CAPITULO 28: PROTECCIÓN.

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— ¿Vamos a la cafetería? — fue el alfa quien preguntó primero al enlazar el brazo de Soo Bin con el suyo. — Necesito decirte algo muy importante.

— ¿De verdad? — la sorpresa no cabía en sí mismo. Y es que en todas las semanas que habían transcurrido, siempre permanecían en la biblioteca cuando la hora del receso iniciaba.

— Claro que sí. ¿Por qué lo dudas? — inquirió con media sonrisa divertida plantada en el rostro.

— Es que- — su respuesta se vio interrumpida por el cruce abrupto de un omega.

— ¡Cuidado!

Yeon Jun no era alguien estúpido, por lo que no le costó entender que aquellas acciones eran para simplemente fastidiar al castaño, quien tuvo que sostenerse de su antebrazo para no caer estrepitosamente.

— Hey tú, detente. — fue lo que vociferó el alfa luego de incorporar el suave cuerpo de Soo Bin.

El omega se detuvo, girando lentamente para enfrentarse al peligris. — ¿Sucede algo, cariño? — ese tono, agh, ese tono agudo y chillón era algo de lo que Yeon Jun no toleraba.

— Pídele perdón.

— ¿Qué? — el rostro simpático de aquel chico se desfiguró en indignación completa.

— Confío en que tienes algo de cerebro y puedes comprenderme. — volvió a atacar, mostrando aquella imagen tan arisca e intimidante que tanto le caracterizaba. — Vamos, empujaste a mi omega e hiciste que se tropezara. Un par de disculpas es lo único educado que puedes hacer.

"Mi omega." — Soo Bin se ruborizó al escucharlo, pero de pronto cayó en cuenta que debía detener a Yeon Jun para que no reaccionara de peor manera ante la actitud del otro.

— Déjalo. — empezó a hablarle de forma sutil, intentando tomarlo de la mano. — Vámonos a la cafetería, por favor.

— No, no voy a irme hasta que él se disculpe contigo.

— Entonces puedes quedarte esperando toda la vida porque no pienso hacerlo. — contestó enojado, cruzándose de brazos para dar media vuelta y seguir su camino.

— Date la vuelta y pídele perdón a mi omega. — demandó. — Ahora.

Por naturaleza, el omega reaccionó ante la inusual voz de mando. Su sumisión salió a flote y se quedó tenso ante los ojos del alfa.

— Yeon Jun, solo déjalo.

— No, él y los demás tienen que aprender que no pueden arremeter contra ti. — alzó la voz en cuando dijo todo aquello, ganándose la atención de muchos. — Ni burlas, ni empujones, ni nada. ¿Tú me entendiste? — se dirigió al omega que estaba a unos metros lejos de él. El pobre como pudo, asintió dificultosamente. — ¡¿Quedó claro para todos?! — la exigencia salió con potencia.

El silencio fue sorprendente, Soo Bin mordió su labio inferior para no sentirse más cohibido de lo que estaba. Si bien Yeon Jun había utilizado su voz de mando, no le afectaba como las primeras veces porque su lobo y él podían sentir que lo hacía en forma de protección.

«Nuestro alfa es el mejor.»

— Junnie, vámonos. — rápidamente lo haló de la muñeca. Saliendo con dirección hacia el verdoso campus.

El aludido se dejó llevar por el omega, después de todo lo único que quería era la tranquilidad de ambos.

— ¿Qué pasó? ¿Te sientes mal? — fueron algunas de las preguntas que rodearon a Soo Bin ni bien se alejaron de las tediosas aulas.

El castaño negó con un simple movimiento de cabeza, sintiendo algo cálido y bonito envolverle el corazón cuando el alfa le mostraba su preocupación completa.

— ¿Y entonces? ¿Fue alguno de esos estúpidos? — el omega sonrió levemente al ver el ceño fruncido del peligris. — ¿P-por qué sonríes? — detuvo su cuestionario al ver los gestos de Soo Bin.

Estaba confundido.

— No es nada. — murmuró, mordiendo suavemente sus finos belfos.

— ¿Seguro? — entrecerró sus ojos, intentando buscar algún atisbo de mentira en la mirada adversa.

— Muy seguro. — susurró y sin poder evitarlo, se abalanzó; abrazándose al torso de Yeon Jun y recostando su cabeza en el hombro derecho del alfa. — Me siento muy seguro contigo a mi lado.

El peligris se sorprendió ante las palabras y su lobo interno aulló con euforia al sentir que estaba cuidando bien de su omega.

— Pero hagamos que esta seguridad se vuelva parte de ti también, Binnie. — comentó bajito, abrazándose gustosamente a la cintura del castaño. — Quiero que tú te hagas dueño de una seguridad profunda, una que nadie pueda quitarte con palabras vacías. Eres un omega precioso y noble, no mereces ser tratado así nunca más. ¿De acuerdo? — susurró, acercando su nariz a la contraria para iniciar una fricción lenta y delicada.

— De acuerdo. — el pacto se vio sellado cuando los voluminosos labios del peligris se juntaron con los de Soo Bin en un tacto acompasado y tierno.

Movimientos tallados castamente en un encaje puro y perfecto. Alfa y omega sintiéndose en cada respiración y suspiro, compartiéndose los mismos latidos acelerados, y sumergiéndose en lo maravilloso que era la sensación de haberse encontrado finalmente por obra de la Diosa Luna.

El beso culminó en un adorable chasquido. Las mejillas sonrojadas de Soo Bin eran muestra de la bruma de emociones que recorrían dentro de él, y la sonrisa tímida de Yeon Jun demostraba el estado calmado y enamorado en la cual se había quedado permanentemente gracias a su lindo omega.

El peligris volvió a acercarlo a él, reposó su rostro en la curvatura del cuello y hombro de Soo Bin, e inhaló tranquilamente el dulce aroma a manzanas y caramelo. Se sentía tan cálido y agradable, comprendiendo así que todo lo que conformaba al omega, era parte esencial de él.

Pareja destinada, no había frase más detallada para lo bonito que todo se sentía cuando estaba cerca de Soo Bin, y esa era una de las mayores razones por la cual anhelaban seguir juntos por un largo y extenso camino de vida.

— Junnie... — de pronto el omega recordó algo. — ¿Qué era lo tan importante que ibas a decirme? — unas suaves risitas brotaron del fondo de su garganta cuando sintió como la nariz del alfa le hacía cosquillas en la sensible piel de su cuello.

— Ah, cierto. — se separó mínimamente. — Quería pedirte si podías acompañarme a mi casa este sábado.

— ¿A tu casa? ¿Por qué?

— Quiero que conozcas a la persona que me amó desde el primer momento en que nací.

Soo Bin escuchaba atentamente, aún no sabía qué decir.

— Quiero presentarte oficialmente a mi padre omega.

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EL PRINCIPE Y EL PLEBEYO - YEONBINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora