𝚁𝚘𝚜𝚎𝚜 [Soukoku]

Three

Chuuya caminó nervioso hasta la siguiente aula, se iba a encontrar con Dazai.

Odiaba la idea, pero no podía saltarse la clase, tenía un examen muy importante, el cual había estado estudiando las últimas dos semanas. Y no iba a desperdiciar todo el esfuerzo que había hecho por ese idiota suicida.

Al llegar no habían muchas personas, y las que allí estaban se encontraban resolviendo algunas dudas entre ellos, a veces preguntándole a la profesora, que siempre llegaba unos minutos antes para eso mismo.

Chuuya fue a sentarse en su lugar, cerró lo ojos y respiró hondo, conteniendo el aire por unos largos segundos, luego lo soltó poco a poco, sintiendo como sus hombros se volvían menos pesados. Al abrir los ojos lo primero que vio fue a Dazai entrando por la puerta de la clase. Sus ojos se conectaron por un instante, pero el castaño rápidamente apartó su mirada.

El pelirrojo se confundió por ese gesto, por lo general hubiera ido de forma infantil a molestarlo al dar el primer paso dentro de allí, y no había sido así. El castaño se dirigió a su lugar, que era prácticamente a su lado, sin dirigirle una mirada y ni una sola palabra. ¿Lo había ignorado? En realidad no le ofendía, solo que era algo extraño. Pero lo dejó pasar, después de todo lo que había ocurrido no le vendría mal un descanso.

La campana sonó unos minutos más tarde, y la profesora empezó a repartir los exámenes uno por uno, y tras dar el aviso todos comenzaron a escribir lo que sabían. El lugar era bastante sofocante por la mezcla de tantas feromonas angustiadas, y el ambiente que era tenso, junto con el silencio se volvía más incómodo.

El examen no era tan largo, de unas tres hojas, pero había que admitir que no era fácil, abarcaba temas muy complejos, que si no habías estudiado, suspendías automáticamente.

A Chuuya realmente no se le complicó tanto, y aunque la presión le había hecho olvidar un par de cosas, tras unos segundos pensando recordaba gran parte de la información.

Por otro lado a Dazai no se le dificultó en lo más mínimo. Simplemente escribía todos sus conocimientos cual máquina, y seguía escribiendo incluso cuando sintió que su brazo dolía. Pasaron los minutos y terminó en tiempo récord, fue el primero, pero realmente no quería levantarse todavía de su silla, tampoco quería llamar la atención de todos sus compañeros. Por lo que simplemente se dejó caer sobre la mesa, recostando su cabeza en ella, y con cuidado de no dañar las hojas.

Chuuya se dio cuenta de esto y apretó los labios con fuerza, apenas llevaban la mitad del tiempo y ese maldito ya había terminado. Por suerte a él no le quedaba mucho, sino una hoja, así que se apresuró en terminarla bien, tratando de no errar en lo más fácil. Y cuando ya hubo finalizado de escribir, volvío al principio para revisarlo bien, corrigiendo faltas de ortografía o mejorando algunas respuestas que habían quedado algo pobres.

Soltó un suspiro de satisfacción cuando ya no tenía nada más que hacer, por lo que se levantó de su puesto y se dirigió a entregar el examen, siendo el primero en hacerlo. Mientras que alguien desde lejos lo veía, no sabía quién, quizás alguien que no le estuviera yendo muy bien con las preguntas, sonrió orgulloso en su interior ante ese pensamiento.