Química explosiva

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Capítulo 2. Deuda zanjada

Mensaje para Insoportable: 22:40h

Más te vale devolverme el reloj en perfecto estado, porque de no ser así me comprarás otro, PERO EL MÁS CARO. ¿Quién te crees que eres para hurgar entre mis cosas? 

Resoplo sintiendo el calor acumularse en mis mejillas, ahogo un grito de rabia y comienzo a desvestirme lanzando la ropa por doquier. Me siento realmente enfadada, se que simplemente es un reloj pero no puedo controlar el desazón que siento. Lanzo el sujetador con fuerza contra la pared, este rebota suavemente y cae al suelo cuando un tintineo me alerta de un nuevo mensaje.

Mensaje de Insoportable: 22:43h

Perdona, no tengo tu número, ¿quién eres?

Abro la boca incrédula ante sus palabras y tecleo con fuerza.

Amelia: Hugo sabes perfectamente quien soy, ¡eres insoportable!

Amelia: ¿Quieres que te lo deletree? A-M-E-L-I-A

Insoportablemente insoportable: Veo que estás más enfadada de lo que imaginé.

Insoportablemente insoportable: Tu reloj está en perfecto estado. 

El siguiente mensaje que recibo es una foto del reloj sobre su mano.

Insoportablemente insoportable: Te lo devolveré mañana, gruñona. ¿Cuándo te viene bien?

Realmente no me viene bien en ningún momento, pero inhalo despacio y exhalo para no mandarlo a freír espárragos.

Amelia: Mañana a las diez y media en la puerta del centro deportivo Sagrada Familia.

Insoportablemente insoportable: Hecho.

Bloqueo el teléfono tomando el pijama para darme una ducha rápida antes de acostarme. Con lo que he merendado no tengo nada de hambre.

Otro mensaje me alerta, es Hugo otra vez, pensaba que la conversación se daba por finalizada. Decido dejarlo en visto y me meto a la ducha. El agua templada recorre mi piel y todo el malhumor se va junto con el jabón por el desagüe.

Me seco tranquilamente con la toalla, me embadurno de crema y tras ponerme el pijama me meto en la cama bostezando.

Insoportable: Espero que hayas llegado bien a casa, nos vemos mañana. Bona nit*, gruñona.

Vuelvo a cambiarle el nombre en mi agenda y tras darle las buenas noches, cierro los ojos y me quedo dormida.

Una molesta vibración me hace retorcerme entre las sábanas, bostezo y desentierro el teléfono de debajo de la almohada. Son las ocho y media de la mañana, apago la alarma y tras desesperanzarme me pongo en pie.

Me gusta aprovechar las mañanas, sobretodo cuando trabajo de noches, antes solo dejaba las horas pasar hasta la hora de comer, posteriormente me echaba una siesta y me levantaba para irme a trabajar. Perdía todo el día simplemente esperando que llegara la hora de irme al hospital, hasta que comencé a cambiar ese hábito.

Voy al baño, me lavo la cara, me echo mis cremas y me peino con una coleta alta. Mientras me preparo el desayuno, que consiste en un par de tostadas con un vaso de zumo, aprovecho para cambiarme y ponerme la ropa de deporte, además de preparar la bolsa con todo.