Capítulo 3. Solo fracasa quien no lo intenta
Maldigo en voz baja cuando escucho los gritos de mis amigas y las quejas del vecino acompañado por un incesante ruido de golpes contra mi puerta el cual termina por despertarme.
Salgo deprisa de la cama, me lavo la cara y abro la puerta para evitar una posible llamada a la policía por escándalo. Erika y Claudia enmudecen, sus ojos me observan evaluando mi enfado y poco a poco sonríen poniendo su mejor cara de niña buena.
-Antes de que digas nada, traemos la comida -desciendo por sus brazos comprobando que cada una carga con una bolsa y varios tuppers. Las dejo pasar disculpándome con el vecino, quien cierra de un portazo recalcando su malestar, y ambas tienen la santa cara de comenzar a reírse.
-Es tan divertido molestar a tus vecinos -comenta jocosa Claudia dejando la comida sobre la mesa. Desde que éramos pequeñas se ha dedicado a dejarme en evidencia y molestarme, pero aún así la amo y no la cambiaría por nadie- Sabemos que no sueles comer mucho después de un turno de noche, por eso hemos traído cocido.
-Lo ha hecho su madre, que conste -anota Erika batiendo su cabello pelirrojo teñido tomando asiento tras servirse una cerveza- ¿Comemos antes de que se enfríe? Me muero de hambre.
No puedo negarme cuando mi estómago ruge ante la mención de un buen caldo. Entre las tres servimos la comida y preparamos la mesa.
-¿Qué tal ha ido la noche? -se interesa la rubia mientras se echa la verdura en su plato. Totalmente contraria a mi, que no puedo tomarme los fideos con el pollo y las verduras, eso lo prefiero aparte.
-Ha sido tranquila dentro de lo que cabe.
-De verdad que a mi me daría algo trabajar con niños, prefiero quedarme en quirófano -salta Erika con una mueca- Ves, por eso somos amigas, porque lo que a ti no te gusta, a mi, sí.
Me tapo la boca para evitar escupir cuando me guiña un ojo y entiendo su doble sentido.
-Hablando de cosas que nos gustan, ¿has vuelto a ver a Hugo? -lanza Clau y la asesino con la mirada.
-¿Cómo? -exclama indignada la pelirroja- ¡No me habías dicho nada, estúpida!
Conocía a Erika en la universidad y ambas nos hicimos amigas rápidamente, tanto que a los dos meses ya sabíamos todo de la otra. Y, por supuesto, conoce las historias del instituto y con ello a Hugo Rueda.
Ante mi silencio ambas cuchichean sobre él y los gritos vuelven a inundar el apartamento cuando les cuento el encuentro en el gimnasio.
-No tenía interés en ir al gimnasio -anota Clau, quien siempre ha sido de complexión rellenita-, pero igual por alegrarme la vista empiezo y me motivo.
-¡Así se habla rubia!
-¡Erika estás tirando todo! -la regaño riendo al ver que su botellín de cerveza se balancea salpicando la mesa- Pero eso no es todo.
-¿No? -cuestionan a la vez y se miran sonrientes.
Alcanzo el teléfono de la encimera, busco su chat y lo abro enseñándoselo.
-Virgen de los abdominales... -comienza Erika.
-Vaya cuerpo serrano -y termina Claudia.
-De verdad que sois idiotas -farfullo sirviéndome la verdura a un plato.
Clau quien permanece con mi móvil en la mano amplia la fotografía dando un trago a su bebida.
-Hay que reconocer que ha mejorado desde el instituto.
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Química explosiva
RomanceUna historia donde el pasado vuelve cuando menos te lo esperas y saca a relucir todas aquellas inseguridades escondidas en lo más hondo del baúl. Un antiguo amor, estigmas sociales, conflictos internos y mucha, pero mucha química. A veces el fuego...