Fuyu tragó saliva mientras se escondía bajo la mesa de examen.
Sabía que estaba jodido porque el médico estaba inconsciente. No había manera de que pudiera ocultar el cuerpo ahora. El guardia malvado iba a hacerlo pedazos tan pronto como encontrara a Fuyu.
El beagle y el conejo se sentaron en sus jaulas, mirando con ojos desorbitados a Fuyu. El conejito se veía como si fuera a desmayarse. Siguió sacudiéndose, pero podría ser el hecho de que el chico no estaba acostumbrado a sus nuevos miembros.
La puerta se abrió, y Fuyu vio un par de botas negras entrar. Empezó a temblar y esperaba no golpear la pata de la mesa y delatarse. Fuyu no estaba seguro de por qué, pero tenía ganas de tomar una siesta.
Ugh. Este no era el momento para ceder a sus formas felinas. Tenía que vencer a Thompson y salvar a los otros animales. Una siesta gatuna estaba fuera de cuestión en estos momentos. Pero lo que él no daría por un vaso de leche.
Fuyu rodó los ojos.
¡Concéntrate!
Las botas se movieron desde la puerta y se acercaron a donde el médico yacía boca abajo en el suelo. Fuyu contuvo el aliento. Estaba esperando una maldición en voz alta o una amenaza, pero ninguno llegó.
-¿Cuál de vosotros es Fuyu?
¿Qué...?
Fuyu no tenía idea de quién era el hombre o cómo el recién llegado sabía su nombre. El tipo definitivamente no era su científico.
Baji no tenía esa profundidad en su voz. Esto sólo hizo a Fuyu preguntarse si los refuerzos habían aparecido.
¿Qué pasaba si este hombre era tan malo como Thompson?
Miró hacia el beagle y colocó un dedo sobre sus labios. El perro... er... humano parecía desafiante mientras le daba un ligero movimiento de cabeza. El conejito seguía temblando, sus ojos parpadeando hacia Fuyu.
El tipo iba a dar la posición de Fuyu de inmediato si no miraba para otro lugar. ¿Por qué no sólo el maldito conejito seguía adelante y perdía el conocimiento? Eso haría las cosas un infierno mucho más fáciles y menos peligrosas.
-Estoy aquí para ayudar, -dijo el desconocido-. Necesito saber quién es Fuyu.
Sí, Fuyu no iba a caer con eso. Los gatos machos en el barrio habían fingido ser sus amigos. Pero Fuyu pronto descubrió que sólo estaban fingiendo para que pudieran quitarle a Baji. Ni soñando iba a confiar en este extraño.
-U-usted puede torturarme, -el conejo empezó a decir- p- pero yo nunca... y-yo nunca.... -El conejito se cubrió los ojos con el brazo y luego gritó como si estuviera siendo golpeado
-. ¡Está bien, está debajo de la mesa!
Fuyu rodó los ojos. Tendría que recordar no cometer un delito con Mitsuya. El hombre se doblaba como una mesa barata. Moviéndose rápidamente, Fuyu salió debajo de la mesa y miró a su alrededor, viendo una jeringa. La recogió y la apuntó hacia el desconocido.
Buen señor. ¡El tipo era enorme! Tal vez necesitaría dos jeringas.
Puso la bolsa de ordenador portátil con cuidado en el suelo, Fuyu agarró un escalpelo del mostrador y agitó la mano hacia atrás y adelante frente de él.
-No temo usar esto. Soy un asesino altamente entrenado y voy a trinchar tu corazón y dártelo de comer.
El desconocido calvo dobló sus enormes brazos sobre su pecho y arqueó una ceja.
-¿Un asesino?
Bien, así que Fuyu no era tan listo como esperaba que fuera. Pero era todo lo que podía pensar a corto plazo. Deslizó el cuchillo en el aire... y luego lo dejó caer. Se inclinó rápidamente y recogió el cuchillo del suelo.