2. La decisión

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MASIEL CIENFUEGOS






Hay decisiones y decisiones, una de ellas se toman con cabeza fría, conciente de los pro y contra que traerá el proceso como también las armas para sobrellevarlo, otra cosa es cuando tomas lo primero que se te viene a la mente solo por salir de algo, lo arriesgado, lo que queda a la suerte de un mañana, si es que corremos con la suerte de poder despertar para otro día.

Migrar a Alemania no estaba entre mis planes, en mi inocente pensamiento guardaba la idea de encontrar esa estabilidad que tanto he querido, muchas oportunidades y el paso que necesitaba para lograr mis metas. Pero nunca se me pasó por la mente que para que todo eso ocurra, esté en el país que esté, debo construirlo.

Debo construir lo que quiero ser.

No estaba entre mis planes empezar en un edificio abandonado en dónde en cualquier momento puede llegar migración y despejarme de lo poco que he conseguido, tampoco tener que el sueldo de un trabajo no cubra lo necesario para vivir, o que debo soportar, a como de lugar la fría agua que cae de mi ducha.

Me froto las manos en la cara mientras el líquido me pone la piel de gallina por completo, levanto la cabeza y dejo que el caiga sobre mi hasta poder enfriar mi mente, para poder dejar de pensar un rato.

Veo mi reflejo en el espejo empañado del pequeño cuarto de baño y recorro todo mi cuerpo con mis ojos de arriba hacia abajo lentamente, admirandome. Quién diría que dejar de comer por varias semanas traía buenos atributos consigo.

Tomo la toalla y salgo secandome el cabello frotándolo suavemente, el móvil suena varias veces tirado en la mesa de noche, lo recojo fruncida.

—Tania.

—¡Desenbucha ya, niña! ¡¿Aceptaste la cita del neurocirujano?! —exclama con los cabellos apuntando a varias direcciones, desmaquillada y en pijamada.

Frunzo las cejas.

—¿Yo dije eso? ¿en qué momento?

—¡Me lo ha dicho Sebastián! Ahora confírmame, confírmame. ¿Es guapo? ¿tiene auto o casa? —hace un ademán con la mano—, ¡pues obvio que debe tener, si es neurocirujano hasta plata para regalar tendrá ese papazote. ¡¿Por qué no puedo consegir uno así?! Que suerte tenés, Masiel.

Sonrío por lo ocurrente que es.

—Pues... Estaba pesando en asistir, pero tengo cosas más importantes que hacer que buscar pareja. Voy camino a buscar un nuevo trabajo...

—¡¿Te han corrido de la mansión en dónde tocabas el piano?! ¿cómo pudiste desaprovechar eso, Por Dios? —abre lo ojos.

—Es que una cosa es decirlo y otra muy distinta es vivirlo, Tania. No sabes lo horrible que han sido estas semanas para mí... —suelto un suspiro, escogiendo entre los tres vestidos que tengo—. De verdad que no quiero seguir allí, supongo que ahora no tengo otra alternativa...

—¿Cómo así? ¿paso algo de lo que no estoy interada? —me fulmina con la mirada—. ¿Por qué no me he enterado?

Me muerdo los labios.

—Bueno... Dígamos que mi jefe es un poco...

—¿Pesado?

DOGMA [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora