Capítulo 33.

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En la oscura habitación, Yuta estiró su brazo fuera de la cama para encender la lamparilla cercana. Recuerda que estuvo preparándose para su clase pero estuvo todo el tiempo en su escritorio y al parecer se había quedado dormido y ha sido llevado a la cama.

Tendría que seguir durmiendo aunque no puede hacerlo porque recuerda que anoche Taeyong había enviado un mensaje que afirmaba llegaría a la mansión pero ¿Dónde está ahora? ¿Se fue después de verlo dormido?

Saliendo de la cama, Yuta buscó una sudadera en el armario revisando su teléfono y comprobando los mensajes anteriores de Taeyong, y no habían más que un "Estoy llegando", bufó mientras se metía en su sudadera porque su piel se enfriaba rápidamente, dejó su teléfono y salió de la habitación. Cuando bajó las escaleras, no tuvo que recorrer toda la casa porque alcanzó a ver una sombra cerca de la puerta, tras las cortinas asomada en la ventana.

—¿Taeyong? —llamó acercándose y abrazándose a sí mismo, al estar las luces apagadas no podía distinguir pero se detuvo al ver una figura más pequeña.

Suspiró al darse cuenta de que era su madre asomada a la ventana.

—Vino a verte pero te habías quedado dormido, se fue hace poco —dijo ella, Yuta distinguió qué la voz nasal de la mujer no sonaba bien o al menos no tranquila. Era como una voz ronca después del llanto y él se preocupó.

—¿Hablaste con él? —preguntó Yuta cuando estuvo más cerca y fue consciente de que estaba tuteando pero ella no reprochó nada.

Yowon volteó a mirarlo, la poca luz que se filtra dejó ver una pequeña sonrisa pero sus ojos se ven tristes.

—Yuta —se acercó al chico que se había quedado de pie cerca de la puerta, cuando está frente a él, alzó su mano hasta alcanzar los cabellos castaños del chico y peinarlos un poco—. ¿Puedo pedirte algo?

«». Susurró dudoso y ella asintió.

—Por favor, mantén a Taeyong cerca de aquí. 

De repente ella estaba llorando, sintiéndose culpable, Yuta la abrazó cuando Yowon dejó escapar un sollozo muy doloroso a sus oídos.

—Si no puede perdonarme, le daré su espacio mientras tendrá a sus hermanos y a tí. —Yowon se alejó un poco limpiando sus lágrimas, palmeó el pecho del chico y sonrió—. Yuta, si tú quieres a Taeyong, no voy a detenerlos. Un hijo más que me odie no lo podré soportar, Joongha también está odiandome.

—Yo no te podría odiar, madre, pero hagas lo que hagas no podrás acabar con el sentimiento que seguirá allí, intacto.

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Por la tarde, Yuta se dirigió hasta la dirección indicada. Cuando ingresó a ese local no vio a nadie y en el momento en que pensó tocar la campanilla sobre uno de los mostradores, una puerta en la esquina del local se abrió. Kim Doyoung salía sosteniendo dos cajas en brazos, al verlo saludó con una sonrisa y dejó las cajas sobre el mostrador.

Suspiros del Alma ⋮ TaeYuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora