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Minho me despierta a besos y con una taza de café caliente. Ya está duchado y vestido, y parece tan fresco como si hubiera dormidos toda la noche.

—Tienes diez minutos para prepararte —me guiña un ojo—. Hoy hay que desparasitar al ganado.

Suspiro, pero tomo la taza y salto de la cama, camino al baño, y me resulta delicioso cuando él me da un cachete en la nalga antes de que desaparezca.

Durante el camino charla animadamente sobre la vida en la granja, como si fuera la cosa más maravillosa del mundo, y quizá lo sea, al menos cuando llega la noche.

Tomamos un camino que no reconozco, y llegamos al lago cuando ya están todos allí.

—Llegan tarde —dice el amigo de mi padre, ceñudo, en cuanto nos bajamos del coche.

—Hemos dormido poco —contesta Minho, y le da un simpático puñetazo en el hombro cuando pasa por su lado.

Jungkook me está mirando fijamente, con ojos sombríos, y me pregunto si quizá está un poco celoso de lo que hemos hecho. Ese pensamiento me llena de satisfacción, a la vez que me perturba.

Los demás reparan apenas en nosotros porque están ocupados con las reses.

La camada debe de pasar por el agua en una zona poco profunda, salir a través de una tronera donde Aharon les mete un jeringazo a través de la boca para desparasitarlas, y terminar al fin en un corral.

El proceso es laborioso porque hay que hacerlo de una en una, y no todas colaboran.

Es tarde cuando la última vaca, al fin, se reúne con las demás y disfruta de una bien merecida ración de pienso, antes de volver a los terrenos de pasto.

Estamos agotados pero felices, y Jungkook retoma su ritual de abrir una nevera hasta arriba de hielo, y arrojarnos a cada uno una lata de cerveza que para nuestros labios resecos es más exquisita que el mejor champán francés.

Agotado, me siento en una roca mientras el líquido helado me refresca la garganta, cuando mi Jungkook toma asiento a mi lado.

—Has trabajado bien hoy.

Le doy las gracias, y ambos nos quedamos mirando al frente, sin saber qué sucede entre nosotros.

Él vuelve a preguntarme.

—¿Ha ido todo... bien? —La forma como me pregunta es extraña, porque me mira con cierta aprensión.

—Supongo que sí —respondo—. El trabajo está terminado antes de la hora que marcaste.

—Me refiero a Minho.

Sus ojos siguen sombríos. Degusto el sabor de los celos.

—¿Qué quieres saber? —le pregunto directamente.

—A veces es un poco brusco.

—Conmigo no lo ha sido. —No aparto la mirada—. Lo he pasado muy bien.

—¿Mejor que conmigo?

La pregunta me molesta.

—¿Y Mae? —salta de mis labios.

—¿Qué le pasa a Mae?

—Dímelo tú.

Me mira extrañado.

—Ella lo sabe. Sabe todo esto. Y le gusta. Tenemos una forma diferente de entender las relaciones. ¿O creías que esas cosas solo pasan en la ciudad?

En cierto modo me siento como ella el día que Jungkook y yo nos la follamos, con la diferencia de que ahora son él y Minho los que compiten por mi culo.

Un amigo de la familia |KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora