Atenea Wolff
Susie y yo llegamos al garaje de Mercedes juntas, en el que los mecánicos trabajaban sin parar. Ella se marchó a hablar con mi padre, mientras que yo me quedé junto a Lewis Hamilton para desearle suerte en la carrera de hoy.
-Mucha suerte, Lew. -le llemé por el cariñoso apodo y el británico sonrió.
-Muchas gracias, cariño.
Nos dimos un caluroso abrazo y me dirigí al garaje de esta vez, George.
El ojiazul debió notar mi presencia, ya que se giró nada más entrar al garaje. Se acercó a mí.
-Pero mirar a quien tenemos aquí. Si es mi rubita favorita. -pasó su brazo por mi hombro.- Ya empezaba a pensar que te habías olvidado de tu mejor amigo. -puso un puchero falso.
-Anda cállate, tonto. -le di un golpe en el abdomen mientras ambos reíamos.- Sabes que eso nunca.
-Eso espero. -un ingeniero le llamó para que se subiese al coche.- Bueno enana, tengo que irme ya.
-¿Qué manía tenéis todos con llamarme enana?
-¡No me eches mucho de menos! -exclamó mientras se subía al monoplaza.
Una vez que el piloto británico estaba subido en su coche, rodé los ojos. Y cuando estaba a punto de alejarme para que George pudiera salir a la pista, olvidé algo: Decirle que tuviese cuidado.
Y sí, sé que suena un poco ridículo, pero no puedo evitar estar preocupada sabiendo que mi mejor amigo está en un coche a 300km/h y puede estrellarse en cualquier momento.
-¡George! -le llamé- Ten cuidado. Porfavor.
-Siempre lo tengo, rubita. -me guiñó el ojo.
Y dicho esto, los mecánicos lo sacaron del garaje, estando listo para colocarse en su respectiva línea de salida. Concretamente en cuarto lugar.
Yo me dirigí rapidamente a las sillas en las que mi padre y algún que otro ingeniero se encontraban mirando concentrados unas pantallas con datos, entre otras cosas. Cuando mi padre se dió cuenta de mi presencia me ofreció una silla a su lado en la que me senté, y luego me preguntó:
-¿Cómo están los chicos? -me preguntó refiriendose a los pilotos.
-Bastante bien. No parecían nerviosos a pesar de que corren en casa. -dije recordando como estaban mis amigos.- Hasta noté a George con seguridad.
-Eso es bueno. -dijo mi padre asintiendo.
Y no pudimos hablar mucho más, ya que se dió el comienzo de la carrera.
[...]
Vuelta 24 y George se encontraba liderando la carrera.
El ambiente en Mercedes era toda una fiesta. Nuestro piloto más jóven había conseguido apañárselas con una habilidad totalmente impresionante, logrando así quedar primero. Y felizmente para nosotros, Lewis se encontraba en tercer puesto. Era absolutamente increíble.
Pero lo que sí nos llamó la atención a todos, fué la persona que se encontraba en el segundo puesto; nada más y nada menos que el mimísimo jóven Lando Norris.
El piloto británico de Mclaren, que también corría en casa, había hecho una increíble carrera que, sin duda, nos había dejado con la boca abierta a todos.
[...]
LLegó la vuelta 31 y toda la felicidad que reinaba en el garaje de nuestra escudería desapareció en el momento en el que se escucharon unos gritos de uno de nuestros pilotos.
Concretamente de George Russell.
Mis sentidos de alarme se dispararon en el momento en el que reconocí la voz del piloto. Desvié rapidamente mi mirada a la pantalla de mi derecha, en la que la imagen del coche de mi mejor amigo rodaba sin parar por el circuito, impactando tremendamente contra los muros y, dejando el coche totalmente destrozado.
Nuestros trabajadores intentaban contactar de manera desesperada con el piloto.
Sin recibir respuesta alguna por parte de este.
Mi ritmo cardíaco comenzaba a aumentar demasiado rapido, y mis manos a temblar.
Pero todo se detuvo en el momento en el que se escucharon las voces de los comentaristas de la carrera gritar eufóricamente de nuevo. Puse mi vista en la pantalla.
