Solaria en su traje formal se veía tan diferente, todos ya estaban acostumbrados a verla siempre en la armadura desde que formó la armada de guerreros solarianos. No se veía menos amenazadora, tal vez fuera por su gesto tan duro que no permitía el asomo de una mínima debilidad.- Demos la bienvenida a nuestros reinos hermanos – la larga trenza de Solaria descansaba sobre su hombro y se extendía hasta su cintura -, el reino Pichón, el reino Picaraña, el reino Pony Head, el reino Lucitor, el reino Johansen, el reino Fondo del Mar y el reino Jacques. El reinado de los Butterfly ha sido uno largo, próspero y abundante gracias a la unión de nuestros reinos. Les he prometido que los monstruos se alejarían y cederían el territorio, aunque nos costara fuego y sangre y así ha sido. ¡Hemos logrado tener a Mewni a salvo de monstruos!
Eclipsa tenía la cara larga, no quería estar ahí, el vestido con holanes no le gustaba, tenía una crinolina inmensa, ni siquiera estaba segura de haber tenido piernas debajo de ese ajustado corsé, no podía respirar, prefería su vestido casual, no le gustaban los armadores y las mangas abullonadas, y su madre además la había obligado a recoger su cabello hacia atrás, dejando expuesta la amplia frente que siempre intentaba ocultar con su flequillo, los dientes de la tiara le daban comezón en la cabeza.
Pero nada de lo que tenía puesto la hacía incomodar tanto como las palabras de su madre. Hablaba de un reino próspero cuando la mayoría de la población eran pobres, niños se alimentaban de la basura que salía del castillo, la mitad de la población moría por enfermedades que deberían estar erradicadas, “prospero”, dijo su madre, claro, teniendo una barrera de magia alrededor de un maizal que solo alimenta al castillo mientras la población muere de hambre, cualquiera tendría prosperidad.
Eclipsa sabía que la magia había facilitado cualquier función que, se supone, debía cumplir la monarquía, también sabía que la magia era lo que mantenía a los Butterfly en el poder, la varita era una reliquia dimensional que les proveía de un poder infinito, luego de la formación del ejercito solariano, todos los reinos notaron lo débiles que eran, un guerrero solariano podía destruir a un monstruo usando solo sus manos, mientras antes se necesitaban centenares de caballeros que formaran un ejército real, ahora lo único que hacía falta eran alguno guerreros solarianos para destruir campañas completas de monstruos. La guerra había tomado un color sombrío y eso incomodaba muchísimo a Eclipsa.
Nacida durante la guerra entre monstruos y mewmanos, se había tomado el tiempo para formarse tanto como su madre lo había querido, tenía un par de años con la varita en su poder y había desarrollado hechizos que Glossaryck había descrito como “de poder abismal”.
A pesar de que todos la veneraban por sus habilidades mágicas, Eclipsa prefería atender sus demás lecciones, la historia, la filosofía, los estudios políticos la cautivaban, en especial el concepto de la tregua. Pensó en lo fácil que sería la vida si pudieran llegar aun acuerdo con los monstruos; incluso se había hecho amiga de algunos monstruos, se había sentido incluso atraída por el mundo y las costumbres monstruosas, ellos, a diferencia de los humanos, habían formado una cultura, a pesar de tener diferentes clanes, especies, razas, eran un mismo grupo y compartían muchas cosas en común y a ella le encantaba pensar en los años de historia que habrían costado un proceso de igualdad de trato entre ellos.
No se interesaba particularmente en el baile, no tenía muchos amigos mewmanos, en realidad no tenía muchos amigos. Los amigos monstruos que habían hecho los había tenido que ahuyentar antes de que su madre la descubriera hablando con ellos porque de seguro los eliminaría.
- Di “Hola”, Eclipsa. – no sabía en qué momento su madre se había acercado a su lado, su voz la sacó de su ensimismamiento – Discúlpela, príncipe Shastacan. Está algo agotada por sus lecciones de magia, ella ya está en preparación para su futura coronación.
- Lo comprendo perfectamente, majestad – el bajito y regordete muchacho se inclinó ante la princesa y esta le tendió la mano enfundada en su guante negro mientras dirigía la mirada a donde un pequeño cojín flotante aún sostenía la campanilla de plata que no había sonado -. Princesa Eclipsa, es un placer conocerla finalmente. Soy el Príncipe Shastacan, del reino Picaraña.
- Príncipe… - Eclipsa seguía con los pensamientos difuminados – le agradezco su presencia aquí esta noche. ¿Cómo le va a su reino? ¿Ya lograron despejar los terrenos esponjosos de las telarañas gigantes?
- No, nuestros entomólogos están manos a la obra incansablemente – el príncipe sonreía con sus mejillas absurdamente rosadas -, en cuanto se acabe la invasión de las arañas, espero una visita de su real alteza.
- Tal vez esa visita deba esperar mucho – Eclipsa lo miró con una ligera sonrisa, pero el príncipe se desconcertó, su madre se aclaró la garganta detrás de ella -, lo digo porque tiene entomólogos encargándose de un problema de arañas, debería tener aracnólogos. Las arañas no son insectos, aunque se parecen un poco y es normal confundirlos. Si desea que cese su “invasión”, tal vez deba conseguir personal calificado.
- Es usted muy inteligente para su corta edad – Shastacan miró a Eclipsa de arriba abajo - ¿Qué edad tiene con exactitud?
- Ya cumplí 15 años – esa pregunta la alarmó -, si me permite hacerle la misma pregunta…
- Ya tengo 23. – el príncipe sonrió y dejó pasar por alto la mirada de estupefacción de la más joven – Nos encontraremos en la pista, alteza.

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Un Eclipse Sobre la Corona | Eclipsa x Globgor (+21)
أدب الهواةUna noche, después de su baile de la campanilla de plata en el que la reina Solaria informa a su hija, la princesa Eclipsa de Mewni, sobre su futuro compromiso con el príncipe Shastacan, ella huye al bosque y se encuentra con el príncipe de los mon...