CAPITULO 12: MALEDUCADO.

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[MALEDUCADO.]

NICOLÁS

Desde las sombras, la seguía. Como lo hice siempre. En silencio, siendo la suya. Imitando sus pasos.

Caminaba tranquila; disfrutando y dejándose llevar al ritmo de sus canciones. Cada vez que la observaba salir del instituto con su uniforme, mi mente volaba. Esa maldita vestimenta que se ajustaba en las partes justas de sus curvas. Provocaban fantasear con la idea de secuestrarla a la salida del colegio, meterla dentro y follarmela en mi auto.

Imaginarla aquí. Correr mi asiento para que ella pudiera colocarse encima mío. Con ese uniforme que podría arrancar con las manos o solo levantar su falda. Esos curiosos ojos, color infinito sobre mí mientras ella disfruta montarme. Viéndola complacerse a ella misma con nuestra fricción, con mi cuerpo chocando con el suyo.

Oyéndola gemir para mí y por mí, y pedir por más. Sintiendo llenarla de placer. Hincándose más profundo con cada salto. Observarla recostarse contra el volante ante la llegada del orgasmo.

Los imprudentes pensamientos se convierten en humo, evaporándose en el aire, volviendo a la realidad. Pero la pizca de diversión volátil queda brincando con la idea de volver realidad aquellos deseos, muy pronto.

Cegada por el volumen de sus auriculares, no pudo percatarse. Desde algunos semáforos atrás, varios choches han estado gritándole obscenidades debido a su atuendo. No soy un hombre de sangre caliente, jamás lo fui. Es patético. Entonces, solo tomé nota de las patentes. Luego, tendría con que entretenerme.

Traza un vértice, y doblo en la misma esquina. La avenida era amplia y concurrida, pero conociéndola sabia a donde iban sus planes. Cuando sus pasos me dieron la razón, estacione a un par de coches atrás para conservar la distancia.

Me adentre al lugar, y desde detrás del escritorio automáticamente, escuche el "Buenas Tardes, Señor Asnicar" en un unísono del todo el staff de empleos. Soy demasiado joven para que utilicen la palabra señor para conmigo. Pero a veces, olvido que es por cortesía y por el respeto que impone mi familia.

Salude con una simple mirada, yendo directo a los molinos. Saqué la billetera del bolsillo, y entre tantas tarjetas escogí una azul. La apoye en el lector y la linterna verde, junto al sonido de aprobación, me dieron la bienvenida con libertinaje.

Encaré el corredor de los vestuarios, atravesando la puerta con el cartel femenino sin miradas sobre mí. El lugar estaba vacío, y con poca iluminación. Avance, pasando el bloque de los sanitarios, y me detuve cuando encontré una linda vista.

Tomé posición en un muro, donde la luz no llegaba, me recosté en el cruzándome de brazos. Observándola. Estaba de espaldas.

Experimentada, llevó ambas manos hacia atrás desabrochando su pollera, y dejándola caer. Su culo cremoso resaltaba el colaless negro que llevaba, y con la que mis dos cabezas enloquecieron.

Deslizó su camisa por encima de los hombros, enseñando como su ropa interior combinaba con el mismo color. Curtida por la cotidianidad, terminó de desnudarse por completo; metiendo sus carnosas piernas en la malla enteriza. La imagen de la delgada tira negra clavándose entre medio de su firme culo, hizo sentir entusiasmado a mi vientre.

Vestida, revuelve su casillero buscando algo entre sus pertenencias. Sin embargo, falla y frustrada guarda todo exceptuando, su cofia y antiparras. Antes de que partiera, salí al vestuario de hombres para hacer lo mismo.  

Tiré de la puerta, saliendo con una toalla sobre la cintura. Cargando lo necesario. Apoyé los brazos sobre la barra, tomándome tiempo para ubicarla. Era la única persona nadando en la piscina más profunda. La profundidad radicaba triplicándoles la altura, pero no era algo a lo que le temiera.

INSTINTO ANIMAL ©️ [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora