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Lena era una mujer fría por naturaleza, pero justa, muchísimo, sin embargo la reina de hielo como la apodaban pocas veces salía del ámbito laboral. Ahora sin embargo lo había hecho, miró su panza prominente antes de montarse en su auto. Tenía siete meses de embarazo, era madre soltera pero no le importaba, había sido su elección.


Comenzó a conducir con una enorme sonrisa, el corazón de la magnate estaba lleno de calidez por primera vez en todo el tiempo que había recordado vivir. Su pequeño príncipe nacería pronto.

Su auricular sonó en su oído y tomó la llamada.

—Len—Imra chilló—Tu rueda de prensa sobre los avances de L-Corp en el ámbito de la fecundación in vitro y lo que hiciste con las células madres para convertirlas en semen es todo un éxito, muchas empresas quieren verte, hospitales, todos—dijo agitada—Lena esto es grande, una mujer podrá ser embarazada de otra, hombres infértiles podrán embarazar a su mujer—su voz se emocionaba más a cada segundo.

—Lo sé, de eso se tratan mis avances Imra, de que se haga realidad para todos poder dar descendencia ¿Sabes a donde iremos con esto?

—Al infierno.

—No idiota, a la maldita luna, pero ahora iré a ver a Ava para que me chequee mi embarazo—dijo secamente—no quiero ninguna cita más para hoy, ya di una rueda de prensa, tengo que ocuparme de mis propios asuntos.

—Como ordene reina de hielo—dijo con un suspiro—¿Nunca piensas cambiar?

—No soy una reina de hielo contigo, no te hagas.

—Por eso te quiero, ten cuidado.

—Lo tendré, gracias Imra—colgó.

Lena no podría estar más feliz, el cielo estaba iluminado y azul, era verano. Pronto iría a encontrarse con Ava para saber más sobre su pequeño, ya sabía que era un niño, sería precioso y un digno heredero. A sus 32 años Lena no sentía que el tiempo lo había perdido, si era algo tarde en cuestiones de tener un bebé, pero era billonaria, había construido un imperio que su hijo algún día heredaría, ella se sentía realizada y contenta.

Iba a velocidad moderada, respetando cada señalización que veía. Sintió un golpeteo detrás suyo y se abrió paso para dejar que el auto pasara, le gritó horrores porque estaba segura de que le había rayado su auto, malditos estúpidos.

El auto iba en zigzag así que desaceleró a propósito, iban varias personas en él fue todo lo que pudo distinguir.

No supo en qué momento su día soleado se convirtió en la pesadilla que reventó frente a sus ojos, el auto que estaba rebasándola lentamente empujó al suyo fuera de la carretera y Lena cayó cuesta abajo tratando de manejar, su auto se volcó varias veces después de chocar con algo más, iba cayendo a demasiada velocidad. Nada , ni siquiera el airbag la salvó de sufrir heridas severas.

—Papá ¿Qué hiciste?—se despertó desconcertada oyendo una voz, era alguien muy joven, miró su panza, tenía algo incrustado. El miedo la invadió aún más pero a penas podía moverse.

El hombre respondió—Levántate Kara, déjala ahí fue un accidente vámonos antes de que la encuentren.

—¡Pero papá!

—Nada de peros.

Vio una imagen borrosa y oyó un suave lo siento antes de que el ruido cesara y fuera reemplazado por el sonido de un auto yéndose a toda marcha. Lena tragó con fuerza aguantando el dolor y las lágrimas y tomó su celular con las últimas fuerzas que le quedaban para llamar a Imra.

Ojo por ojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora