En lo más profundo de la cueva, el jefe de los goblins. Un chaman; un tipo de goblin que aprendió a usar magia. Estaba saciando su lujuria con una madre goblin; una humana que habían robado del pueblo.
Ellas eran las mayores productoras para su especie, además de ser unos juguetes muy entretenidos. Sonriendo sádicamente por ese pensamiento, embistió con más fuerza a la humana.
En eso un sonido de pisadas lo interrumpieron, escuchándose cada vez más cerca de él. Pensó que era su hobgoblins, así que, pensando en darle una reprimenda, se giró furioso, solo para encontrarse con un aventurero con casco y una espada a pocos centímetros de su rostro.
"¡!"
Antes de que pudiese agarrar su bastón, la espada se movió como una serpiente asesina, atravesando su garganta con rapidez y ferocidad.
Sus ojos se dilataron, mientras se atragantaba con su propia sangre. Con desesperación el chaman se aferró al aventurero, pero eso solo hizo que fuese recibido con un duro golpe en el rostro. Causado por el escudo en el brazo del Slayer.
Sintió como su nariz se pulverizaba en su rostro, su sangre salpicando el casco del Slayer.
Lo último que vieron sus ojos desesperados fue ese ojo rojo incandescente que desprendía del casco del aventurero. Cómo si su muerte solo fuera el comienzo de la masacre a futuro.
Retirando la espada de la garganta del goblin. Slayer se había quedado quieto. Su mano y sus dedos estaban congelados; simplemente se quedó allí con la espada en la mano.
"...Huff"
Suspirando, regreso su mirada a Erick, finalmente suspiro con calma. Luego de eso, le ordeno sacar a todos los goblins, para asegurarse de que estuvieran completos.
Diecinueve goblins, un hobgoblin y un chaman. Veintiuno en total. En poco tiempo lograron terminar y Erick nuevamente los volvió a guardar en el inventario.
Además de eso, Erick había conseguido planos de fabricación del hobgoblin y del chaman. Con 20 monedas de oro por chaman y 15 por el otro.
En este momento no les prestó atención a los planos y los guardo.
Ahora, poniendo su mirada al frente, observo lo espacioso de este lugar. El techo alto, el viento soplando a atrás de la cueva. La habían preparado especialmente para una persona importante.
En el centro de la recamara, atada con cadenas, había una mujer. Estaba cubierta de mugre y no movía ni un músculo. Precisamente la mujer que había sido secuestrada una semana antes.
Vio como el chico se acercaba y se arrodillaba al frente de ella, para luego levantarla en silencio. Erick realmente pensaba, si no hubiese sido mejor ser asesinada por los goblins que ser rescatada después de todo lo sucedido. Aunque, ahora que lo piensa, fue una idea estúpida. ¿Quién quería morir de todos modos?
"Revisa ese extraño altar" dijo su maestro mientras salía con la chica en brazos.
"Bien..."
Acercándose vio que el altar estaba hecho de huesos humanos. Con un golpe de su brazo lanzo los huesos, haciendo que resonaran en el suelo, y luego miro lo que había dentro.
"..."
Ladeando la cabeza, se encontró con goblins. Más que nada niños goblins. Mucho más pequeños, acurrucados juntos, temblando y parloteando cosas sin sentido.
¿Realmente eran tan peligrosos? En este momento no lo parecían. ¿Huh? En eso, su mirada se quedó fija en uno que había agarrado una piedra, mientras su mirada reflejaba un odio total hacia el. ¿Piensas que no te puedo ver? Bueno, tiene sentido, tampoco es que esa cosa pueda saberlo.
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¿Sirvo A Los Protagonistas?
De TodoLa vida le dió otra oportunidad, aunque no era lo que se esperaba. Acompáñame a leer una historia donde una persona se convierte en un esclavo destinado a obedecer las órdenes de sus maestros, sin importar sus propias decisiones. Comienzo de partida...