-¡EL PILOTO DE MCLAREN LANDO NORRIS HA DEJADO SU MONOPLAZA PARA ASEGURARSE DEL ESTADO DEL PILOTO DE MERCEDES! ¡HACIENDO PERDER SU POSIBILIDAD DE GANAR SU PRIMERA CARRERA, Y ENCIMA EN CASA! ¿Acaso estamos presenciando un momento histórico en la Fórmula 1? -anunciaba uno de los comentaristas mientras gritaba eufóricamente.
Mi cara no tenía precio en estos momentos.
Los ingenieros que estaban mirando junto a mi padre y a mí la escena, totalemente impactados, empezaron a comentar entre ellos sobre el acto tan bonito que estaba haciendo el británico.
En la pantalla se enfocaba al jóven piloto británico saliendo con prisa de su monoplaza para asegurarse del estado de mi mejor amigo. Mis ojos no se podían creer lo que estaban viendo. Lando corría a la máxima velocidad que sus piernas le permitían, y mis ojos se llenaban de lágrimas al escucharle decir a un ingeniero que no recibía respuesta de parte de George.
De mí Georgie.
Para cuando los enfermeros llegaron, Lando ya estaba tratando de quitar los trozos de coche que estaban de por medio, impidiéndole a George salir.
-¡Está despierto! -gritó Lando cuando pudo ver moverse al piloto de Mercedes.
Mi corazón por fin entró en calma.
A mi lado, escuché a mi padre suspirar profundamente, y con él, a los trabajadores, mecánicos...
Todos estábamos aterrorizados.
Todos sabemos del riesgo de este deporte, pero cuando finalmente ocurren estas cosas, el cuerpo nunca se acostumbra a ello.
Cuando por fin consiguen quitar todos esos trozos de coche sobre George; lo veo.
Tiene la cara cortada, llena de arañazos, marcas y moretones que probablemente costarán desaparecer. Joder, estaba hecho mierda.
Lando y un médico pasaron sus brazos por los hombros del británico, uno a cada lado. Entre los dos lo llevaron a una carpa médica para que le hiciesen algún que otro chequeo. No hizo falta ambulancia ya que no parecía ser nada rave. Aunque por precaución, le llevarían más tarde igualmente.
Otro médico llegó al lado del famoso Lando y básicamente le echó. El británico accedió (aunque le costó un poco), y marchó rumbo al garaje de su escudería, que era la siguiente a la nuestra. Por lo que le vería cruzar.
Cuando distinguí un mono naranja pasar por delante de nuestro garaje, y ví que efectivamente se trataba de Lando, salí corriendo del garaje de Mercedes. Eso sí, bajo la atenta mirada de mi padre.
-¿Atenea a dónde crees que vas? -le escuché decir, pero lo ignoré.
Probablemente tedría consecuencias negativas por esto, pero en estos momentos solo quería agradecer al piloto que tenía enfrente por haber dejado su carrera sólo por su amigo.
-¡Oye! -capté su atención, hasta llegar frente él.- Gracias. -hablé.- Ya sabes, por ayudar a George.
El chico me miró con el ceño fruncido, sin saber quién era.
Oh, claro. Olvidé que era la primera vez que venía aquí, y por lo tanto la primera vez que los pilotos me veían. Soy idiota.
-Atenea Wolff. -le extendí la mano.- Hija de Toto Wolff.
El británico abrió los ojos con sorpresa cuando le dije quien era, y me dió un ligero vistazo de arriba abajo. Luego sonrió de manera demasiado adorable y me aceptó la mano. Estrechándola.
-Lando Norris. -se presentó.- Piloto de Mclaren.
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𝑀𝑐𝐿𝑎𝑟𝑒𝑛'𝑠 𝐺𝑖𝑟𝑙 ➪ ʟᴀɴᴅᴏ ɴᴏʀʀɪs ғᴀɴғɪᴄ
أدب الهواة¿Qué pasaría si la hija del director ejecutivo de Mercedes; Toto Wolff, se enamora de un piloto? Atenea Wolff es el claro ejemplo de ello. El ejemplo de que, el amor puede ir mucho más allá de cualquier norma, escudería o padre.