CAPÍTULO 11

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De espacio vacío y agradeciendo al cielo que el escritorio fuera tan sólido, en vez de esa clase de mesa que descansa sobre cuatro patas largas y delgadas. Sin apenas respirar, escuchó.

—Pero he oído que éste va a ser el año en que por fin veamos al famoso lord Malfoy caer en la trampa del párroco —llegó un cantarina voz femenina.

Harry se mordió el labio. Era una cantarina voz femenina con acento italiano.

—¿Y dónde ha oído eso? —se oyó la voz inconfundible del vizconde, seguida por otro chasquido del pomo.

Harry cerró los ojos con gran agonía. Estaba atrapado en aquel despacho con una pareja de amantes. Sencillamente, la vida no le podía ir peor. Bueno, podían descubrirlo. Aquello sí que sería peor. De todos modos, era curioso que aquello no consiguiera animarlo. Su situación era francamente difícil.

—Lo dicen por toda la ciudad, mi lord —contestó Daphne—. Todo el mundo dice que ha decidido sentar cabeza y buscar esposa.

Hubo un silencio, pero Harry habría jurado oírle a él encogerse de hombros.

Algunas pisadas. Los amantes se acercaron a la mesa un poco más.

Luego Malfoy murmuró:

—Probablemente ya era hora.

—Me rompe el corazón, ¿lo sabe?

Harry pensó que iba a darle una arcada.

—Vamos, vamos, mi dulce signorina— sonido de labios sobre la piel— ambos sabemos que su corazón es inmune a cualquiera de mis maquinaciones.

A continuación se oyó un roce de sedas, que Harry interpretó como el sonido de Daphne apartándose con timidez, tras lo cual se oyó:

—Pero no soy aficionada a los escarceos, mi lord. No es que busque el matrimonio, por supuesto, pero la próxima vez que busque un protector digamos que será a largo plazo.

Pisadas. ¿Tal vez Malfoy cruzaba de nuevo la distancia que les separaba?

Su voz sonó grave y ronca cuando dijo:

—No consigo entender cuál es el problema. — Malfoy soltó una risita—. El único motivo para renunciar a la querida de uno puede surgir cuando uno ama a su esposa. Y puesto que no tengo intención de escoger una esposa de la que pueda enamorarme, no veo el motivo de negarme los placeres de una mujer preciosa como usted.

¿Y quiere casarse con Pansy? A Harry le costó no ponerse a chillar. La verdad, si no estuviera allí agazapado como una rana sujetándose los tobillos con las manos, lo más probable fuera que saliera como una furia a intentar matar a aquel hombre. Luego se sucedieron unos pocos sonidos ininteligibles, que Harry rogó no fueran el preludio de algo considerablemente más íntimo. No obstante, tras un momento, la voz del vizconde surgió con claridad.

—¿Le apetece algo de beber?

Daphne murmuró una respuesta afirmativa y las zancadas enérgicas de Malfoy reverberaron por el suelo, se acercaron más y más hasta que…

Oh, no.

Harry inspeccionó la licorera, que descansaba sobre la repisa de la ventana, directamente enfrente de su escondite debajo del escritorio. Si él continuaba de cara a la ventana mientras servía, Harry podría escapar sin ser detectado, pero si se volvía tan sólo noventa grados…

Se quedó paralizado. Paralizado por completo. Dejó de respirar del todo.

Con los ojos muy abiertos, sin pestañear (¿podían producir algún sonido los ojos?),

He Viscount Malfoy, he who loved me. "Él vizconde Malfoy, él que me amó."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora