera un fantasma, sus manos se veían translucidas y no podía moverse, era como si Mono fuera el espectador de una película o una escena de teatro. Miró a su alrededor intentando averiguar dónde estaba, cuando los gritos empezaron.

Una bola de grasa con rostro se movía colgándose de las luces del techo, su respiración pesada señalaba que no estaba en buena condición física, irónicamente, el monstruo llevaba una bata de laboratorio, y en su mano viscosa, una jeringa.

Mono sintió un escalofrío, el doctor fue una pesadilla que tuvo que enfrentar para poder escapar del hospital donde entraron él y Six.

- ¡No! ¡No! ¡Aléjate de mí! - Una niña pelirroja gritaba mientras trataba de zafarse de las ataduras que la tenían amarrada a una camilla de hospital.

Mono aguantó la respiración, su corazón latiendo con fuerza cuando el doctor por fin se detuvo justo encima de la niña.

Éste intentó clavarle la aguja en el brazo, pero ella, soltándose de las cuerdas, le dio una patada a la jeringa, que cayó en el suelo.

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