Capítulo 4: Cuéntaselo

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Hugo

Estaba bastante jodido.

A pesar de solo haber estado con ella un día, mi corazón no paraba de latir al pensar en su sonrisa. Odiaba que con tan solo verla mi mundo daba vueltas. Durante mucho tiempo pensé que este sentimiento desaparecería con el paso de los años, pero no ha sido así. 

No podía negarlo, por mucho que me doliera, sus ojos brillaban por alguien más. Sabía que jamás me miraría con los mismos ojos con los que yo la veo a ella. Aún así, el tenerla cerca era más que suficiente.

☾☾☾

Daniela

No podía asimilar todo lo que había pasado hoy. 

Diego dijo que le parecía tractiva, Bea me había aplicado la ley del hielo y Hugo y yo volvimos a conectar igual que antes.

A pesar de todas esas cosas, no podía parar de pensar en mi amiga, en que había hecho yo mal. Antes, ella y yo nunca peleábamos, como mucho por una porción de tarta. 

Quizás ya no quería juntarse más conmigo, ¿era eso? Quizá pensaba que seguía siendo esa niña pequeña y, al ver que ya no lo era, no quería estar junto a mi.

Todos estos pasamientos me agotaban, tenía ganas de dormir y no sobre pensar tanto. Pero había algo que me lo impedía, no podía quedarme de brazos cruzados. Tenía, no, debía ir a buscarla y arreglar las cosas. Aún sin saber que eran esas cosas.

Cogí una sudadera del armario, ya que estaba a punto de anochecer. Salí corriendo de mi cuarto, bajé por las escaleras más rápido que nunca y, al dirigirme a la puerta, no podía creerme lo que estaba en frente de ella.

Era Bea.

Se notaba en sus ojos rojos que había llorado, y yo solo sentía la necesidad de abrazarla. Así que eso hice.

Bea me devolvió el abrazo con intensidad, cómo si no quisiera dejarme marchar. 

— Tengo que contarte algo —dijo con la voz temblorosa.

— Claro, cómo quieras. Venga, vamos a mi habitación.

Las dos subimos completamente en silencio, sin decir ni una sola palabra. Cuando finalmente llegamos, se desmorono por completo.

— Yo... Lo siento mucho, Daniela. No quería ignorarte, encima por un cosa tan estúpida. Tu no tienes ni idea. Y, y yo no he sido buena contigo —hablo entre sollozos.

— Bea, oye. No te preocupes.

Se seco las lágrimas y se acomodo en mi cama.

— Voy a decirte la verdad. ¿Recuerdas cuando estábamos Sofía, tu y yo? Éramos un trío inseparable. Pero, después de que te marcharas, todo comenzó a empeorar. Cada vez estaba más distante conmigo, a pesar de que yo siempre estaba ahí con ella, cada día del maldito verano. Antes de continuar, voy a decirte algo importante y no quiero que esto nos separe. Prométemelo. 

— Lo juro, nada ni nadie hará que nos volvamos a separar —contesté decidida.

— Bien, sigo. Un día, quise contarle mi gran secreto. Le dije que me atraían las mujeres, vamos, que soy lesbiana —soltó una pequeña risa—. Yo en ese momento se lo dije porque le tenía mucha confianza, pero duró bien poco. A la mañana siguiente se lo contó a mis padres y a todo el pueblo, sin mi permiso. Por suerte mis padres lo llevaron bien y me apoyaron.

— ¿Y que pasó al final?

— Fui a hablar con ella respecto al tema, y solo me dijo que era repugnante, que solo se juntaba conmigo porque estabas tu. Lo pase fatal pero, por suerte, Mateo y yo empezamos a quedar juntos y en ese pack venia Hugo. Nos hicimos buenos amigos y desde entonces no me he separado de ellos.

— Dios, lo siento mucho. Quisiera haber estado ahí para ti —me acerqué y la abracé hasta que no pudiera más.

— Yo si que lo siento, Dani. Tendría que habértelo contado, pero tenía miedo de que reaccionarás igual que ella y te alejarás de mi.

— Madre mía, Bea. Parece que no me conozcas. El hecho de que te gusta una cosa u otra no cambia el cariño que te tengo, ¿vale?

Asintió y la volví a abrazar.

Hablé con mis abuelos para que la dejaran quedarse a dormir y aceptaron con ilusión.

Después de cenar, se durmió bastante rápido. Supongo por todo el día que había llevado. Al estar sola decidí irme a dormir también. Antes de apagar las luces me metí a instagram para ver que estaban haciendo mis otros amigos, pero me sorprendí al ver que tenía una solicitud de mensaje.

Mi corazón dio un vuelco cuando vi de quién era: Diego. Abrí el mensaje y decía que si mañana quería ir a una fiesta con él.

Creo que está bastante claro lo que contesté. 

Noches de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora