Capítulo 3: Fiesta en la piscina.

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Daniela

Escuchaba los cantos de los pájaros, mientras un pequeño rayo de sol se colaba por mi ventana. Me encontraba en ese estado en el cual no estás despierta, pero tampoco dormida.

Giré mi cuerpo en la dirección contraria, intentando encontrar una posición cómoda acurrucándome entre las sábanas.

Antes de que pudiera hacer otro movimiento, escuché fuertes pasos que estaban cada vez más de mi.

— ¡Despierta, perezosa! —Gruñí como respuesta. Mi amiga se subió encima mía y empezó a balancearme de lado a lado— Va que tenemos que prepararlo todo. 

Abrí los ojos de golpe. ¿Cómo podría saberlo? Yo no le había dicho nada sobre lo de hoy, pensaba decírselo nada más levantarme. 

Entonces caí, había sido Hugo. Sabía que desde que me fui se habían vuelto más cercanos, pero no creí que tanto. Un sentimiento de envidia y culpa me invadió. 

— Ahora voy —dije abrazando mi almohada.

Rápidamente, Bea me agarró de la pierna y me arrastró de la cama. 

— Vamos, tu padre dice que ya ha hecho el desayuno —contesto con una sonrisa de satisfacción.

☾☾☾

Mi casa literalmente parecía un hotel. La piscina estaba llena de flotadores y en las mesas habían diferentes tipos de bebidas. Mi padre apareció para avisarnos de que ya habían llegado.

— ¡Chicos! —gritó— Venir, venir.

Sonrieron y se acercaron a nosotras. Hugo estaba muchísimo más guapo, pero Mateo no se quedaba atrás. Siempre había sido uno de los más monos del pueblo, castaño y con pequitas. Literalmente los dos habían pegado un pedazo glow up.

Bea fue la primera en quitarse la camiseta y lanzarse a la piscina. Al verla en bikini, note un leve dolor en el cuerpo. El color blanco combinaba tan bien con su piel oscura y su perfecta figura.

Mateo fue el siguiente en tirarse. Solo quedábamos Hugo y yo. 

— El agua está increíble, ¡meteros! —nos gritaban. 

Hugo se quito la camiseta y se acercó a ellos. Antes de que pudiera hacer otro movimiento, le salpicaron agua incitando así que se tirará. Mientras yo estaba completamente inmóvil. 

No se que me pasaba. Realmente tenía ganas de estar con ellos, de pasármelo bien. De repente, el ambiente se volvió tenso. Me costaba respirar y ver, sentía que me iba a desmayar.

— Hey, ¿estás bien? 

Hugo apareció a mi lado, recién salido del agua. Parecía preocupado.

— Si, no te preocupes.

No parecía muy convencido con mi repuesta y antes de que pudiera darme cuenta ya me había cogido en brazos como recién casados. Fue corriendo directo a la piscina conmigo y nos metimos dentro.

— Ya estamos todos —contestó Mateo entre risas.

Toda mi ropa estaba empapada. Me acerqué al bordillo para quitármela y estar menos incómoda. Volviendo, veía cómo Hugo me hacía una cara de cachorrito pidiendo que le perdonara por lo que acababa de hacer.

— Bueno, ¿y que hacemos? —dijo Bea.

— ¿Jugamos a verdad o reto? —añadí.

Los chicos se miraron al instante y sonrieron.

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