El chico de la Biblioteca

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El constante sonido que emitía el reloj le trajo en sí en algún punto, sus lesiones aún sangraban y el dolor le atormentaba sin piedad.

Dirigió la mirada hacía su regazo esperando ver a su pequeño amigo, pero simplemente había desaparecido, no obstante el calor de otra presencia prevalecía, así que realmente estuvo con él durante un tiempo antes de marcharse hacía un tramo desconocido.

Últimamente ocurrían cosas extrañas a su alrededor así que lo normal era pensar que todo fue creado por su imaginación ya que ciertamente esta fue la primera en meterlo en este embrollo.

Como pudo se reincorporó y rasgó algo de tela para detener el sangrado, no quedaba mucho tiempo, si quería dar con el objetivo debía darse prisa.

¿Pero dónde podría buscar?

Justo como si el destino hubiese contestado la pregunta escuchó un fuerte estruendo que le alertó de inmediato, observó en distintas direcciones esperando encontrar la causa y dentro de poco la localizó.

No muy lejos de donde se encontraba se alzó una especie de pasadizo, pensó que era demasiado conveniente a decir verdad, sin embargo no tenía tantas opciones que contemplar así que con pasos decididos se adentró en el lugar.

Al llegar al final que creyó interminable un destello de luz lo cegó por unos instantes y cuando abrió sus ojos quedó anonadado, hace poco juraría que estaba en la ciudad, sin embargo todo ahora se encontraba engullido por la vegetación dándole un toque rural, árboles de cerezo en pleno florecer dejando caer los finos pétalos que eran llevados por el viento hasta deslizarse suavemente sobre el suelo creando un manto primaveral bajo sus pies, casi sintió lástima por pisarlos mientras examinaba el parque Kinuta sintiendo una calma extrañamente inquietante.

Era...como decirlo, inesperado. El contraste era muy diferente en comparación con las ruidosas y concurridas calles de Shibuya o tal vez era que lo percibía de esta manera porque la ciudad le recibía con sus canciones cada vez que rondaba por la zona.

No estaba seguro de como explicarlo pero las vibraciones de Setagaya eran suaves y sofisticadas, una sonata en donde el violín era el instrumento que tomaba el papel principal opacando débilmente al piano que le acompañaba en dicha sinfonía.

Aún así parecían complementarse sin problema alguno creando un equilibrio armonioso, aunque sentía que carecía de algo. No era un prodigio en esto de las vibraciones y los sonidos extravagantes ya que apenas ha comenzado a hacer un esfuerzo para no abrumarse con todos estos cambios en tan poco tiempo.

De hecho aún se preguntaba que habría pasado por su cabeza para aceptar quedarse en el lugar del que tanto intentó escapar, incluso ahora lidiaba con pesadillas de los eventos pasados del anterior juego y por como iban las cosas no notaba una notaría mejoría en su agotamiento. A decir verdad terminaba perdiendo la consciencia más de lo normal luego de hacer un pequeño progreso con esta nueva habilidad, tal vez se estaba forzando más de lo que debería y ni siquiera tenía una explicación lógica del porque podía hacer estas cosas que una persona común y corriente no podría.

Las respuestas que le ofrecían siempre eran vagas y llenas de acertijos, sí que gustaban hacer de su cabeza un lío.

"Sí quieres respuestas yo puedo dártelas, solo debes soltarte, hazlo vamos" eso fue lo que dijo aquella voz audible dentro de su cabeza, con una tonada provocativa e intoxicante, tan atrayente como el canto de una sirena dispuesta a atraer a todo aquel que cayera ante sus encantos.

Lo más indignante es que antes de poder asimilarlo como era debido, se vio susurrando una disculpa, soltando la mano del único en quién remotamente podía confiar en estos páramos desconocidos.

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⏰ Última actualización: Sep 23 ⏰

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