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Nayeon apagó su alarma cuando esta comenzó a sonar justamente a las 6 de la mañana

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Nayeon apagó su alarma cuando esta comenzó a sonar justamente a las 6 de la mañana. Se levantó con mucha lentitud y se miro fijamente al espejo que tenía en frente de su cama, se miró de pies a cabeza.

Pero mira que pena das.

Eres fea.

No le importas a nadie.

Nunca conseguiras un alfa, ni siquiera un beta te va a querer.

Vaya olor tan desagradable que te cargas.

Vas a morir sola.

Las lágrimas empezaron a llenar los ojos de Nayeon, entre más se decía mentalmente, más dolor sentía en su pecho.

El sonido de la puerta siendo abierta hizo que la castaña saliera de su mundo y se limpiara las lágrimas con rapidez.

—Oh que bien, ya estas levantada bebé, alistate ¿sí?— dijo Taeyeon, una de sus dos madres.

—Sí, mamá— respondió con un tono apenas audible, no quería que se le entrecortara la voz y que su mamá notara que estaba llorando.

La alfa de edad media le regalo una sonrisa antes de dejar la habitación.

Nayeon sonrió con tristeza, pues su madre era la única alfa que podía aguantar su aroma, no sabía si le gusta pues nunca se lo había preguntado, pero al menos lo soportaba. De hecho, Nayeon nunca le decía nada a sus madres, Taeyeon era algo despistada y Tiffany, su madre omega, no estaba mucho tiempo en casa, ella era fundadora de la academia de defensa personal especializada en omegas, así que siempre necesitaba estar supervisando todo. Su madre alfa trabajaba desde casa, así que convivían mucho, pero aún así Nayeon no podía decirle lo que sentía, no quería preocuparla, ni a ella ni a Tiffany.

Se levantó de su cama y se dirigió a su cajón de ropa, tomó unos jeans y una sudadera gris, lo ideal para pasar desapercibida. Al terminar de cambiarse tomo el spray inhibidor y se roció todo el cuerpo, pudo sentir como su aroma disminuía drásticamente.

Se miró por última vez al espejo, tomó su mochila y bajó a la cocina donde Taeyeon estaba tomando un café.

—¿Tienes hambre, Nay?— la menor negó con su cabeza y le regaló una sonrisa.

La alfa se levantó de la mesa y beso a su hija en la frente.

—¿Te pusiste tu inhibidor cierto?— preguntó la pelinegra. Nayeon volvió a asentir— De acuerdo, pero no te pongas demasiado ¿ok? El doctor dijo que era peligroso, con que te pongas un poco en el cuello es más que suficiente. Así no puedo ni percibir tu bonito aroma, bebé.

—E-esta bien mamá, ya no me pondré tanto— dijo la castaña, claramente mintiendo, pues no le importaba si tanto inhibidor le llegara a hacer daño, y si gracias a eso su aroma no volvía, para ella estaría más que perfecto.

Sweet scentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora