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Como me esperaba lo peor, cuando veo a los cuatro tipos que están sentados a la mesa, junto a Jungkook, casi respiro aliviado.

Deben ser a quienes se ha referido como «los muchachos». Quitando uno de ellos que tiene canas prematuras en el pelo y la barba, los otros dos son de la edad de Jungkook, y el cuarto no debe tener más años que yo.

—Así que este es el pequeño Jiminnie. —El canoso hace un aspaviento de bienvenida, y me gusta de inmediato.

—Jimin a secas —especifica el amigo de mi padre, sin pizca de humor.

—Pues siéntate, te llames como te llames. Taehyung, déjale espacio.

Al que se ha referido es el más joven de los cuatro. Un chico moreno, de rasgos indígenas, y del que Nayeon también terminaría prendada.

Le doy las gracias con media sonrisa y avanzo hasta la mesa. Jungkook no ha hecho por mirarme y se lo agradezco. No me cae bien, nada bien.

Taehyung me guiña un ojo y me sirve agua de una jarra.

—¿Dormirás en la casa grande o en el granero?

Voy a contestarle cuando Jungkook lo hace por mí.

—Eso no es de tu incumbencia —después se dirige a mí—. Cena bien porque mañana hay que trabajar duro.

—Yo soy Minho —se presenta el canoso—, y ellos son Aharon y Jedidiah. No le prestes mucha atención a Jungkook. Asusta al principio, pero después verás que es para comérselo.

Todos ríen de la broma, que a mí no me lo parece, porque el amigo de mi padre me asusta bastante.

La comida está en la mesa. Verduras asadas y mucha carne. ¿La habrá preparado Jungkook? Mientras se sirven me dedico a observarlos.

Si hay un rasgo en común es la forma de vestir: vaqueros desgastados y no muy limpios, anchos cinturones y camisas de cuadro. Dos de ellos llevan un pañuelo al cuello, supongo que para limpiar el sudor. Los sombreros vaqueros prenden de las sillas, como el de Jungkook. Es una vestimenta muy parecida a la que me he tenido que poner delante de él. ¿No se fiaría de que lo hiciera? Porque no encuentro motivo alguno para que quisiera verme desnudo.

Los que tienen nombre bíblico, Aharon y Jedidiah, se parecen entre sí, aunque uno es más rubio que el otro. ¿Serán hermanos? Si Nayeon estuviera aquí, diría que son cinco hombres guapos y fuertes, y puede que tuviera razón. ¡Cómo la echo de menos!

Taehyung me sirve, y se lo agradezco. La conversación es animada, aunque ni me integran en ella, ni me hacen sentir incómodo. Aprovecho para fijarme en el viejo amigo de papá.

Hay algo en él tremendamente viril, aunque no sabría decir qué es. Quizá sus brazos fuertes que asoman bajo la camisa vaquera remangada. Antebrazos musculosos donde se marcan gruesas venas que el músculo presiona contra la piel. O quizá sean esas manoss, de dedos largos y gruesos. Manos que soportan un duro trabajo y que están tostadas por el sol.

Trago saliva antes de subir hasta su pecho. La luz del techo hace aún más profundos sus pectorales bajo la camisa, hendidos en el centro, donde la ligera pelambrera castaña es más espesa. De nuevo trago saliva sin saber por qué, y me atrevo a trepar hasta su boca.

Está hablando con Minho y no me presta atención. Eso me permite observar a Jungkook detenidamente por primera vez. Barbilla firme, ligeramente horadada, que cierra un rostro masculino y anguloso. Seguramente es tan rubio y blancuzco como yo, pero el sol continuo de estas tierras le ha dado ese tono tostado, que salpica de pecas la nariz fuerte y prominente. Me detengo en la boca, en la que apenas me había fijado. Tiene unos labios carnosos, con el borde ligeramente seco, y un tono rosado y húmedo. Veo cómo juega con su lengua en la comisura mientras escucha, y cómo se los relame tras hablar.

Un amigo de la familia |KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora