Primera cita - 18 años

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- Espera... Eso fué... No me digas que lo sabías.

- ¿Qué? ¿que te gusto desde hace bastante tiempo pero tu orgullo no te dejaba admitirlo? Sí, lo sabía, incluso Kenny me molestaba bastante con eso. Sólo estaba esperando que te dejaras de estupideces y dieras el primer paso...

Desde ese día no podía dejar de pensar en lo que pasó en mi casa. Quiero decir, ¿si ya lo sabías por qué no me dijiste nada? ¿es porque también te gusto?

Las dudas daban vueltas y vueltas por mi cabeza, incluso en las noches esa escena se repetía en mis sueños... Maldito judío, estoy casi seguro que hiciste algo para volverme loco, seguramente ese beso tenía algo que hizo que no pudiera dejar de pensar en ti. Como sea, la misma pregunta seguía jodiendo mis pensamientos durante toda la semana, no sé si te dabas cuenta o no (supongo que sí, era difícil disimular) o tal vez pensabas que era un idiota, no lo sé... El caso es que después de consultarlo con la almohada varias veces finalmente me atreví a decirlo.

- Estaré desocupado este fin de semana... Pasaré a buscarte el sábado a las seis así que más te vale estar listo para entonces.

Sí, esa fué la manera en que decidí pedirte una cita. Muy estúpido pero igual funcionaría, o al menos eso pensaba.

Así que ahí estaba, parado delante de tu casa el sábado a las seis, muerto de nervios (aunque claro, no iba a demostrarlo) y dudando sobre si realmente debía hacerlo o no, ah al carajo, si no lo arriesgo todo no ganaré nada. Toqué el timbre y a los pocos segundos saliste a recibirme y... Carajo, odio admitirlo pero te veías tan jodidamente lindo que tenía ganas de volver a besarte.

La cita consistió en otro paseo en bote como aquel que tuvimos cuando teníamos diez años, sólo que esta vez sin tratar de matarte (de hecho esta vez parecía que eras tú el que venía con esa intención). Mi mirada se centraba más en ti que en las cosas de las que hablabas mientras que el bote seguía avanzando hasta casi llegar al centro del lago, un ambiente tan malditamente cursi y marica que por alguna razón me agradaba y con el que me sentía bastante cómodo. Quizás es porque sólo estábamos tu y yo ahí y no había nadie que interrumpiera lo que sea que fuera a pasar durante la cita, esto tú lo sabías así que aprovechaste el momento para acercarte más a mí y yo acorté la poca distancia que quedaba para besarte. Fué un beso corto pero suficiente como para dejarme sin palabras.

- Espera, judío yo...

- Dices que te gusto ¿no? te estás demorando demasiado...



















































































Love foolish | Kyman week 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora